¿Sabías que la industria de la moda gasta alrededor de 10.000 litros de agua para producir sólo un kilo de tela de algodón? ¿O que se estima que el uso de agua por parte de los cultivos y las industrias textiles llegan a 79 millones de metros cúbicos anuales? Así lo explican la politóloga y directora de políticas públicas e incidencia en Fundación Ecosur, Pamela Poo, y la socióloga e investigadora en sustentabilidad, trabajo y cultura textil, y coordinadora nacional de Fashion Revolution, Beatriz O’Brien. Desde sus experiencias y conocimientos, ambas señalan las deudas que tiene el sistema de la moda con el agua, al ser una industria que gasta millones de litros no sólo en la etapa de cultivos de fibras, sino también en la producción de textiles y en el posterior uso y lavado de las prendas.
En esta Semana Mundial del Agua conversamos con las 2 especialistas que responden a la pregunta central: ¿Qué responsabilidades tiene la industria de la moda con este recurso?
Uso intensivo del agua
Todos las prendas confeccionados por la industria de la moda tienen una huella hídrica, es decir, que cada una gasta un volumen específico de agua fresca durante su etapa de producción y posterior consumo. Por ejemplo, la fabricación de un par de jeans requiere de alrededor de 10.000 litros de agua, según indica la politóloga Pamela Poo. “La moda es una industria que es muy intensiva en el uso del agua y esto va desde cuándo se planta la materia prima. Por ejemplo, en el caso del algodón, la cantidad de litros que se ocupan para hacer el cultivo son importantes. La industria, además, utiliza químicos para teñir la ropa, para distintos colorantes, en distintas partes del proceso, y esos químicos son vertidos en muchas partes que no tienen leyes ambientales potentes, lo que ha generado una contaminación en los mares, en los ríos y en los cursos de agua. De hecho, un 20% de las aguas residuales del mundo provienen del teñido y el tratamiento de los textiles, entonces estamos con una problemática en la que la pieza de ropa contamina desde que se genera la materia prima, en su proceso, y también cuando la utilizamos”, explica.
Según explica la socióloga Beatriz O’Brien, la etapa de producción es la que más consume agua fresca. Por otro lado, en la parte del cultivo, dice la experta, el algodón es una de las fibras naturales más demandadas por la industria textil a nivel global, y al mismo, una de las que más requieren consumo de agua para su producción. “Se estima que el uso de agua por parte del cultivo y de industria de textiles es de 79 billones de metros cúbicos anuales. Esto equivale a llenar 32 millones de piscinas olímpicas. Para 2030, los indicadores de Pulse of Fashion calculan que la demanda de agua fresca por parte de la industria va a crecer en un 50%, es decir, a 118 billones de metros cúbicos al año intensificando el estrés y contaminación hídricas de zonas y poblaciones que ya se encuentran fuertemente afectadas por la falta de agua”, señala O’Brien.
Responsabilidad de la industria
Pamela Poo señala que es fundamental que tanto las grandes marcas de retail, fábricas textiles y diseñadores de la industria transparenten la huella hídrica de sus productos, con el objetivo de que los consumidores tengan más herramientas al momento de comprar. “En cuanto al uso de agua, creo que sería súper importante identificar en la etiqueta los litros y la huella hídrica del producto. Por ejemplo, si las personas se quieren comprar un pantalón y tienen más o menos 3 opciones, pero de esos, uno tiene la huella hídrica muchísimo más baja que el otro, la idea es que ese dato también les permita discernir si quieren comprarlo o no”, explica, para lo cual es importante que las marcas cuenten con alguna etiqueta o tipo de certificación.
La otra responsabilidad tiene que ver con la implementación de políticas públicas consistentes. Esto es un pilar esencial para la socióloga Beatriz O’Brien, que señala que los Estados deben poner a disposición legislaciones que regulen los usos de agua de la industria. “Se debe obligar a los productores a tratar sus aguas para ser reutilizadas y que estas no puedan ser vertidas en ríos o cauces de agua naturales y de consumo humano. Las grandes marcas deben empezar por rebajar drásticamente su sobreproducción para alivianar la demanda de fibras y textiles y, por ende, el consumo hídrico. En cuanto a los diseñadores, estos pueden optar por materiales que utilicen menos agua, como por ejemplo, transitar desde el algodón convencional (modificado genéticamente) al algodón orgánico de menor consumo. También se puede reemplazar el algodón por fibras como el cáñamo, cuyo consumo es menor.”
Papel del consumidor
Como bien señalan ambas especialistas, el uso de las prendas genera enormes gastos de agua, especialmente durante los lavados de la ropa. Por una parte, advierten que es importante disminuir la cantidad de veces de lavado, como también intentar adquirir prendas con fibras orgánicas o moda reutilizada. “Comprar una prenda de segunda mano versus una prenda nueva, ahorra 3.048 litros de agua fresca”, explica O’Brien.
En cuanto al papel directo de los consumidores, optimizar el uso de agua se vuelve la tarea principal. Pamela Poo indica que, en vez de usar cargas completas en la lavadora, se puede optar por cargas medias. Además, explica que las prendas de vestir que contienen plástico, como el poliéster, debieran ser lavadas menos veces, ya los residuos que se liberan después, llegan al mar o los ríos y se contaminan con sustancias tóxicas. Por último, la experta señala que secar las prendas al sol también es una práctica que permite ahorrar agua.
Beatriz O’Brien sostiene que hay que disminuir la frecuencia de lavados lo más que se pueda, señalando algunas medidas para comenzar a aplicar en casa: “Por sentido común, yo diría que los pantalones, por ejemplo, hay que lavarlos cuando estén muy sucios. Dependiendo del uso pero en promedio, me arriesgo a decir que una vez al mes. Las prendas que requieren de mayor frecuencia de lavados son las prendas de primera capa o aquellas que están pegadas a la piel. Esto incluye ropa interior, camisetas, etc., que podríamos decir que una vez a la semana. En cuanto a la ropa “externa” como pantalones, blusas y chaquetas, creo que deberían lavarse una vez al mes. Las prendas de inverno como los chalecos se pueden lavar una vez por temporada y las prendas más pesadas tipo abrigos, no más de una vez al año.”
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