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“El lugar de la otra”: una lección de empatía femenina

Por: Elizabeth Salazar, integrante Programa Periodismo Colaborativo WT.

Si actualmente para las mujeres es difícil abrirnos camino laboralmente en algunas áreas, imaginen lo dificultoso y limitado que podían ser las posibilidades para una mujer varias décadas atrás. Esto nos muestra “El lugar de la otra”, la primera cinta de ficción de Maite Alberdi, cuya historia está basada en hechos reales y que se encuentra ambientada en Chile durante los años cincuenta.

Una noticia conmocionó al país cuando la popular escritora María Carolina Geel (Francisca Lewin) asesinó a su amante en uno de los salones del Hotel Crillón, un lugar frecuentado por la élite chilena. El caso despierta la curiosidad de Mercedes (Elisa Zulueta), la secretaria del juez encargado del juicio de Geel (Marcial Tagle), quien recibe el encargo de visitar el departamento de la escritora para recoger algunas pertenencias que deberá llevar a la prisión. A partir de entonces, el departamento se convierte en un oasis de libertad para Mercedes, quien empieza a quedarse allí con regularidad y a soñar con una vida diferente, lejos de la monotonía de su matrimonio y de las tareas domésticas que la mantienen atrapada.

Cuando Mercedes visita el departamento de Geel, la llave no solo le abre la puerta, sino también el mundo de María Carolina, un mundo diametralmente opuesto al suyo. María Carolina vive sola, rodeada de libros, perfumes y discos, y todo en su hogar es de su absoluta propiedad. En ese lugar reina la tranquilidad y una completa libertad. En contraste, Mercedes no tiene momentos de soledad y debe compartirlo todo con su marido e hijos. Anhela un espacio personal, un ‘cuarto propio’ donde pueda expresar sus pensamientos y realizar las acciones que desea sin dar explicaciones. Es una mujer astuta e inteligente, pero se ha visto limitada por el entorno machista que impregna tanto su trabajo como su vida familiar.

La época retratada por Maite Alberdi muestra una sociedad tradicional de los años cincuenta, con roles de género claramente definidos, que muchas mujeres comienzan a cuestionar. En ese contexto, estaban obligadas a cumplir su ‘deber ser’, con muy pocas posibilidades de tener una vida propia y un trabajo que les brindara autonomía financiera y emocional. En la cinta, una frase que refleja bien esta realidad es cuando María Carolina Geel dice: ‘estoy pagando por el peor de los crímenes: ser artista y mujer’. Este hecho es lo que le da tanta repercusión al asesinato en esa época, porque fue una mujer quien mató a un hombre. Y, aunque se trate de una homicida, Mercedes parece añorar la vida de Geel por las libertades que disfruta, ya que, a diferencia de ella, goza de un reconocimiento profesional, así como un espacio y bienes propios.

Con destacadas actuaciones de Elisa Zulueta y Francisca Lewin, esta película nos invita a reflexionar sobre la vida de nuestras abuelas, madres y todas las mujeres que nos precedieron en aquellos años. Independientemente de su situación social y económica, ellas tuvieron que luchar para que el espacio privado no fuera el único ámbito disponible para nosotras. Hoy en día, aún parece haber algunas ‘Mercedes’ que no pueden alcanzar lo que anhelan, y es de esperar que esta realidad cambie en el futuro.

Disponible en Netflix desde el 11 de octubre.

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