Bióloga, ecologista y activista por los derechos de la mujer, Wangari Maathai fue la primera mujer africana y la primera ambientalista en recibir el Premio Nobel de la Paz, luego de crear el movimiento Cinturón Verde, que suma más de 40 millones de árboles plantados en toda África.
Nacer mujer en Kenia a mediados del siglo pasado era casi una condena y traía consigo un destino que casi ninguna niña podía torcer: trabajar en el campo, acarrear agua y recoger leña. Sin embargo, Wangari Maathai, nacida por entonces en una pequeña colonia británica situada en las zonas altas de Kenia, pudo estudiar, lo que no sólo le cambió la vida a ella, sino que lo hizo también para miles de mujeres africanas que a día de hoy siguen multiplicando su legado.
Luego de estudiar Biología en Estados Unidos, volvió a su país para trabajar en el Departamento de Anatomía Veterinaria de la Universidad de Nairobi, donde completó un doctorado, lo que la convirtió en la primera mujer de África Central y Oriental en obtener ese grado académico.
Fue durante esos años de estudio y docencia cuando Wangari empezó a destacar por su activismo en pro de los derechos de la mujer. Primero, luchó por conseguir igualdad de oportunidades y salarios en la universidad y luego se convirtió en directora del Consejo Nacional de Mujeres de Kenia, una asociación que abogaba por el empoderamiento de las mujeres del país.
Su lucha feminista se uniría con su cruzada medioambiental al darse cuenta de las demandas de las mujeres campesinas que recibía como directora del Consejo Nacional de Mujeres, quienes comentaban que sus ríos se secaban, que sus recursos eran escasos y que cada día tenían que recorrer mayores distancias en busca de leña. Concluyó entonces que muchos de los problemas que tenían las mujeres eran producto de la degradación medioambiental.
Siempre sostuvo que el ecologismo podía ser un atajo hacia un desarrollo sostenible y mejorar los problemas, Maathai fundó el movimiento Cinturón Verde (Green Belt Movement), en 1977. La idea era simple, impulsar el trabajo conjunto de las mujeres en la plantación de árboles para mejorar su situación y luchar contra la deforestación, la erosión y la sequía en su país.
El movimiento, clave para avanzar en la liberación y empoderamiento de las mujeres campesinas, llegó a plantar 47 millones de árboles autóctonos en consonancia con el medio ambiente local y defendió los derechos de los pobladores en contra de actividades mineras e industriales. Así fue como se ganó el nombre de “la mujer árbol” que siempre dijo le llenaba de orgullo.
“Con este método práctico de plantar árboles, las mujeres se han dado cuenta de que tienen la elección real de poder preservar el medio ambiente o destruirlo. Estas experiencias contribuyen al desarrollo de su autoestima”, explicó, al definir la iniciativa.
Finalmente, en 2004, Wangari se convirtió en la primera mujer africana y la primera ambientalista en ser galardonada con el Premio Nobel de la Paz, “por su contribución al desarrollo sostenible, a la democracia y a la paz”. Esto la llevó también a ser Mensajera de la Paz de la ONU y a crear la Iniciativa de las Mujeres Nobel, que fortalecía el trabajo realizado en favor de los derechos de la mujer.
Wangari Maathai, víctima de cáncer de ovarios, falleció el 25 de septiembre de 2011, a los 71 años. Michelle Bachelet, entonces Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, declaró: “Nos unimos a muchos en África y en todo el mundo para llorar su fallecimiento y para celebrar su vida como líder excepcional, primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz. La Profesora Maathai se declaró, con valentía y siendo víctima de acosos y ataques, a favor de la protección del medio ambiente y del progreso de los derechos de las mujeres, de la lucha contra la desertificación, la escasez de agua y el hambre en el medio rural”.
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