Estar frente a Soledad Rodillo, periodista, es estar frente a una biblioteca viva y hecha de la mejor selección de libros y títulos escritos por mujeres a lo largo de la historia. Traspasar la puerta de su casa es transportarse a un entorno de ensueño, a un clásico francés, pero envuelta en un aura moderna, toque dado por las innumerables obras de arte contemporáneas.
Por Ximena Reyes
¿Cómo llega Soledad a dar talleres de literatura escrita por mujeres? Esa respuesta es sólo la punta del iceberg para entender el rol social de la mujer en las letras. ¿Por qué en el colegio sólo leemos a autores hombres que cuentan aventuras, personajes intrépidos y desafiantes? y ¿por qué a las niñas se les hace leer historias de mujeres abnegadas, tortuosas y casi condenadas a una vida miserable? Esa diferencia fue la que llamó la atención de Soledad. “Desde la etapa escolar vemos que si bien hay pocas escritoras mujeres dentro de los planes lectores, las pocas que hay son de historias terribles que de forma inconsciente vamos perpetuando en las casas, mientras que con la literatura de escritores hombres, son incentivados a ser quienes tienen los desafíos en este mundo”, comenta.
Gran lectora desde su infancia, en su casa había muchos libros escritos por hombres, y reflexiona que esa situación sigue pasando hasta hoy. Por ejemplo, en las librerías los títulos masculinos siguen siendo mayoría. Sin embargo, como muchas mujeres, sintió la inquietud de tener una proximidad a la literatura escrita por mujeres.
Hace casi 5 años lleva haciendo talleres literarios, al cual llega tras leer a mujeres que se encuentran menos visibilizadas. “Se publican menos, son menos leídas por los hombres, si vas a una librería, por lo general no vas a encontrar muchos títulos de escritoras mujeres. El libro que más luce es el de un hombre. Hay una discriminación que parte desde las editoriales, en parte porque la crítica en general está hecha por hombres, que a su vez, leen libros de hombres. Sin embargo, ese status quo se ha ido agotando”, señala.
El estudio de la literatura de mujeres que abarca Soledad en sus talleres va desde el siglo XVIII en adelante, analizando a escritoras que tuvieron que luchar para que las publicaran, porque simplemente no se publicaba mujeres. Eso llevó a muchas a utilizar pseudónimos, como fue el caso de las Hermanas Brönte, George Elliot, George Sand, entre otras. A las mujeres no les estaba permitido escribir novelas. Era una audacia. “Escribir con pseudónimos fue poder entrar en este mundo vetado a las mujeres. Estas mujeres hacen críticas sociales descarnadas. Sin duda no era la mujer ideal de la época, que era dueña de casa. La mujer que escribe es la que tiene que salir de la casa, debe gestionar un editor, y a la vez es una mujer de elite, o al menos deben tener educación”, acota Soledad.
Los dos primeros años los talleres fueron presenciales, hasta que llegó la pandemia, lo que incluso permitió sumar una alumna desde Alaska y otra desde Bruselas, ambas chilenas. “Ha sido genial. A ellas las mueve el interés de leer desde el siglo XIX hasta la actualidad. Pasando desde Cumbres Borrascosas, por la Edad de La Inocencia, hasta llegar a la actualidad, porque la idea es que lean de todo. Escritoras de primera línea, muchas ganadoras del Nobel, y verlas en distintos contextos. Es distinto leer a una Irene Némirovsky, desde la Primera Guerra Mundial, llegando a una Valeria Luiselli, que escribe de temas actuales como el de los migrantes que llegan a EE.UU”.
Muchas veces salen temas personales y muy fuertes. De lecturas de libros como el de Doris Lessing, El Quinto Hijo, detona temas que en general todas hemos vivido, desde un quiebre familiar, pérdidas, lo que es la vida en distintos niveles, relaciones tóxicas, acosos, son temas que todas las mujeres han vivido. El tema del abuso ha sido feroz. Les ha tocado a todas y ahí uno se da cuenta que ha cambiado mucho la sociedad. Todas habían sufrido algún tipo de acoso u hostigamiento, lo cual se había normalizado mucho, hasta hoy, a partir del libro de Joyce Carol Oates. Temas como el hostigamiento, también es muy fuerte y actual. Recuerdo una sesión de cierre del taller una tarde de enero, le había pedido a mi marido que bajara a tomarnos fotos de recuerdo. Bajó y estábamos todas llorando. ¡Incluida yo! Son temas muy fuertes que salen, temas incluso de terapia, habiendo hasta psiquiatras en los grupos”, recuerda.
Las mujeres leen a mujeres
El primer acercamiento de Soledad fue a través de la escritora norteamericana Pearl S. Buck. En su adolescencia, explotó su devoción por los diarios de la francesa Anaïs Nin. “No es una literatura femenina, porque no existe la literatura femenina. Yo hablo de una literatura escrita por Mujeres. Femenino es asociado a débil, que ciertamente no lo es. Libros escritos por mujeres tienen una sensibilidad particular al abordar temáticas recurrentes en este género”. En su caso fueron los relatos sobre los abusos cometidos por el padre a los cuales estaba sometida la novelista Djuna Barnes.
“Ahí pude ver que las escritoras están todas amarradas. Tú lees a una, y esa habla de la otra, lo que te deriva en la lectura de la otra, y así. Vas desde Djuna Barnes, pasas por la historia Anais Nin, y luego saltas a las hermanas Brönte . Hay un hilo conductor de mujeres que se han ido relacionando, porque las escritoras mujeres, leen a otras escritoras mujeres. Las mujeres leen a mujeres”.
Soledad reflexiona y agrega “yo creo que es porque se sienten identificadas con los temas que tocas, hay una sensibilidad especial para asociarlo con temas de relaciones que son muy fuerte para las mujeres en general, como por ejemplo las relaciones de las mujeres con sus madres. Los hijos hombres no tienen ese tema tan fuerte como las mujeres con sus mamás. Temáticas sobre las relaciones de pareja, hijos, hacen que las lectoras se sientan identificadas, independiente del tiempo. Ese ámbito también se traspasa a lo negativo, como la injusticia, la discriminación, el abuso, entre otros”.
Además, se idealiza escribir en la casa, como lugar ideal, pero en general para muchas escritoras tenían doble trabajo. Como decía Lina Meruane en un ensayo, el ideal de una escritora es una mujer sin hijos. Virginia Woolf ya lo decía en su libro con Un Cuarto Propio. Ella defendía tener ese cuarto propio, en donde se encierra en una habitación para poder desarrollar su trabajo de escritora. Pero para eso había que tener una renta asegurada, pues era la única manera y esa dicotomía se extiende hasta el día de hoy.
Si bien el tema de escritura feminista nace como término con Simone de Beauvoir, ya que anteriormente no estaba identificado como tal y el concepto, no existía. “Hoy en día se leen como feministas porque ya está acuñado el término, a pesar que igual lo eran, porque tocaban temas como las diferencias de clases, las mujeres como ciudadanas de segunda clase respecto del hombre.” Con Jane Austen o las hermanas Bronte, uno se da cuenta que eran mujeres que no podían usar su dinero, sino que se las manejaban los hombres, en esa época ellas lo denunciaban sin saber que eran temas feministas, sino más bien como temas de inequidad. Todas tienen esta mirada”.
Libros imperdibles de Soledad Rodillo
El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir, fue uno de los libros que me abrió un portal y que muestra distintas realidades. Sigue siendo tan actual y toca temáticas sobre cómo educamos a nuestras hijas, cómo la sociedad nos ha enseñado a odiarnos entre mujeres, cuando en realidad debemos apoyarnos entre mujeres. La sociedad nos ha enseñado a competir por un hombre, o por ser más regia que la otra, por la más inteligente, en vez de apoyarnos y hacer redes. Habla de temas puntuales como relaciones madre – hijas, entre amigas, matrimonio, el tema de la plata que es muy relevante por la independencia que significa. Ese libro para mí fue clave.
Virginia Woolf, con su libro El Cuarto Propio es un imprescindible. Es un ensayo es muy importante y plantea el derecho de la mujer a tener un espacio de ocio, de descanso, para poder pensar, leer, escribir, crear, o trabajar en lo que uno quiera. Es clave también tener un mínimo de ingreso porque eso da libertad. No hablamos de fortunas, pero es la posibilidad de no estar donde un no quiere estar.
Chimamanda Ngozi con su ensayo Querida Ijeawele, Cómo educar en el feminismo y su libro Todas deberíamos ser Feministas tiene una mirada a que incluye a los hombres en este proceso.
Zadie Smith, novelistas inglesa de origen jamaicano, muy ondera. Su último ensayo Feel Free es espectacular.
Bernardine Evaristo con su novela Niña, Mujer, Otras, donde aborda a las mujeres a través de sus historias y multiculturalidad, multi razas,del origen, con historias de abuso, éxitos, etc. Todas se encadenan con todas. Es una joya de libro.
Maggie O´Farrel , con su libro Hamnet, novela inspirada en la historia de la mujer de Shakespeare,y su hijo que mueres. Es un libro ambientado en el siglo XVII, pero muy actual. Es una maravilla de libro.
De mujeres chilenas, Marta Brunet hay que leerla de todas maneras. Se acaba de editar un libro que se llama Cuentos Escogidos, es un imperdible. También incluyo a Alejandra Costamagna y la Nona Fernández.
Soledad, ¿Cómo educamos con igualdad de género desde la lectura?
A los niños y niñas hay que educarlas con libertad para leer, para que tomen sus propias decisiones y confiando en éstas. No creo en las prohibiciones. En los libros no van a encontrar nada peor que no puedan ver en la televisión o en internet.
Tampoco creo en las censuras por género, independiente que los colegios digan que no existe, sí existe, al igual que el sesgo de género en los juegos, en los disfraces, en la vestimenta, etc, también existe en la lectura. Debemos visibilizar esta situación para que no siga ocurriendo.
Que buen reportaje ximenita!!!