Una moda que no sólo trae ventajas no sólo para la protección del medio ambiente, sino que también para la salud física y mental.
Mientras que los economistas dicen que convertirse en cultivador puede generar un ahorro que fluctúa entre $40.000 y $100.000, los sicólogos destacan el impacto positivo en el autoestima, el estrés, la concentración y el sueño. No hay dudas, plantar es un ejercicio a todas luces beneficioso.
El factor pandemia y sus largas cuarentenas han ayudado a la gente a explorar una práctica que ayuda a reconectar con la naturaleza y liberar estrés. Ya sea en la terraza, en una azotea o en una esquina del patio de tu casa, la comunidad de cultivadores urbanos está creciendo. ¿Lo mejor? Sólo basta con tener las ganas de llevar un poco del campo al hogar y tener un espacio mínimo de 30 por 30.
“No somos cemento, somos un ecosistema donde hay plantas, animales, microorganismos, sol, luz y los huertos urbanos hacen que las personas tengan mayor conciencia y cuiden más el ecosistema”, dice, el ingeniero agrónomo Tomás Lyon. Para él, “los cultivos en la ciudad son una muestra de que la agricultura urbana se puede implementar incluso en pequeños lugares como la terraza de un departamento. La pandemia se ha convertido en un estímulo para mucha gente que antes no se atrevía a cambiar sus hábitos en su propia casa. Una oportunidad para volver a lo esencial y conectar con la naturaleza”.
Tomates cherry, albahaca, menta o incluso melones son alguno de los productos que puedes cosechar desde la comodidad de tu casa. Y si tienes dudas con respecto a cómo hacerlo bien, existen varias empresas que además de vender huertos, entregan tutoriales educativos para sacarle el máximo provecho al cultivo. También, hay un aumento de comunidades, a nivel comunal, que impulsan este tipo de iniciativas. Un buen ejemplo es la agrupación comunitaria Ecobarrio Yungay, pionera en impulsar la educación ambiental y las plantaciones, tanto en patios interiores como en emblemáticas plazas de la comuna. Con sus frutas y hortalizas, hoy por hoy proveen a más de una treintena de familias del sector.
Desde 2016, la diseñadora Elizabeth Reinoso comenzó a hacer compost como una manera de sumarse a la lucha contra el cambio climático y disminuir la cantidad de residuos. Al poco tiempo, se entusiasmó y plantó su primera huerta. “Como vivo en Pirque, donde hace mucho frío en invierno, primero plantábamos sólo en verano, pero después nos fuimos encantando con toda la mística que despierta y habilitamos un sector en la terraza. Ahí, instalamos mesas de cultivo y con materiales reciclados fabricamos cajas de madera donde montar los cultivos. Así nació @cultivatuhuerta.cl”, cuenta, al asegurar que no fue sino hasta la pandemia cuando su emprendimiento comenzó a crecer de manera exponencial
“Cultivar es una tremenda herramienta para eliminar el estrés y crear una conciencia respecto al compromiso que debemos asumir con el medio ambiente”, reflexiona. “Durante todos estos años he estudiado sobre huerto orgánico, semillas, permacultura y hierbas medicinales para crecer en conocimientos y confirmar los saberes adquiridos en la observación de la naturaleza que es un ejercicio maravilloso. Después de definir el espacio, les realizó una introducción al tema, donde les habló del riego y los cuidados específicos para cada producto. Además de todas las ventajas que trae en términos económicos, uno ve el impacto que tiene en los niños y es impresionante. Se crían con una formación medioambiental bien potente”, comenta.
Sofía Santander
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