Lo que alguna vez comenzó como una manera rápida e innovadora de encontrar pareja, hoy se ha transformado en un ciclo cada vez más repetitivo y agotador para sus usuarios.
Se acerca el 14 de febrero y, con ello, la temática del amor y las citas se hace más presente que nunca. Sin embargo, si bien hubo una época en la que el primer instinto sería recurrir a una app de citas, hoy las cosas han cambiado. Se trata de una tendencia que poco a poco ha dejado de interesar a la gente.
Los datos son una prueba clara: en el segundo trimestre de 2024, las apps de citas contaban con 137 millones de usuarios activos en todo el mundo, 17 millones menos que los que las usaban al menos una vez al mes en 2021, según un artículo de The Economist.
Algo similar ha ocurrido con las descargas. Se estima una caída de al menos 20% en los últimos años. Por su parte, aquellos que sí ocupan estas aplicaciones están cada vez menos dispuestos a pagar la versión premium, que en Tinder exhibe hoy su cifra más baja desde 2021: 9,6 millones. Por su parte, rivales como Bumble han perdido el 90% de su valor desde que salió a bolsa en 2021.
¿Qué fue lo que ocurrió?
Según la mayoría de los expertos, se trata de un fenómeno que ha sido denominado como “dating fatigue” o fatiga de citas, un estado de agotamiento emocional que surge del uso prolongado de plataformas de citas en línea.
Este estado es a menudo causado por el ciclo constante de deslizar, enviar mensajes, el posible rechazo y la presión de presentar una versión idealizada de uno mismo, lo que genera sentimientos de frustración, desánimo y el deseo de simplemente dejar de tener citas por completo.
Por otro lado, el tema de la seguridad no deja de ser importante. Según la empresa de seguridad Kaspersky el 17% de los suscriptores de aplicaciones de citas en México han sido víctimas de “doxing”, la práctica de hacer pública en internet información privada de una persona sin su consentimiento.
Así, una nueva tendencia ha comenzado a surgir en el mundo de las citas, donde muchas personas están volviendo a eventos sociales presenciales como el “speed dating” y las actividades grupales, buscando reconectar de manera más auténtica y, posiblemente, encontrar el amor.