“En Rusia la violencia contra las mujeres es sistemática y está totalmente mediada por el aparato estatal; comienza cuando eres niña, en la educación secundaria estás obligada a acudir a revisiones médicas, entre ellas la del ginecólogo, que comprueba tu virginidad. Si no la confirma, contactan a tus padres para comunicárselo. Este es un ejemplo de cómo no se respeta el cuerpo de la mujer, aunque la legalidad vigente no obliga a realizar estas prácticas, tampoco las condena”, denuncia, Svetlana Slepenko, socióloga y coordinadora del Centro de Asistencia Psicosocial de Mujeres Simona. La organización rusa lleva años denunciando la persecución del gobierno de Vladimir Putin contra las mujeres y la comunidad LGTB.
A diferencia del resto del mundo, la legislación contra la violencia de género ha retrocedido de manera dramática en la nación que hoy lidera la ofensiva contra Ucrania que tiene al mundo en vilo.
Lo más grave ocurrió en 2017, cuando la violencia doméstica dejó de ser parte del Código Penal ruso y se transformó en una falta multa administrativa que de acuerdo a los registros, suelen pagar con el dinero de la unidad familiar y no con el del agresor. Esto, disparó el miedo entre las víctimas y un año después apenas se denunciaron el 20% de los casos reales, acuerdo a distintas ONG.
Para los especialistas, la premisa de que el lenguaje crea realidades encuentra en Rusia su mejor representación. Curiosamente, en la ex Unión Sovietica fue un emblema de igualdad de género, pero desde que el ex agente de la KGB llegó al poder hace 22 años, la situación es muy distinta. Reacio a los cambios globales ha construido un perfil que ha sido catalogado de “machista, homófobo y misógino”, las palabras que más se repiten a los múltiples perfiles escritos de él.
La última de sus polémicas declaraciones fue el año pasado cuando calificó como “monstruoso” que en Occidente a los niños y niñas se les eduque sobre identidad de género y transgénero. “Se les empuja a creer que tienen una opción impuesta, mientras que los padres son rechazados No tenemos problemas con las personas LGBT, pero algunas cosas nos parecen excesivas. Hay quienes afirman que ahora los niños pueden desempeñar cinco o seis roles de género. Una aberración. Ni siquiera puedo decir exactamente qué géneros son, no tengo ni idea, pero no se debe permitir que esto eclipse la cultura, las tradiciones y los valores familiares tradicionales de millones de personas que constituyen el núcleo de la población”.
Claro que antes otras de sus “reflexiones” recibieron el repudio de las organizaciones pro mujer de todo el planeta. En el documental que durante dos años filmó Oliver Stone de Putin, el presidente ruso Vladimir Putin dijo que “no soy mujer, así que no tengo días malos. No quiero ofender a nadie. Es la naturaleza de las cosas. Hay ciertos ciclos naturales”.
En la última conferencia anual televisada desde el Kremlin, el hombre que espera gobernar hasta que la salud definió sin tapujos la filosofía del Kremlin: “Si alguien piensa que mujeres y hombres son lo mismo, entonces que así lo piense. Pero debe haber sentido común. Sigo con el enfoque tradicional de que una mujer es una mujer, un hombre es un hombre, una madre es una madre y un padre es un padre”.
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