Desde 2018, Nacional Monte de Piedad inició una estrategia de inversión social que busca impulsar la inclusión financiera de las mujeres y en 2022 colaboró con 35 organizaciones que tuvieron un impacto en la educación financiera de 5.600 mujeres.
Crear comunidad y redes de apoyo en torno al ahorro, al crédito y la inversión contribuye con los cimientos del desarrollo social en contextos rurales y posibilita el acceso a la salud, la educación y la seguridad alimentaria de poblaciones vulnerables, en particular, de las mujeres.
Para Alejandra Angarita, líder de la Dirección de Inversión Social en Nacional Monte de Piedad “el diálogo entre mujeres genera mayor autoestima y confianza no sólo desde una perspectiva individual sino en lo colectivo”. Es necesario que las mujeres conecten con sus pares y se junten con organizaciones que las acompañen en sus procesos de inclusión financiera y emprendimiento.
Las mujeres en México cuentan con menor inclusión financiera en comparación con los hombres. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF), 74% de las mujeres reportaron tener o haber tenido algún producto financiero, inferior a 82% reportado por los hombres.
La brecha de género que existe en México y América Latina se traduce en problemas de distribución y disparidad en el acceso a servicios básicos. En zonas rurales, por ejemplo, las mujeres están obligadas a quedarse en casa, cuidar a los hijos y cultivar la milpa. Además, no tienen acceso a la tierra ni son propietarias, y para poder trabajar deben pedir el permiso de sus maridos. A esta desigualdad se suma la discriminación que dichas mujeres sufren como consecuencia de su color de piel, rasgos indígenas y su lengua.
“En estos entornos persiste una desvalorización de los trabajos que realizan las mujeres, ya sea como empleadas domésticas o vendiendo artesanías y alimentos. Existe la concepción de que este trabajo no tiene valor y se paga mal”, comenta Alejandra Angarita.
De acuerdo con Alejandra, los principales desafíos que enfrentan las mujeres en entornos rurales son la falta de acceso a la educación y a la salud, la muy arraigada desigualdad de género, la escasez de oportunidades y el trabajo precario.
Por ello, desde 2018, Nacional Monte de Piedad inició una estrategia de inversión social que busca impulsar la inclusión financiera de las mujeres, entendiéndola no sólo como el acceso a productos financieros como ahorro y crédito sino, como la posibilidad de acceder a servicios básicos que les procuren bienestar.
Se trata, detalla Alejandra, de “realizar distintas acciones con una perspectiva mucho más amplia donde la inclusión financiera funja como un facilitador para que las mujeres logren una autonomía e independencia económicas”.
Un foco son los grupos de ahorro y préstamo en Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Yucatán, el Bajío y la Sierra Gorda, donde Nacional Monte de Piedad ha detectado que existe una mayor exclusión y precariedad para las mujeres. Ahí el apoyo de Monte se concentró en la creación de redes de liderazgo comunitario donde se acompañan en los cuidados, en sus emprendimientos, ahorran conjuntamente y se prestan dinero para sacar adelante sus negocios.
En 2022, Nacional Monte de Piedad apoyó a alrededor de 50 organizaciones de la sociedad civil, que trabajaron con alrededor de 7.000 mujeres en temas de acceso a un trabajo digno y, además, colaboró con 35 organizaciones que tuvieron un impacto en la educación financiera de 5.600 mujeres.
A decir de la líder de la Dirección de Inversión Social “invertimos en aquello que permitiera a las personas en mayor vulnerabilidad hacerse agentes de su propio desarrollo. Consideramos que el trabajo digno y la inclusión financiera constituyen un habilitador y un facilitador para que las personas en mayor pobreza y condiciones de exclusión puedan activarse y generar sus propios mecanismos de ingreso”. Finalmente se trató de priorizar en donde la ayuda de Nacional Monte de Piedad tenía más sentido y era prioritario para el desarrollo del país, concluye la ejecutiva.
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