POR: Ruth Mata.
El mito del amor romántico impacta de manera directa en el autoconcepto y autoestima de las mujeres. Estas ideas de encontrar a la “media naranja” y ser “rescatadas” por el amor verdadero, perpetuado en la cultura popular, las puede llevar a jugar papeles dañinos en las relaciones de pareja, detonando prácticas nocivas a nivel mental y físico, como desórdenes alimenticios y violencia.
“El amor romántico en sí mismo, en el cual estamos ‘incompletos’ y que necesitamos ser ‘rescatados’ o encontrar a nuestra ‘media naranja’, es resultado de esa presión social que se coloca especialmente sobre las mujeres. A veces, en la desesperación por conseguir esa ‘otra mitad’ en una persona que se ha idealizado, se encuentran relaciones que no están basadas en el respeto”, dice en entrevista para Woman Times, María Elena Esparza Guevara, fundadora de Ola Violeta AC, una organización en México que busca prevenir la violencia de género y el feminicidio emocional.
Un estudio reciente de Ola Violeta reveló que cuatro de cada cinco mujeres realizan dietas no por salud, sino para encajar mejor en un ideal de belleza que consideran necesario para atraer pareja. Además, tres de cada cinco creen que mejorar su apariencia física aumentará sus posibilidades de encontrar pareja. Paradójicamente, la mitad de ellas reconoce que estos estándares son inalcanzables, lo que crea una relación tóxica con su propio cuerpo.
“Se trata de una carrera hacia una meta que no existe como posibilidad real, pero sí como presión mental permanente, cuyo efecto es la desconexión del propio cuerpo al rechazarlo por no poderlo transformar en lo que el sistema muestra como ideal, correcto o deseable”, expone María Elena en un artículo que acompaña los resultados de la encuesta.
El análisis La crisis del amor romántico, de Beatriz Martín Villota, publicado por la Universidad Complutense de Madrid, destaca cómo este modelo perpetúa la desigualdad de género: “El amor es el eje central en torno al que se pretende gire la vida de las mujeres, mientras que en los hombres queda relegado a un segundo plano, priorizando el reconocimiento social”.
Esta desigualdad en la socialización, se explica en el análisis, suponen que el amor romántico puede ser un factor de riesgo para que exista violencia en una pareja, lo que puede tener consecuencias alarmantes. En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, 40% de las mujeres de 15 años y más han sufrido violencia de pareja en algún momento de su vida. Y a nivel global, de acuerdo con información de Naciones Unidas, el 60% de los homicidios de mujeres son cometidos por sus parejas o familiares cercanos.
La cultura digital intensifica la presión sobre las mujeres. En el año 2021, la agencia Kantar publicó el resultado de una encuesta realizada en México, en la que descubrió que la autoestima de las mujeres es más baja que la de los hombres. Esto es, solo 47% de las mujeres se considera con alta autoestima, en comparación con 53% de los hombres.
En esta encuesta también se encontró que existe la percepción de que el cuerpo de las mujeres se observa y se juzga todo el tiempo, lo que impacta en la autoconfianza, en sus acciones, autoestima y en su seguridad. Además, según las respuestas obtenidas, las mujeres expresan sentirse limitadas por una combinación de presiones sociales, expectativas internas sobre feminidad, falta de representación y baja autoconfianza.
María Elena Esparza sugiere practicar una “higiene digital”, evitando consumir contenido que refuerce estereotipos dañinos. “Las fronteras que se difuminan cuando vemos a otra mujer con la que nos comparamos (en el ciberespacio), puede generar autopercepciones muy peligrosas. Desde el activismo y desde los medios de comunicación tenemos una labor muy importante para contrarrestar estos discursos. Es difícil ganarle a toda la industria del entretenimiento, pero sí se pueden generar otras narrativas”.
Desprenderse de las creencias impuestas no es fácil, pero es posible. Para detonar el cambio desde uno mismo es importante reflexionar que las creencias existentes no son propias: “Las creencias no son naturalmente tuyas. En Ola Violeta promovemos un ejercicio individual que se hace frente al espejo; dialogas con quien observas, exploras qué sientes. Es una especie de meditación, porque vas escuchándote. Anotas lo que sientes, los pensamientos que vienen a ti, las frases”.
Algunas preguntas que pueden detonar este diálogo:
- ¿Qué es lo que más me gusta de mí, tanto física como emocionalmente?
- ¿En qué momentos de mi vida me he sentido más fuerte y capaz?
- ¿Qué palabras amorosas me diría si fuera mi mejor amiga?
- ¿Qué logros he conseguido recientemente y por qué son importantes?
- ¿Cómo cuido de mí misma y de mi bienestar todos los días?
- ¿Qué cualidades admiro en mí que a veces olvido reconocer?
- ¿Cómo me gustaría hablarme y tratarme a partir de hoy?
- ¿Qué aspectos de mí hacen que las personas que me rodean me quieran y valoren?
- Si no tuviera miedo, ¿qué cosas nuevas me atrevería a hacer con confianza?
También es importante transformar la manera en que las mujeres se comunican entre ellas: “Colectivamente es una buena forma de poner en práctica la sororidad, preguntarnos qué nos decimos entre nosotras, qué le decimos a las amigas, a las hermanas, a las colegas del trabajo. Ser conscientes de cómo las miramos. A veces, simplemente la mirada juiciosa puede lastimar mucho a las otras personas”.
El amor romántico, tal como se ha idealizado, representa un riesgo de control sobre las mujeres. En cambio, es posible construir una nueva forma de amar basada en la autonomía, el respeto y el autoconocimiento: “Para mí, una pareja es la persona que impulsa tu crecimiento, tu desarrollo, cree en ti. El cuidado mutuo es fundamental en la pareja y está basado en el respeto. Habrá momentos de discusión, pero ‘ubico quién eres en tu dimensión de persona; tus virtudes y tus defectos, y elijo acompañarte, pero cuando siento que ya no nos hace bien estar juntos; digo adiós’”, concluye María Elena Esparza.