En diciembre estará impreso “Alfabeto Plantista”, el primer libro de Montserrat Solervicens (@soyplantista), la arquitecta que se convirtió en la gurú del cuidado de las suculentas. De eso trata su libro, pero también de la felicidad que le produce compartir lo que sabe. “Leerlo va a ser como tener una clase de 6 meses conmigo”, dice.
En diciembre del año pasado se fue a vivir a Puerto Varas y no pudo llevar en la mudanza las decenas de suculentas que vivían en su terraza. Durante algunos meses las plantitas recibieron cuidados intermitentes de algunas amigas, hasta que su dueña las pudo trasladar al sur. “Hubo algunas pérdidas, pero la mayoría sobrevivió, y aunque estaban un poco dañadas, lograron recuperarse y hoy están preciosas”, cuenta con un entusiasmo contagioso. A Montserrat Solervicens (28) hablar de sus “sucus” la energiza y puede pasar horas en eso. Las más de 24 mil personas que siguen su cuenta de Instagram saben cuánto entusiasmo y cariño pone a cada posteo y gracias a su cuenta (y sus cursos, asesorías personalizadas y el podcast “las 4 Plantásticas” que hizo con tres amigas) han aprendido a cuidar como expertos estas plantas tan especiales, que en los últimos años poblaron las casas chilenas.
¿Crees que la pandemia y el confinamiento tuvieron que ver en la afición por las plantas que despertó en muchas personas?
De todas maneras y más todavía por las plantas tropicales. Pero el caso de las suculentas es distinto. Son plantas resilientes y maravillosas, me tienen francamente enamorada y no paro de asombrarme con ellas. Además me gusta mucho estudiar y siempre hay algo nuevo que aprender sobre ellas.
Este amor partió cuando Montserrat llegó del sur a estudiar arquitectura a Santiago y se instaló en un departamento con orientación norponiente. Quiso añadir algo de verde a su espacio para recordar la naturaleza que tanta falta le hacía y puso plantas. “Todas se quemaron”, recuerda. “No se la podían con ese sol. A partir de ese momento empecé a averiguar qué tipo de plantas sí podían aguantar esas condiciones y así llegué a las suculentas, que tienen la increíble capacidad de almacenar agua y aguantar mucho tiempo el calor y la falta de agua.
¿Cuándo empezaste a escribir este libro?
Hace un año. Venía dándole vueltas a la idea de hacerlo y empecé a escribir textos más largos, con todo lo que quería contar de un tema o de una suculenta en especial. Y cuando estaba listo, de ese mismo texto sacaba la versión resumida, que era el posteo para Instagram. Es que yo no puedo resumir, cuando sé algo quiero contar todo y con hartos detalles. Hace ya un tiempo me di cuenta de que tengo muchos conocimientos que he adquirido durante toda mi vida y que son datos bien precisos. Me gusta eso. En mi casa nunca se dijo: “un pájaro”, siempre era un chincol, o un queltehue. Lo mismo con los árboles, porque mi abuela es bióloga botánica y mi abuelo, entomólogo. Me trasmitieron mucho de su amor por este mundo, me enseñaron un montón y también me ayudaron con el libro. En mi casa siempre fue importante la botánica y en gran parte por eso quiero acercar este conocimiento al ‘ciudadano de a pie’. El libro lo hice no solo para quienes saben poco y nada de suculentas, sino también para los que saben mucho de lo práctico, pero no tanto de lo teórico. Yo a ellos quiero entregarles el conocimiento científico de forma entretenida. De esa manera les hará mucho más sentido lo que ya saben.
¿Cómo fue el trabajo con la editorial (Enhorabuena)?
Fue genial. Son un equipo maravilloso, entendieron perfecto lo que yo quería no solo en los textos sino también en cada foto e ilustración. No quería un manual ni una guía básica y ellos trabajaron conmigo en esa dirección. Quise dejar en el contenido mi experiencia combinada con ciencia y explicar el porqué de cada fenómeno, por ejemplo, los cambios de coloración o cómo funciona el metabolismo de estas plantas. También agregué algunos accesorios como una bitácora y un calendario de propagación para que quien lo lea pueda tener una experiencia más científica de manera natural.
Hace algunas décadas las suculentas eran la planta fea del jardín, nadie las valoraba mucho y de pronto algo cambió.
Así fue. El otro día estaba en una conversación donde había personas que no sabían cuáles eran las suculentas y alguien dijo “es la típica planta de la que uno sacaba una hoja para jugar al luche”. Estaban en la calle, aguantaban cualquier cosa y seguían ahí, creciendo pese a las adversidades. Pero al mismo tiempo había algunas personas que las coleccionaban, que traían de otros países y aprendían a propagarlas. Y claro, en algún momento alguien importó suculentas más raras, de formas curiosas y que requerían más cuidados, y si habías pagado por ella la idea era que se mantuviera sana, para lo que había que prestarle más atención. Así empezó a cundir el interés que creció hasta donde estamos hoy, donde los viveros a veces tienen problemas para responder a la demanda que hay por ellas.
Cuando abriste el “consultorio plantista” (espacio de preguntas en historias de Instagram sobre problemas con las suculentas), ¿pensaste que iba a crecer tanto?
Lo abrí cuando tenía como 8 mil seguidores, entonces era más fácil responder. Hoy no lo tengo abierto pero la gente me sigue preguntando y me gusta mucho cuando me dicen que revisaron todos los casos ya publicados pero no encuentran algo similar a lo que les pasa a sus suculentas. Es decir, son personas que ya se preocuparon por aprender y explorar. Y cuando me preguntan algo que no sé, es un desafío que me obliga a estudiar y se convierte en una dinámica muy nutritiva.
¿Crees que el gusto por las suculentas va a persistir?
Absolutamente. Hay muchas personas que ya están optando por jardines más sustentables, xerófitos (de bajo consumo hídrico) y en ese sentido las suculentas y las cactáceas son las plantas del futuro, van a tener un papel súper importante en la forma que nos conectamos con la naturaleza. Quizás a alguien solo le interesan las suculentas por lindas, pero si con mi libro puedo llevarlo un paso más allá e interesarse también por la sustentabilidad y el cambio climático, el solo imaginarlo me hace feliz.
WT
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