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Alejandra Urrutia, directora de orquesta: “El logro es que la música viva dentro de nosotros”

Desde sus primeros recuerdos con el violín hasta su debut en la Sala de la Konzerthaus de Berlín, la directora de orquesta chilena Alejandra Urrutia ha cultivado una relación profunda con la música. En esta conversación reflexiona sobre los aprendizajes que ha forjado a lo largo de su carrera, los desafíos de dirigir una orquesta, la importancia de impulsar repertorios latinoamericanos en escenarios internacionales y su conexión íntima con el arte de interpretar.

“El amor por la música es lo que me inspira a seguir estudiando, ensayando, dando conciertos.”

Nacida en Concepción, Alejandra Urrutia es violinista y directora de orquesta, y actualmente se desempeña como Directora Titular de la Cámara del Teatro Municipal de Santiago, siendo la primera mujer en asumir este cargo en la institución. A lo largo de su carrera, ha dirigido orquestas en Europa, América del Norte y América Latina. Anteriormente, ocupó el cargo de Directora Titular de la Orquesta de Cámara de Chile y de la Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe, en Argentina. Además, es la impulsora del HUB Directoras de Orquesta, una iniciativa de la fundación Vibra Clásica dedicada a la formación de mujeres en dirección orquestal.

Desde muy pequeña sintió una fuerte atracción por la música, y aunque su formación comenzó como instrumentista, encontró en la dirección orquestal un espacio para expandir su vínculo con el sonido. Conversamos con ella en el marco de su estreno del Kookaburra Concerto en el Teatro Municipal de Santiago y su reciente debut en la Konzerthaus de Berlín con obras de Enrique Soro, acompañada de la violinista Chloe Chua como solista. En este diálogo, Urrutia aborda los cambios y permanencias en su relación con la música, la importancia de construir comunicación con las y los músicos, y los referentes que la han acompañado.

“Como violinista, la música fluye desde adentro. Como directora, llega desde fuera: desde los músicos hacia ti.”

Desde tus primeros recuerdos musicales hasta hoy, ¿qué crees que ha permanecido intacto en tu relación con la música, y qué ha cambiado?

Lo que sin duda permanece es el amor por la música. Es lo que me inspira a seguir estudiando, dando conciertos, ensayando. Lo que ha cambiado es la madurez con la que hoy enfrento las obras: una profundidad que solo llega con el tiempo y la experiencia de vida.

¿Cómo cambia la forma de escuchar música cuando pasas de ser intérprete a directora?

Más que un cambio en la forma de escuchar, es un cambio en cómo te enfrentas a la música. Como intérprete, muchas veces estás a cargo de una parte de la obra, no del todo. En cambio, como directora o director, tienes la responsabilidad de estudiar la totalidad de la obra y de comprenderla profundamente. Ese enfoque más amplio es lo que realmente marca la diferencia.

La dirección orquestal exige una comunicación sin palabras. ¿Cómo describes la forma en que construyes esa comunicación y confianza con la orquesta?

Hay una conexión inevitable que se da a través del gesto, pero también hay momentos en que es necesario hablar. Hay aspectos como la articulación, la dinámica, la afinación o el ensamble que no se pueden comunicar sólo con las manos. Sería maravilloso hacer un gesto y que la orquesta toque afinadamente, pero no es así. Entonces, sí existe un lenguaje no verbal, pero también hay una dimensión verbal que es fundamental durante los ensayos.

¿Cuáles son, para ti, las diferencias esenciales entre “tocar” música y “dirigir” música? ¿Cómo cambia la relación con el sonido, el cuerpo y el tiempo?

Cuando toco el violín, siento que el instrumento es una extensión de mi cuerpo, que la música fluye desde adentro. Al dirigir, la relación es diferente: la música llega desde fuera, desde los músicos hacia ti. Como directora, tienes que desarrollar la capacidad de incorporar la música a tu interior durante el estudio. Me sucede que, en cierto momento, siento que la obra ya vive dentro de mí, y solo entonces siento que puedo decir “esta obra es mía”. Pero alcanzar eso es un proceso largo y profundamente abstracto.

¿Hay alguna dificultad que hayas enfrentado en tu carrera que hoy veas como un momento clave de aprendizaje?

Un aspecto esencial ha sido aprender a comunicarme bien con los músicos. Fuera del escenario puedo ser bastante tímida, así que es un desafío desarrollar habilidades para conversar, escuchar y reflexionar antes de responder, sobre todo en situaciones complejas. Lo que se ve en un concierto es solo una parte del trabajo de dirección: hay mucho que sucede antes, y todo eso requiere una preparación intensa. La comunicación, sin duda, es un aprendizaje continuo para mí.

¿Tienes directores o directoras que hayan sido faros en tu carrera?

Al comienzo me inspiró mucho Carlos Kleiber, un director extraordinario. Con los años, he tenido la oportunidad de trabajar como directora asistente del maestro húngaro Iván Fischer, quien ha sido una gran influencia. Es un músico brillante, con una mente excepcional y un enfoque muy innovador. Siento una gran afinidad con él, y lo admiro profundamente.

¿Cómo ha sido preparar el estreno mundial del Kookaburra Concerto en el Teatro Municipal de Santiago?

Ha sido un proceso hermoso y un gran desafío. Esta obra fue escrita especialmente para la pianista Alexandra Silocea y para mí, lo que hace que la preparación tenga un doble nivel de responsabilidad. Como sucede con toda obra nueva y contemporánea, no existen grabaciones previas, así que todas las decisiones surgen del estudio profundo de la partitura. Estoy feliz de tener esta oportunidad junto a la Orquesta Filarmónica de Santiago.

En el contexto de tu debut en la Sala de la Konzerthaus de Berlín, donde incluiste obras de Enrique Soro, ¿qué importancia tiene para ti dar a conocer repertorios latinoamericanos en otros escenarios?

Cuando salgo del país, siento naturalmente el impulso de llevar nuestra cultura al mundo. En este caso, presenté la Danza Fantástica de Enrique Soro, una obra relativamente breve pero muy significativa. La orquesta se mostró entusiasta al conocer a un compositor latinoamericano, y para mí fue una gran alegría escuchar su música en un escenario tan emblemático como la Konzerthaus de Berlín.

¿Qué acciones consideras necesarias para abrir más espacios a mujeres directoras de orquesta?

Creo que las oportunidades primero deben crearlas una misma. Tienes que buscar tus propios espacios para dirigir, aunque sea con amigos, grabar buenos videos y mostrar tu trabajo. Así empezamos todos. Cuando tienes material de calidad, se abren puertas para trabajar con mejores orquestas. Pero es un trabajo constante. No puedes quedarte esperando que te inviten a dirigir. Hay que salir, presentarte, mostrar tu currículum, tu video, insistir. Las oportunidades llegan cuando tú construyes el camino.