Por Simoné Oliva – Cofundadora y CEO de OTARIA
¿Qué tanto nos juzga el entorno cuando decidimos dejar la estabilidad laboral para
emprender? ¿Y cómo aumenta cuando somos mamás?
Soy ingeniera civil industrial, me formé en una universidad de prestigio y me desarrollé en
grandes corporaciones.Tenía lo que muchos consideran éxito: una buena posición,
estabilidad económica y un camino profesional asegurado. Pero no lograba llegar al
centro del círculo dorado de Simon Sinek: el por qué, mi propósito.
Esa búsqueda me llevó a LATE!, una empresa cuyo modelo de impacto me conquistó y
donde llegué a ser gerenta general. Tuve el honor de liderar un equipo pequeño pero
inmenso en talento y compromiso, compuesto en su mayoría por mujeres. Fueron años
intensos donde descubrí que la pasión y el propósito son fuerzas capaces de mover
montañas. Y el liderazgo es clave para lograrlo.
Pero la violencia de género se hizo presente y viví en carne propia el mansplaining: fueron
tantas las ocasiones en que una persona me desacreditó frente al directorio,
cuestionando mis capacidades y reduciéndome a un perfil no gerencial que, si bien fue
devastador y agotador, también fue mi punto de inflexión: ahí decidí construir algo propio,
con mis valores y propósito en el centro.
Estaba al tanto del trabajo en sostenibilidad de las empresas, pero los altos costos de
consultorías, la falta de conocimiento y la dificultad para gestionar datos eran barreras
difíciles de derribar. Vi un espacio claro para democratizar el acceso y me lancé a crear
una solución tecnológica que ayudara a las organizaciones a construir capacidades
reales para gestionar la sostenibilidad. Así nació OTARIA.
En este viaje me encontré con Isa Silva, mi socia. Dos mujeres con trayectorias distintas,
pero con la misma convicción: impulsar un futuro más resiliente y sostenible. Juntas
logramos transformar una idea en una empresa.
Desarrollamos un módulo para medir huella de carbono construido entre Google Sheets y
Looker Studio. La inversión fue solo tiempo, pero el aprendizaje fue enorme. Probamos el
mercado antes de escalar y confirmamos que había interés real: vendimos suscripciones
anuales a clientes desde el inicio.
Ese logro nos abrió la puerta a Start-Up Chile, donde fuimos seleccionadas para el
programa Build de la generación BIG 9. Recibimos financiamiento y validación.
¿Sabías que las start-ups lideradas por mujeres generan un 10% más de ingresos
acumulados en cinco años que aquellas dirigidas solo por hombres? (BCG &
MassChallenge, 2018). Nos estábamos transformando no solo en una empresa, sino que
en un aporte al género, porque el impacto de tener mujeres en emprendimiento no es
menor. Pero aún falta. Según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2023, las mujeres
representan solo el 35% del total de emprendedores en etapa inicial en América Latina.
¿Es fácil emprender? CERO, menos cuando mi rol principal no es ser CEO, gerenta general
o fundadora de una start-up. El rol que me mueve a diario, al igual que Isa, es ser mamá.
Nuestro día a día está marcado por interrupciones familiares, noches de trabajo después
de acostar a los hijos y la presión de cumplir en todas las esferas sin que ninguna se
caiga. Nos acompaña una carga invisible. No es un camino lineal ni glamoroso, pero es
profundamente auténtico y valiente. Representa la realidad de miles de mujeres que
lideran, crean y emprenden mientras sostienen el corazón de sus familias.
Aprendí a no renunciar en un mal día, a confiar en que el esfuerzo sostenido genera frutos
aunque tarden en aparecer. Hoy me sorprendo de lo que hemos construido con
perseverancia, resiliencia y propósito.
Dejar la seguridad corporativa para lanzarme a un proyecto propio fue una de las
decisiones más difíciles de mi vida… y la más liberadora. Descubrí que el verdadero éxito
no se mide solo en números, sino en el impacto que generas, en los equipos que inspiras
y en los caminos que abres para otras mujeres.
Quiero invitarlas a soñar en grande y a que no se achiquen -ni las achiquen- por ser
mujer. A liderar con empatía, pero también con compromiso y determinación. Y, sobre
todo, a recordar que los desafíos más grandes que enfrentamos son puertas hacia
nuevos comienzos. Nosotras tenemos el poder de decidir cuándo cruzarlas.