La crisis climática “no es imparcial en cuanto al género”. Un estudio reciente de ONU Mujeres estableció una relación directa entre ambos fenómenos.
Cada vez hay más datos e investigaciones que corroboran una clara relación entre cambio climático y desigualdad de género, un último informe de ONU Mujeres analizó los efectos que tiene este fenómeno con el empoderamiento de las mujeres y su desarrollo.
El informe establece que la crisis climática “no es imparcial en cuanto al género”, ya que mujeres y niñas sufren las peores consecuencias de ella, lo que agrava aún más los altos índices de desigualdad de género. En todo el mundo, las mujeres dependen más de los recursos naturales, pero tienen menos acceso a ellos.
Entre muchas regiones del mundo, las mujeres cargan con una responsabilidad “desproporcionada” cuando se trata de garantizar alimentos, agua y combustible. La agricultura es el sector laboral más importante para las mujeres de los países de ingresos bajo y mediano. Así, durante las épocas de sequía o precipitaciones irregulares, las mujeres, como trabajadoras agrícolas y productoras primarias, trabajan más arduamente para obtener los ingresos y recursos para sus familias. Esto representa una mayor presión para las niñas, quienes a menudo deben abandonar sus colegios para ayudar a sus madres a sobrellevar la carga adicional.
De ahí, la importancia del último estudio de ONU Mujeres que asegura: “el cambio climático multiplica las amenazas, puesto que aumenta las tensiones sociales, políticas y económicas en los países frágiles y afectados por conflictos. Como el cambio climático agrava los conflictos en todo el mundo, las mujeres y las niñas son más vulnerables a todas las formas de violencia de género, incluídas la violencia sexual relacionada con los conflictos, la trata de personas, el matrimonio infantil y otras formas de violencia”.
Cuando ocurren desastres, las mujeres tienen menos posibilidades de sobrevivir y suelen ser las más perjudicadas debido a las prolongadas desigualdades de género que han creado disparidades en el acceso a la información, a la toma de decisiones y al acceso de recursos, entre otros. Como consecuencia, deben enfrentar mayores dificultades para recibir asistencia.
“Si analizamos el cambio climático desde la perspectiva del feminismo interseccional, y la manera en que las distintas formas de desigualdad a menudo operan juntas y se exacerban entre sí, resulta claro que los riesgos del cambio climático son particularmente graves para las mujeres y las niñas indígenas y afrodescendientes, las mujeres de mayor edad, las personas LGBTIQ+, las mujeres y las niñas con discapacidades, las mujeres migrantes y aquellas que viven en las zonas rurales, remotas y propensas a los desastres y los conflictos”, sostiene el informe.
“Si eres invisible en la vida diaria, tus necesidades no serán consideradas, mucho menos atendidas, en una situación de crisis”, dijo Matcha Phorn-In, una de las participantes del estudio que trabaja para empoderar a las personas jóvenes LGBTIQ+ y las niñas y mujeres indígenas en Tailandia. “Los programas humanitarios tienden a ser heteronormativos y pueden reforzar la estructura patriarcal de la sociedad si no tienen en cuenta la diversidad sexual y de género”, explica Phorn-in. “Al abordar un cambio estructural, defendemos la igualdad de toda índole y trabajamos en favor de ella”.
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