Los Juegos Olímpicos son cada vez más femeninos y Tokio 2020 ya puede presumir de un récord: nunca antes se había concentrado tanta participación femenina en una cita olímpica.
A pesar de que antiguamente estaba prohibida por reglamento, la participación de las mujeres en los Juegos Olímpicos ha aumentado explosivamente con el correr de los años y por primera vez desde que se celebran, todos los deportes tienen representación femenina. Esto, luego de que el Comité Olímpico Internacional (COI) añadiera 18 pruebas para la cita de Tokio, en un esfuerzo hacia la igualdad de géneros.
En total, son más de 5.400 mujeres quienes participan en 145 pruebas, tanto femeninas como mixtas, y representan un histórico 49% del total de los competidores. También, por primera vez, el COI estipuló que cada delegación nacional debía estar representada en el desfile inaugural por dos abanderados, un hombre y una mujer. En este nuevo escenario, países como Gran Bretaña, Australia y Chile incluido, de forma inédita enviaron a más mujeres que hombres.
En la cita deportiva mundial, la primera en modo burbúja sanitaria producto del covid, han sido precisamente las mujeres las que han acaparado las portadas en Tokio 2020. El caso más emblemático es el de la estadounidense Simon Biles, considerada la mejor gimnasta de todos los tiempos y que se convirtió en el símbolo de la importancia de la salud mental de los deportistas.
Biles llegaba a Tokio con la obligación de agigantar más su leyenda olímpica, pero la extrema cobertura y presión de los medios hizo que se retirara de todas sus competencias, incluidas las grupales, aunque finalmente compitió en la viga y logró un bronce. “Es difícil ser deportista, pero más difícil es ser una atleta mujer, porque todo el mundo reza por tu caída y quiere que lo arruines”, dijo en rueda de prensa, develando el lado oscuro de la élite deportiva.
Otro caso es el de la velocista de Namibia Christine Mboma, quien ha estado bajo el ojo de la prensa luego de que se dijera que sufre de hiperandrogenismo, puesto que la atleta presenta altos niveles de testosterona y que, dice, le entrega una mayor ventaja respecto de sus pares. “Me gustaría que le hagan pruebas para saber si realmente es mujer”, aseguró el ex atleta polaco Marcin Urbas, uno de quienes levantó la voz para cuestionarla generando un repudio unánime en las redes sociales. A pesar de su favoritismo, Mboma se quedó con el segundo lugar en los 200 metros planos.
A su vez, la velocista bielorrusa Kristina Timanovskaya ha protagonizado el caso más político de los JJOO, luego de que pidiera asilo político a la embajada polaca en Tokio. La atleta de 24 años había criticado duramente a la Federación Bielorrusa de Atletismo por obligarla a participar en una competencia a la que no estaba inscrita. Según ella, el cambio se debe a que otros dos atletas no habían superado un número suficiente de controles antidopaje. “No tengo miedo de que me echen de la selección nacional, estoy preocupada por mi seguridad y temo que me puedan encarcelar en Bielorrusia”.
Si hay una que emocionó a la audiencia mundial es la de Yulimar Rojas, de 25 años. La atleta se convirtió en la primera venezolana en ganar un oro olímpico (la cuarta medalla dorada en la historia del país) y lo hizo batiendo el récord olímpico y récord mundial de salto triple. La activista del movimiento LGBTQ+ había prometido un gran espectáculo en la final y lo logró con el mejor salto en la historia de la disciplina. “Sabía que tenía esa marca en mis piernas y que podía salir hoy. Estaba fallando un poco en la técnica, pero el último salto fue para darlo todo y así fue. Me concentré en dar lo mejor de mí misma, de disfrutar y salió”, manifestó, al bajar del podio, aún sin dimensionar la tremenda alegría que significó su hazaña para todos los venezolanos repartidos por el mundo.
Sofía Santander
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