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Hedy Lamarr: La estrella de Hollywood que inventó el WiFi

La austríaca, que protagonizó el primer desnudo completo de la historia del cine en 1933, fue además una genial inventora, que desarrolló, entre otras cosas, la tecnología que se basa en el Wifi moderno. De hecho, en Austria, el Día del Inventor se celebra el 9 de noviembre, el día de su nacimiento, en honor a ella. 

La austríaca Hedwig Eva Maria Kiesler (1915), más conocida en Hollywood como Hedy Lamarr, llenó las salas de cine en los años 30’ y 40’ y su faceta de actriz eclipsó totalmente su dimensión como creadora e ingeniera, donde llegó a trabajar con el Gobierno de Estados Unidos. Considerada la “mujer más bella de la historia del cine”, en 1933, con la película Éxtasis, revolucionó a la conservadora sociedad occidental con el primer desnudo completo de la historia, además de ser la primera actriz en recrear un orgasmo en la pantalla grande. Y aunque protagonizó otros grandes éxitos de la mano de Metro Goldwyn Mayer, siempre se mostró como una mujer libre e independiente. “Cualquier chica puede ser glamurosa. Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida” ironizaba en esa época. 

Única hija entre un banquero y una pianista, en el colegio destacó por su brillantez intelectual, considerada por sus profesores como una superdotada. Entró a estudiar ingeniería pero lo abandonó para cumplir su sueño de ser actriz. Su primer papel lo consiguió en 1930 y tres años más tarde se haría famosa mundialmente por Éxtasis, considerada un escándalo sexual y se prohibió su exposición en las salas de cine. Los padres de la actriz quedaron horrorizados con las imágenes y aceptaron la solicitud de un magnate llamado Fritz Mandl de poder cortejarla. Los padres accedieron creyendo que el hombre, mayor que la actriz, podría reconducir a la joven por el buen camino. 

Pero Mandl resultó ser extremadamente celoso y trató de comprar todas las copias de la película para que nadie pudiera ver su desnudo. La obligaba a acompañarlo en todas las reuniones sociales para no perderla de vista y vivía prácticamente encerrada en un castillo de Salzburgo. La vigilancia continua era tan insoportable que decidió huir. Estando Mandl en un viaje de negocios, escapó por la ventana de los servicios de un restaurante y huyó en automóvil hacia Paris. Se embarcó en el Normandie con destino a USA y ahí conoció a un productor de películas que le ofreció trabajo antes de llegar a puerto. La única petición era que se cambiase el nombre para que no la relacionaran con la película y ella eligió el de Hedy Lamarr, en memoria de la actriz de cine mudo Bárbara La Marr.   

Grabó una serie de éxitos de taquilla pero con el tiempo Hollywood le fue dando la espalda, sobre todo por su fama de mujer rebelde. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Hedy ofreció sus servicios al Gobierno de Estados Unidos, ya que disponía de información privilegiada acerca del armamento del ejército alemán.  Ubicada en el departamento de tecnología militar, Hedy se dio cuenta de que las señales de radio que guiaban a los torpedos de la armada norteamericana eran muy fáciles de interceptar. Fue entonces cuando elaboró junto con su amigo el compositor George Antheil un sistema de detección de torpedos teledirigidos, inspirado en un principio musical de frecuencias y era capaz de hacer saltar señales de transmisión entre las frecuencias del espectro magnético. 

Los militares no supieron apreciar entonces la utilidad del invento que les estaba ofreciendo Hedy hasta que muchos años después, en 1962, se produjo la crisis de los misiles cubanos. Entonces la tecnología de Lamarr se utilizó para interceptar las comunicaciones y el control de los torpedos. A día de hoy este método se emplea para los sistemas de posicionamiento por satélite, como el GPS, y fue el precursor del Wifi.

Aislada y amargada, Hedy Lamarr pasó sus últimos años retirada en su mansión de Miami. Cuando le concedieron el Pioneer Award por su gran aporte a la tecnología, lo recibió con escepticismo y comentando ‘it’s about time’ (ya era hora). Murió el 19 de enero de 2000 y en la actualidad, en Austria, se celebra el Día del Inventor cada 9 de noviembre, el día de su nacimiento, en honor a ella. 

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