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María Elba Chahuán, emprendedora y líder gremial: “Uno de los grandes problemas del emprendimiento femenino es la seguridad, no creerse el cuento”

Emprender no es solo abrir una tienda o lanzar un producto. Para muchas mujeres, es una forma de vida, una apuesta por la independencia y un acto de profunda resiliencia. Así lo plantea María Elba Chahuán, ingeniera comercial, empresaria y una de las voces más activas en el ecosistema emprendedor chileno.

Con una trayectoria marcada por iniciativas como Rizola, Apaño y la plataforma CEmprendedor, hoy es vicepresidenta ejecutiva de Unión Emprendedora, una ONG que trabaja por el impulso de negocios con impacto económico, social y ambiental. Desde allí, lidera también la iniciativa Mi Compromiso Pyme, que busca consolidar a las pymes locales como proveedoras de grandes empresas.

Consciente de las múltiples barreras que enfrentan quienes emprenden, Chahuán ha enfocado buena parte de su trabajo gremial en visibilizar las dificultades particulares que viven las mujeres al momento de iniciar un negocio. “Uno de los grandes problemas del emprendimiento femenino es la seguridad, no creerse el cuento”, dice. Y detrás de esa falta de confianza, explica, hay una historia larga de formación social que ha empujado a las mujeres a dudar de sus capacidades, a postergar sus ideas y a sentirse fuera de lugar en espacios de liderazgo.

“Siempre me ha movilizado la idea de que lo local puede transformar realidades. Para mí, emprender fue una forma de demostrar que no hay que esperar que otros nos abran la puerta: podemos construir nuestras propias ventanas”.

“No es solo una tarea individual”, asegura. “La autoconfianza se cultiva en comunidad, con referentes, formación y acompañamiento real. También necesitamos una sociedad que entienda que el desarrollo de las mujeres no es responsabilidad exclusiva de ellas. Es urgente avanzar hacia una cultura de la corresponsabilidad, especialmente cuando hay hijos, cuidado y trabajo doméstico de por medio. No podemos seguir asumiendo que emprender mientras se cría es una hazaña individual”.

Desde su historia personal —marcada por su origen familiar inmigrante y una infancia que la enseñó a construir oportunidades desde cero—, Chahuán reconoce que emprender fue también una forma de buscar propósito. “Siempre me ha movilizado la idea de que lo local puede transformar realidades. Para mí, emprender fue una forma de demostrar que no hay que esperar que otros nos abran la puerta: podemos construir nuestras propias ventanas”.

Y aunque reconoce que hoy existe una mayor visibilidad para las mujeres que emprenden, las barreras estructurales siguen siendo múltiples. Entre ellas, menciona la sobrecarga de tareas de cuidado, el difícil acceso al financiamiento y la exclusión de redes de poder y decisión. “Muchas veces los bancos no creen en los emprendimientos liderados por mujeres o piden garantías que no tenemos. No es que nos falte talento: lo que hay son obstáculos”.

Desde Unión Emprendedora han intentado responder a estos desafíos con iniciativas que fomenten redes de apoyo reales y efectivas. “Las redes no se construyen por casualidad, se construyen con intención. No basta con generar espacios para vender, necesitamos espacios para compartir experiencias, errores, aprendizajes. Si a una le va bien, eso abre camino para muchas más”, plantea. Por eso, promueven instancias de mentoría, mesas de trabajo y encuentros —presenciales y virtuales— que permiten conectar a mujeres de distintos territorios, generaciones y sectores económicos.

Otro punto crítico que destaca es la necesidad de mayor financiamiento con perspectiva de género. “Hoy nos ofrecen muchas capacitaciones, mentorías, redes, y está bien. Pero si no hay capital, si no hay recursos concretos para partir o escalar un negocio, todo lo demás se queda corto”, afirma. Propone pensar en mecanismos diferenciados, menos burocráticos, que entiendan la brecha que existe y que no le pongan la vara más alta a las mujeres al postular a fondos.

Además, subraya la importancia de la educación financiera como herramienta clave para que las mujeres se animen a postular a proyectos más ambiciosos. “Muchas no lo hacen porque no conocen las herramientas, o porque creen que su proyecto es muy pequeño. Hay que cambiar ese chip y acompañar durante todo el proceso, no basta con un taller si después te quedas sola frente a un formulario lleno de tecnicismos”.

En este sentido, desde Unión Emprendedora han adaptado sus capacitaciones para que sean más breves, prácticas y aplicables desde el primer día. “Sabemos que las emprendedoras no tienen tiempo para cursos eternos o clases teóricas que no les resuelven nada. Por eso escuchamos, priorizamos y usamos lenguaje simple”, dice.

“Las mujeres están liderando negocios con propósito, con impacto social, con una mirada mucho más humana del crecimiento.”

Con una mirada optimista, María Elba Chahuán imagina un futuro más prometedor para el ecosistema emprendedor femenino, tanto en Chile como en América Latina. “Lo veo más conectado, más potente y más visible. Las mujeres están liderando negocios con propósito, con impacto social, con una mirada mucho más humana del crecimiento. Las nuevas generaciones vienen con una lógica colaborativa, más digital, más consciente. Y eso va a empujar los cambios que necesitamos: empresas más justas, sostenibles, diversas”.

Desde su rol como líder gremial, insiste en que no basta con apoyar simbólicamente el emprendimiento femenino. “La autonomía parte por el respaldo económico. El Estado tiene que acompañar no solo con palabras, sino con políticas públicas concretas: financiamiento accesible, menos trabas, horarios compatibles con la vida familiar y apoyo real al cuidado. Emprender en solitario es desgastante. Necesitamos que el entorno, la pareja, la comunidad y el Estado, estén realmente ahí”.