La historia nace con la imagen de tres mujeres. Petronila, la madre; Emelina, la hermana y ella, Lucila. Una imagen tan potente que sentaría las bases de la novela que relata el último viaje de Gabriela Mistral a su tierra natal, su amado Valle del Elqui.
“Para que ellas se reencuentren y esto sea parte de la novela, se me ofreció este último viaje donde ella vuelve y recorre los lugares donde estaba con su hermana y su madre”, revela Patricia Cerda. De hecho, según relata la autora, una de las primeras cosas que hace Mistral al llegar a La Serena es dirigirse al cementerio ubicado en la parte alta de la ciudad, con un ramo de flores en su mano para honrar a su madre fallecida.
La relevancia de estas dos mujeres en la vida de Mistral se evidencian en toda su obra. Cuando la poeta tenía tan solo tres años, su padre Jerónimo Godoy fallece, dejando a sus dos hijas y esposa a subsistir por sí solas. Así, las tres mujeres lograron salir adelante a pesar de vivir en la pobreza.
Lucila, de la escritora chilena Patricia Cerda, no es una biografía, es la historia detrás de este viaje, uno que emprendió la poeta en 1954 junto a su compañera de vida Doris Dana, y su amiga y secretaria Gilda Péndola. Un viaje que poco a poco comienza a desentrañar el pasado de la poetisa, sus primeros años junto a su madre y su hermana y el camino recorrido que comenzó con Lucila Godoy Alcayaga y terminó con la Gabriela Mistral que fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura. Es una historia de reminiscencia de todos aquellos lugares que la marcaron. Italia, Francia, España, Brasil y México, donde la imagen de estas tres mujeres la acompañó a cada paso. “Esa imagen me conmueve mucho”, expresa la autora.
Patricia Cerda, además de escritora, es historiadora, con un doctorado en la Universidad Libre de Berlín. Su obra recupera momentos y personajes cruciales para la memoria chilena, como los hermanos Nicanor y Violeta Parra o el poeta Alonso de Ercilla. Nació en Concepción y al igual que Mistral, cruzó el Atlántico hacia Europa, donde actualmente reside. En una videollamada desde su casa en Berlín, nos revela los detalles de su última novela.
Para Patricia escribir esta novela fue una forma de descubrir a la verdadera Gabriela Mistral. “Para mí ella siempre ha sido esa mujer tan respetada”, expresa Patricia, “pero también una desconocida”. El estudio de sus obras la ayudó a acercarse, sin embargo, fueron sus cartas y recados los que realmente la llevaron a comprenderla. “Conocí más bien su carácter, cuáles eran sus posiciones y cómo se transforma en esa intelectual que es, además de poeta, una guía”, algo que se le reconoce en este último viaje, repleto de homenajes y concentraciones multitudinarias.
Las páginas que escribe Patricia Cerda desentrañan las relaciones que tuvo Mistral tanto con sus aliados como con sus opositores, uno de los aspectos centrales de la novela. “Ella supo crear lazos sororos con muchas mujeres”, expresa Patricia, entre ellas Alfonsina Storni, Palma Guillén, Delmira Agustini y Victoria Ocampo, quien publicó su segundo libro “Tala” desde Argentina, cuando en Chile se le había dado la espalda.
Gabriela Mistral vivió gran parte de su vida como una mujer incomprendida, sofocada por las miradas ajenas y los cuestionamientos de la élite chilena que en ese entonces estaba conformada principalmente por hombres. Aun así, Mistral nunca dejó de ser fiel a sus ideales. “Basta con leer sus escritos para saber cómo ella apoyaba la autonomía de las mujeres, el derecho a voto, el derecho a la educación”, cuenta Patricia.
“Hay muchas cosas en las que uno la puede adaptar como maestra, y ella se quería ver también así, sobre todo para las mujeres. Si la adoptamos como maestra en el fondo le estamos cumpliendo ese deseo”, expresa la autora, que admite que de los personajes sobre los que ha escrito, es la que más le ha enseñado.
Lucila no es solo la historia de un viaje al Valle de Elqui, es un recorrido por la vida de una mujer que se ha convertido en un referente literaria a nivel mundial, especialmente por su paso en Europa, donde se convierte en la embajadora de todo el continente latinoamericano. “Sus legados son muchos, hablar con tanta honestidad sobre sus emociones, sobre su camino, sobre su autodidactismo, siento que eso es un gran legado”.
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