POR Valentina Muñoz (Chica rosadita), Defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU
¿Cuántas veces no hemos escuchado esta frase? O sus variantes: hicimos un Drive porque el papel contamina (y el drive no), escucho música en Spotify porque los CDs contaminan (y Spotify no), y un largo etcétera de fake news. Porque eso son, en primera instancia: fake news.
A menudo cuando hablamos sobre el tratamiento de los datos “en la nube”, disociamos la existencia física de estos, y el imaginario colectivo los sitúa literalmente en el aire, en la nada. Esto, evidentemente, limita nuestra percepción del gasto energético y el tremendo impacto ambiental que estas nuevas tecnologías traen consigo.
Lo primero que tenemos que establecer, es que por muy mágico que nos parezcan los procesos que involucran el tratamiento de grandes cantidades de datos, toda tecnología digital funciona en base al almacenamiento de estos. Es decir, guardar información en alguna parte. Y como corresponde, este lugar no es invisible o intangible, por el contrario, requiere de un espacio físico de importantes dimensiones y una gran capacidad energética para su funcionamiento. Y no sólo eso: resulta que Chile es líder en estas infraestructuras, llamada data center.
QUÉ SON LOS DATA CENTER Y CÓMO FUNCIONAN
Los centros de procesamiento de datos albergan y mantienen numerosos equipos electrónicos como servidores, ventiladores, conexiones y otros recursos necesarios que se utilizan para mantener una red o un sistema de computadoras. Según Gonzalo Atán, Country Manager de Chile para Nabiax -empresa de servicios de Colocation y Hosting en Data Centers-, “estos centros funcionan de manera similar a un cerebro”, porque constantemente reciben, acumulan, procesan y distribuyen una enorme cantidad de información suministrada a través de redes de telecomunicaciones.
Actualmente en nuestro país existen 12 data centers de gran escala operativos, lo que nos sitúa como líderes de la región en este ámbito, y que también significa una gran y constante inversión extranjera en el territorio: primero fue Google, con una inversión de cerca de US$300 millones en su data center, le siguió Amazon con unos US$1.000 millones y el año pasado se sumó Huawei con una inversión de US$100 millones para su tercer data center nacional. Otras grandes empresas de telecomunicaciones como Entel, Movistar, Claro, GTD, IBM, Intersystems, Sonda y Adexus, tienen centros de procesamiento de datos en Chile, sin contar además los data center de carácter gubernamental.
LA OTRA CARA DE LA INNOVACIÓN
Pero los centros de datos no son sólo una gran inversión, sino también un desafío a nivel socioambiental y energético. Un análisis del New York Times reveló que este sector consume enormes cantidades de energía de forma que supone un derroche incongruente: independientemente de la demanda, las compañías online hacen funcionar sus instalaciones las 24 horas a su máxima capacidad, y desperdician el 90% o más de la electricidad que toman de la red. Los depósitos digitales del mundo utilizan unos 30.000 millones de vatios de electricidad anualmente, lo que equivale a la producción de 30 plantas de energía nuclear, según los especialistas. Para protegerse de un corte de electricidad, cuentan con bancos de generadores que emiten gases de escape de motores diésel. La contaminación producto de los data centers es algo que mencionan cada vez más las autoridades como violación a las regulaciones sobre aire limpio. En Silicon Valley, muchos data centers aparecen en el Inventario de Contaminantes Tóxicos del Aire del gobierno, una lista de los principales contaminantes diésel de la zona.
POR QUÉ CHILE ES TAN COTIZADO PARA LA INSTALACIÓN DE DATA CENTER
Chile sin duda se ha convertido en un punto de interés para los gigantes tecnológicos y sus data center, y la respuesta podemos dividirla en dos aristas: estabilidad estatal y conectividad (nacional e internacional).
ESTABILIDAD ESTATAL
- Nuestro país también cuenta con una estabilidad estabilidad política, económica y legislativa que resulta cautivadora para este tipo de infraestructura, ya que otorga grandes facultades y protección a las empresas, y no existe mayores limitaciones del uso de aguas (que los data center requieren en inmensas cantidades para enfriar sus servidores) debido a la privatización de la misma.
CONECTIVIDAD
- Según el Ranking de Conectividad 2018, Chile es el país con mejor conectividad de América Latina y se encuentra en el N°33 a nivel mundial.
- Por Chile pasan actualmente dos redes de fibra óptica submarina (una de Movistar y otra de CenturyLink). Además están los proyectos de Fibra Óptica Austral (FOA), otro de cable submarino entre Chile y Asia, y la iniciativa de Google (denominada “Curie”) para construir otro cable submarino más que comunicaría nuestro país con Estados Unidos (10.000 km).
- Chile es el primer país de América Latina con servicios de internet satelital del proyecto Starlink: una constelación de satélites diseñada para proporcionar internet banda ancha de baja latencia y alta velocidad en lugares del mundo previamente inalcanzables por esta tecnología.
- Tanto de forma física, como en términos de relaciones bilaterales, nuestro país mantiene una gran cercanía con grandes mercados en Latinoamérica, como el brasilero, colombiano y argentino.
EL DESAFÍO HACIA LA SOSTENIBILIDAD
La preocupación por el uso energético de los centros de datos y sus impactos asociados al cambio climático han atraído esfuerzos para reducir la demanda de energía operacional de los centros de datos. El término de “Green Data Center” o “Centro de Datos Verde” proviene del uso de las energías verdes, que no es igual a energías renovables aunque suelen confundirse: la diferencia está en que las energías verdes son renovables pero no todas las energías renovables son verdes.
La energía verde proviene de recursos infinitos de fuentes no contaminantes y respetuosos con el medio ambiente, como la solar, eólica y mareomotriz (es la que se obtiene aprovechando las mareas de los océanos, lo que en Chile sería una tremenda apuesta). Ahora bien, un Centro de Datos Verde es uno diseñado con medidas para maximizar la eficiencia energética y el mínimo impacto ambiental en torno a sus sistemas mecánicos, de iluminación, eléctricos e informáticos, impulsando el uso de energía renovable donde el impacto ambiental es nulo en la emisión de gases de efecto invernadero como el CO2.
Sin embargo, la deuda continúa entorno a la importancia de una perspectiva de impacto múltiple, pues comúnmente se puede pasar por alto los efectos ambientales de otras etapas de su ciclo de vida, como la extracción de las materias primas (como el agua), la fabricación de los equipos, la construcción de los data center, el fin de la vida útil de los equipos y de los edificios donde se encuentran, y la inmensurable cantidad de residuos electrónicos que se generan día a día.
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