Los prolongados periodos de aislamiento que sufrimos debido a la pandemia provocaron añoranza por estar al aire libre. Muchas personas optaron por incorporar la naturaleza a sus livings y dormitorios, dando importancia a lo que se conoce como biofilia, un concepto que define, literalmente, el amor por la vida. ¿Sirve para incorporarlo a los lugares donde vivimos y trabajamos? Sin duda. Y los beneficios son evidentes.
Se sabe que el contacto con la naturaleza reduce el estrés. Si pensamos en un lugar relajante, lo que viene a nuestra cabeza es una playa, un prado, una montaña. ¿Por qué entonces no pedirle a la arquitectura y el diseño que nos permitan ese contacto de un modo evidente? Esa es la pregunta que se hizo el arquitecto inglés Oliver Heath, uno de los precursores de la arquitectura biofílica. Hay que aclarar que esto va mucho más allá de tener una maceta sobre el escritorio, se trata más bien de crear desde el inicio ambientes que contribuyan a que las personas vivan, trabajen o estudien en un espacio que se conecte con la naturaleza y de esta forma mejore la calidad de vida de quienes circulen por allí. Los ocupantes deben sentir que están en un ambiente natural que los relaja, les reduce el estrés y la ansiedad.
El diseño biofílico, que se refiere al amor por lo que está vivo, tiene 14 reglas o principios, que se pueden agrupar en tres ideas básicas:
La primera es, por supuesto, tener buenas ventanas hacia vistas naturales: montañas, un parque, el cielo. Pero además, que las plantas estén en el interior de manera evidente, cultivadas en muros verticales, en grandes macizos con especies diversas o en conjuntos de macetas que permitan observar distintas formas, matices y texturas de verde. Y claro, son bienvenidos los sonidos naturales como el agua o música muy suave. Si el agua proviene de una pequeña fuente es aún mejor, porque observar ese movimiento también induce la calma.
Lo segundo es crear un espacio armonioso con la naturaleza. Es decir, recurrir a materiales y formas que evoquen el estar al aire libre. La madera, las ventanas que se pueden abrir para generar contacto real con el exterior, texturas que evoquen la suavidad de un prado, iluminación natural y formas orgánicas son elementos que sin duda suman en este tipo de ambiente.
Por último, es vital considerar espacios de relajación y soledad para que, aunque sea por unos pocos minutos, las personas puedan sentirse en paz, sin ruidos, sin teléfonos, sin distracciones.
Está comprobado que trabajar en espacios de diseño biofílico mejora el rendimiento y la creatividad, reduce la frecuencia cardiaca y los signos de estrés, por lo tanto, aplicar estos principios en las oficinas, colegios y universidades sin duda tiene un efecto positivo. Y dado que nuestras casas también se convirtieron de alguna forma en oficinas y centros de estudio, tener en cuenta esta forma de ver el interior de nuestros hogares puede ser muy beneficiosa para lograr una mejor calidad de vida. Es probable que no sea el momento de proyectar una nueva casa, pero sí de observar cómo aumentar la presencia de la naturaleza en la que habitamos.
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