POR: Mónica Retamal Fuentes, Directora Ejecutiva de Fundación Kodea.
¿Cuán real es la aseveración de Shakira “ahora las mujeres facturan”? porque según la Cepal (2022) el índice de feminidad de la pobreza sólo disminuyó en Panamá, mientras que en todos los demás países se mantuvo constante o aumentó. Además, el Foro Económico Mundial declaró que “la brecha global de género tardará hasta el año 2154 en cerrarse en los niveles de progreso actuales” (Global Gender Gap Report 2023).
La tecnología puede contribuir en gran medida a la equidad de oportunidades, aunque su impacto dependerá de su grado de adopción. Esto explica por qué su uso fue relevado dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU que -en su propuesta de Equidad de Género- aboga por su uso instrumental y productivo como un habilitador de resiliencia y empoderamiento, además de ser un medio para erradicar el hambre y enfrentar el cambio climático. Hoy los datos indican que las mujeres presentan menos interés y mayor dificultad para generar vínculos de confianza con la tecnología. Presentan un 25% menos de probabilidades que los hombres de saber aprovecharla para fines básicos, porcentaje que aumenta a 60% en países subdesarrollados (UNESCO, 2019).
La brecha digital comienza a temprana edad. Pese a tener puntuaciones altas en conocimientos digitales, las niñas tienen una baja percepción de autoeficacia en sus habilidades, lo que influye en su futura vocación profesional. Si bien es evidente que la conexión ha generado una inusitada sororidad global amplificada por movimientos como #MeToo o #Niunamenos, la esfera digital está lejos de ser paritaria. Las prácticas de cosificación de las mujeres inundan la red, desde pornografía hasta ciberacoso. Además de una subrepresentación en los contenidos publicados: una de cada cinco biografías en Wikipedia es de mujeres.
La industria digital históricamente tiene un sesgo en su evolución. En sus inicios la participación femenina fue relevante, pero hoy el desarrollo digital es conducido mayoritariamente por hombres, generando productos tecnológicos con algoritmos que perpetúan sesgos de género y estereotipos. Por ejemplo, el 78% de los ingenieros expertos en AI en el mundo son hombres y sólo el 5% de los equipos fundadores de startups y scaleups de la región -el 14,1% a nivel mundial- están conformados únicamente por mujeres (Endeavor).
Mientras la demanda de habilidades digitales aumenta transversalmente en todas las industrias, las mujeres se siguen desempeñando en áreas de menor valor agregado, baja percepción social y mayor riesgo de automatización. Se hace crítico promover el empoderamiento digital femenino como un medio para lograr autonomía personal y económica. Hay que aumentar el interés de las niñas por la innovación temprana y el conocimiento y las habilidades científico tecnológicas, pavimentando con ello un mejor acceso a oportunidades laborales de mayor valor agregado. Y si ellas emprenden, necesitamos que la tecnología sea parte de sus modelos de negocio, productos y servicios para que a la hora de facturar, la factura sea digital, muy abultada y para que los beneficios de esto “salpiquen” a toda la sociedad.
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