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Ese incómodo momento en que nos dan un consejo que no pedimos

Cuántas veces nos hemos ido a casa con un sabor amargo porque alguien nos dio una opinión sobre un tema personal sobre el que no le habíamos preguntando. Lo ideal explica Guila Sosman,  psicóloga clínica y docente de la Universidad Diego Portales es decir, amablemente, que eso nos molesta.

Un día lunes Amalia llegó triste al trabajo porque el fin de semana una mudanza concretó su divorcio. Sus amigos y compañeros de oficina lo sabían y respetaron su espacio. Hablaron de cualquier cosa para distraerla. Pero de pronto llegó Margarita a su puesto, una persona que trabaja en otra sección -y que se enteró de la noticia- y le dijo, en voz alta, “tienes que salir a carretear y lanzarte a la vida,  tu ex no vale la pena, te sacaste un peso de encima”.  Si Amalia y Margarita habían cruzado palabras antes de ese día fueron unos saludos en el baño y en el ascensor.

“Muchas veces la gente que da consejos tiene que ver con personas que no reconocen fácilmente los límites que hay entre cada persona y los límites propios, y suelen traspasarlos. También pueden ser personas con menos habilidades sociales, por ejemplo. O pueden ser personas más autorreferentes, es decir personas que necesitan dar un consejo o decir lo que piensan. Más allá de empatizar con el otro o ver en qué estado está el otro, dicen lo que piensan. Habría que ver (cada caso), porque cada persona es muy distinta, pero sí yo creo que tiene que ver un tema de reconocimiento y traspaso de límites muchas veces”, dice Guila Sosman,  psicóloga clínica y docente de la Universidad Diego Portales.

Lo más probable es que Amalia no haya dicho nada a su “consejera” ese día y que haya llegado a su casa con una molestia en la guatita. “En general lo ideal es que uno puede expresar sus emociones, sus sentimientos, sus incomodidades. Se sugiere expresar cuando uno está molesto o cuando uno se sintió de alguna manera transgredido y esto hay que tratar de expresarlo de la manera más asertiva posible, no de manera violenta, estableciendo límites de buena manera, pudiendo delimitar los temas propios de temas ajenos y también aquellos más íntimos que no necesariamente se comparten con los demás”, explica la especialista. 

Y agrega: “Se pueden decir cosas como ‘me complica hablar de este tema’, ‘prefiero no hablarlo ahora’ o ‘este tema yo trato hablarlo con muy pocas personas’. En el fondo es poner límites pero sin ser violento con la otra persona”.

Ahora bien. Hasta aquí hemos hablado de personas lejanas que dan consejos que no pedimos. Pero hay momentos en la vida en que tampoco queremos recibir consejos de amigos, incluso de grandes amigos y eso también es válido. “Muchas veces los amigos solo por conocer a las personas, por comprender sus ritmos y cómo manejan sus problemas saben cuándo hablarles y cuándo no, pero si no, la idea es que uno puede colocar ahí los límites, sus necesidades y deseos, sobre todo cuando se está complicado con algo”.

Obviamente, aclara la psicóloga, es muy bueno pedir consejos a los amigos y amigas, sentir que tiene redes sociales y familiares que la pueden apoyar y  acompañar. “Es muy nutritivo porque da muchos puntos de vista acerca de lo que uno está pensando y sintiendo y siempre hace que la experiencia no sea vivida en soledad, sino que en compañía y eso en general es muy positivo”, dice.

Pero uno siempre  puede decir a los amigos “sólo quiero que me escuches”. Nadie está obligado a recibir consejos si no quiere. 

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