El sistema educativo de María Montessori, centrado en la libertad del niño y su independencia, cambió los paradigmas del aprendizaje en el mundo.
La vida de María Tecla Artemisia Montessori fue la de una adelantada, una revolucionaria intelectual que cuestionó los cimientos de la pedagogía. “La educación es una técnica de amor”, solía decir esta hija de un estricto militar de sangre noble. Nacida en Chiaravalle, Italia, en agosto de 1870, con sólo 14 años ingresó a estudiar ingeniería en la Universidad de Roma, donde fue la única mujer de su clase.
A los año, decidió ingresar a la carrera de Medicina, lo que provocó un escándalo familiar de proporciones, ya que hasta ese momento no se conocían mujeres doctoras.
Con los años se convirtió en la tercera mujer médico de toda Italia y complementó sus estudios con cursos de antropología, filosofía y psicología experimental. Así fue derivando al estudio de los niños con alteraciones del desarrollo cognitivo. Para ella, los niños se construyen a sí mismos a partir de elementos del ambiente y concluyó que la educación debía ser una técnica de amor y respeto.
“El niño es una fuente de amor: cuando se le toca, se toca el amor”, aseguraba. Todas sus teorías se basaron en lo que observó a los pequeños hacer por su cuenta, sin la supervisión de adultos. A los niños, decía, no había que acosarlos, obligarlos ni dirigirlos. Tampoco premiarlos, ni castigarlos, o corregirlos. Había que respetarlos y no interferir, dejarlos libres en un ambiente en el que todo -espacio, muebles, objetos- estuviese a su medida.
Su premisa era que los niños son sus propios maestros y que para aprender necesitan libertad y muchas opciones entre las que escoger. Así comenzó a cuestionar las bases de la pedagogía, para luego reformar la metodología y la psicología de la educación. Su método ha guíado a creadores como Jeff Bezos, Larry Page o Jimmy Wales, el fundador de Wikipedia, entre otros.
En 1907 abrió su primera escuela: La Casa de los Niños, en un barrio pobre de Roma, pues el método nació como una forma de ayudar a niños y niñas vulnerables. Pero su sistema rápidamente comenzó a dar la vuelta al mundo y llegó, principalmente, a zonas lujosas donde cuestan una fortuna.
Su gran dolor fue tener que abandonar a su hijo cuando tenía apenas tres años, pero 13 años más tarde lo reencontró y mantuvieron una relación cercana hasta sus últimos días.
“Sigmund Freud descubrió el inconsciente, Albert Einstein la relatividad y Maria Montessori, al niño. Su pensamiento inauguró una nueva época, y muchas de las cosas que hoy damos por descontadas -el respeto a los niños, la escuela democrática, el parto dulce- son resultado de sus ideas”, dijo en entrevista con BBC Mundo Cristina de Stefano, autora de El niño es el maestro: vida de Maria Montessori, una de las biografías más rigurosas y documentadas de la educadora.
Fue nominada tres veces al Premio Nobel y murió el 6 de mayo de 1952, a los 81 años, en los Países Bajos.
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