La célebre escritora británica es un verdadero mito de la literatura y el feminismo. Proveniente de una familia de intelectuales, su vida estuvo marcada por la tragedia y los intentos por cambiar el trato que la sociedad le daba a las mujeres.
Quien conoce de feminismo o literatura ha escuchado el nombre de Virginia Woolf. Considerada un referentes del modernismo vanguardista del siglo XX y del movimiento feminista, a Virginia Woolf, nació en Londres como Adeline Virginia Stephen el 25 de enero de 1882. Su infinito talento la llevó a destacar en un mundo dominado por hombres y los historiadores aseguran que abrió muchas puertas hasta entonces cerradas a la presencia femenina. Su libro “Una habitación propia” (1929) es una apología a las mujeres y un obra que para la crítica constituye la piedra angular de la literatura feminista.
Creció en el seno de una familia formada por el novelista e historiador sir Leslie Stephen y Julia Prinsep Jackson, ambos viudos y con hijos de sus anteriores matrimonios. Su infancia estuvo rodeada de una intelectualidad del más alto vuelo, en su hogar respiraba arte, política y un ambiente liberal. A pesar de ello, sus hermanos varones fueron los únicos que pudieron estudiar en la universidad, ya que se consideraba que las mujeres de la familia debían quedarse en casa para cuidar de sus padres, y por lo tanto, ser educadas por un tutor. Ella y sus hermanos crecieron en un ambiente frecuentado por artistas, literatos y políticos, y con una biblioteca que era considerada el gran tesoro del hogar.
A los 13 años, Virginia sufrió un duro golpe del cual nunca se recuperó. El 5 de mayo de 1895 su madre murió repentinamente a causa de una fiebre reumática, lo que provocó su primera crisis depresiva. A esto se unió, dos años más tarde, la muerte de su hermana Stella y la de su padre, 6 años después. Pero eso no fue todo, en su obra autobiográfica, cuenta que tuvo que soportar abusos sexuales por parte de dos de sus hermanastros, por lo que nunca más pudo dejar de sentir desconfianza hacia los hombres y gracias a ello desarrolló una visión romántica de las mujeres.
Antes de cumplir 23 años ya había intentado suicidarse más de una vez. Tras la muerte de su padre, Virginia y tres de sus hermanos se trasladaron a Bloomsbury, en la zona oeste de Londres. Esa casa se convirtió en un centro de reunión para un grupo elitista de intelectuales británicos, como el economista John Maynard Keynes, el filósofo Bertrand Russell o el escritor T. S. Elliot. Todos ellos formaron el grupo conocido como el “Círculo de Bloomsbury”. Esas tertulias le abrieron un nuevo mundo y el inicio de su acercamiento a las ideas de igualdad, feminismo, sexualidad libre, pacifismo y ecologismo.
A pesar de su inestabilidad emocional, en agosto de 1912 Virginia se casó con el teórico político, escritor, editor y antiguo funcionario público británico, Leonard Woolf, a quien conoció en el Círculo de Bloomsbury.
En 1925, logró su primer gran éxito con la publicación de su novela La señora Dalloway, y ese mismo año, conoció a la también escritora Vita Sackville-West, con la que mantuvo una relación amorosa. Vita también estaba casada y aunque la relación entre ellas acabó sin que se separasen de sus respectivos maridos, la amistad entre ambas mujeres se mantendría durante el resto de sus vidas.
La escritora se proyectaba en los personajes de sus obras, en las que el suicidio y el miedo social son recurrentes. En 28 de marzo de 1941, incapaz de hacer frente a la desesperación que la envolvía, se puso el abrigo y despojándose de su bastón, llenó los bolsillos de piedras para lanzarse al río Ouse. Antes de tomar la decisión, escribió dos cartas, una para su hermana Vanessa y otra para su marido, las dos personas más importantes de su vida.
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