La médico cirujano Teresa Chomalí, especialista en cirugía plástica, reconstructiva y estética, ha dedicado su carrera a la atención de pacientes con quemaduras graves, consolidándose como una referente en su especialidad. Con décadas de trayectoria en la Posta Central y en diversas misiones humanitarias, su labor refleja una visión de la medicina como un compromiso social ineludible.
Además, la Dra. Chomalí forma parte de la Red de Mujeres Latinoamericanas, una iniciativa que promueve la educación para el desarrollo en la región, donde también ha trabajado en fortalecer el rol social de la medicina. En esta conversación, reflexiona sobre su vocación, el papel de los médicos en contextos de crisis y la ética en la cirugía estética.
¿Cuándo y cómo nació tu vocación por la medicina?
“Desde pequeña supe que quería ser médico. Mi vocación siempre ha sido ayudar al ser humano en su máxima e integral dimensión. Pero hubo un momento clave: durante mi internado rural, atendimos a un paciente con quemaduras severas que fue relegado a un rincón de la sala porque ‘no había nada que hacer por él’. Me impactó profundamente. Decidí que me dedicaría a los pacientes quemados, lo que me llevó a especializarme en cirugía plástica y reconstructiva.
Has trabajado en escenarios muy distintos, desde la Posta Central hasta la cirugía estética. ¿Qué aprendizajes te llevas de esa trayectoria?
Los años en la Posta Central fueron fundamentales. Trabajar en el mayor centro de quemados del país me permitió entender que la cirugía plástica no es solo embellecimiento, sino también recuperación y reinserción. Los pacientes con quemaduras requieren atención intensiva y cirugías complejas. Esa experiencia me formó como especialista y como persona.
Sabemos que se critica la cirugía estética por reforzar estándares inalcanzables de belleza. ¿Cómo lo ves tú?
La cirugía estética es parte integral de la cirugía plástica y tiene un impacto real en la calidad de vida de los pacientes. No se trata solo de apariencia: hay personas con gigantomastia, pacientes postbariátricos, adultos mayores que desean armonizar su imagen con su vitalidad. Pero es esencial que el paciente tenga expectativas realistas y que el procedimiento se haga con todos los estándares de seguridad.
En el ámbito humanitario, has trabajado en Gaza y Cisjordania. ¿Cómo ves el rol del personal médico en este tipo de crisis?
La medicina es una profesión humanitaria por esencia. Como descendiente de palestinos, siento un compromiso profundo con lo que ocurre en Gaza. He trabajado en hospitales allá, colaborando con colegas que enfrentan una situación crítica. La impotencia de ver cómo se vulneran los derechos humanos más básicos es desgarradora. Pero también he encontrado solidaridad en la comunidad médica internacional, que se moviliza para apoyar en lo que puede.
¿Crees que la medicina tiene un rol más allá del quirófano?
Definitivamente. Los médicos tenemos el deber de devolver a la sociedad lo que hemos aprendido. No basta con atender pacientes en la consulta privada; hay que involucrarse en el sistema público, en la educación, en el activismo. La salud no es un privilegio, es un derecho, y nosotros tenemos la obligación de garantizar que llegue a quienes más lo necesitan.
¿Cómo se puede materializar ese compromiso social?
Debería ser obligatorio que todo médico trabaje en el sistema público al menos en los primeros años de su carrera. Es la única manera de entender la realidad de la población y aportar desde nuestra formación.
Con una carrera tan extensa, ¿cuál es tu visión del futuro de la cirugía plástica?
La especialidad seguirá creciendo con técnicas más seguras y accesibles. Pero persiste un problema: la falta de cobertura en el sistema público. Muchas personas necesitan cirugía reconstructiva y no pueden costearla. Ese es el gran desafío pendiente.
A lo largo de su carrera, Teresa Chomalí ha demostrado que la medicina es mucho más que una profesión: es una vocación de servicio. Su trabajo en el ámbito clínico y humanitario deja en evidencia que, cuando se trata de salvar vidas, no hay fronteras que limiten el compromiso de un médico.