Con 88 años, viaja 300 días al año para entregar su mensaje. “Me quedo sin tiempo, pero no sin esperanza”, dice, quien redefinió la naturaleza humana a partir del estudio de los chimpancés.
Hija de una novelista y de un hombre de negocios, Goodall nació en 1934 en Londres. Cuando todavía era una niña, sus padres le regalaron un chimpancé de peluche, a quien bautizaron como Jubilee y ella está convencida de que ese fue el gatillante de su amor por la esoecie a la que ha dedicado su vida.
“Las amistades de mi madre se horrorizaban con este juguete, pensando que me asustaría y me causaría pesadillas”, escribió en su libro autobiográfico, en el que rememora su adolescencia rodeada de animales y soñando con escribir en África. A los 23 años comenzó a hacer realidad su sueño viajando a Kenia para estudiar con el famoso antropólogo Lois Leakey. Luego, tomó la arriesgada misión de investigar por primera vez a los chimpancés salvajes que habían en la zona.
Sin mucha preparación científica, se internó por seis meses en el Parque Nacional Gombe, en Tanzania, con unos binoculares, una libreta de anotaciones y paciencia, mucha paciencia.
Era la década de los sesenta y aún el movimiento de emancipación femenina no llegaba al mundo científico. Además, prácticamente no se sabía nada sobre los chimpancés en estado salvaje, por lo que su llegada a la selva africana fue vista con recelo entre los investigadores de la época. Sólo se le permitió viajar con la condición de que fuera acompañada, y ella decidió llevar a su madre, la gran promotora del activismo que le dio fama mundial.
La sorpresiva cercanía que consiguió con los animales entregó resultados inéditos para los estudios del comportamiento animal. Antes de ella, por ejemplo, se creía que los chimpancés eran herbívoros pero Jane los observó comiendo carne de pequeños animales. Con el tiempo, llegaron otros descubrimientos, el más importante fue cuando observó que algunos chimpancés usaban una hoja para sacar termitas desde un montículo en la tierra, mientras otros fabricaban herramientas con las ramas. Con el tiempo, sus hallazgos fueron reconocidos como una de las piezas clave del estudio evolutivo del siglo XX.
Con más de 26 libros, innumerables artículos científicos, y más de 20 producciones para cine o televisión, Jane Goodall está hoy abocada a la fundación que lleva su nombre. En promedio, viaja más de 300 días al año dando conferencias, en las que advierte del desastre que se avecina si no cambian las cosas.
“Siento que tengo una misión y tengo que hacerlo. Cada uno de nosotros marca la diferencia cada día, y podemos elegir qué tipo de diferencia hacemos. Si tienes una pasión, si tienes un sueño, mantenlo hasta el final. Y, al final, debería hacerse realidad”, dijo, en su última entrevista.
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