Un reciente estudio realizado para conocer la calidad de vida de niños, niñas y adolescentes que habitan hoy en residencias de protección y en programas ambulatorios, reveló algunas diferencias de género respecto al ‘bienestar subjetivo’ de éstos, un concepto que alude a las valoraciones positivas y negativas que las personas hacen respecto a sus vidas.
Titulado “Evaluación del bienestar subjetivo de niñas, niños y adolescentes”, este estudio es parte de una alianza colaborativa entre Aldeas Infantiles SOS Chile, Corporación Crecer Mejor y Fundación Ciudad del Niño, cuyo objetivo es conocer las visiones y experiencias de bienestar de niños y adolescentes (NNA) que hoy se encuentran en programas de acogimiento residencial en Chile.
El estudio reveló una serie de cifras que demuestran cómo el bienestar subjetivo de las niñas es más bajo que el de sus pares varones. A partir de una encuesta realizada a 268 NNA entre 9 y 18 años, se obtuvo un puntaje de 7,02 en la escala de Satisfacción global con la vida (OSL), siendo los hombres quienes presentan puntuaciones más altas que las mujeres. Por ejemplo, frente a la afirmación “tengo una buena vida”, las niñas y mujeres promedian un puntaje de 6.66, mientras que los hombres marcan 7,71. Asimismo, respecto a la pregunta “¿qué tan satisfecho estás con el hogar donde vives?, las mujeres lo evalúan con un 6,83 y los hombres con un 7,69.
El nivel de satisfacción con la vida escolar que llevan los niños y adolescentes también da cuenta de visibles disparidades de género. Ante la pregunta, ‘¿qué tan satisfecho estás con tus profesores?’, las mujeres presentan 7,13 de puntaje y los hombres 8,10. Por otro lado, frente a la interrogación “¿Qué tan seguro te sientes?”, las mujeres promedian 7,23 y los varones 7,91.
Frente a estos resultados, la directora de abogacía y estudios de Aldeas Infantiles SOS Chile, Paulina Fernández, explica: “En el ámbito de la participación, las mujeres se sienten menos escuchadas y tomadas en cuenta por las educadoras y por los profesores que los hombres, con diferencias superiores al 10% en el caso de las educadoras que están en las residencias, y que en el caso de los profesores esas diferencias alcanzan casi al 20%. En el caso de la seguridad, las niñas se sienten menos seguras en la escuela y en el barrio, posiblemente asociado a que las niñas están más expuestas o vulnerables a actos de violencia (acoso callejero, abuso sexual y/o explotación, trata de personas, matrimonio precoz, entre otras)”.
La directora de Aldeas Infantiles también profundiza en las desigualdades de género asociadas a la autopercepción de los y las encuestadas. De acuerdo con el estudio, las mujeres (6,34) tienen una percepción más negativa respecto a su propio cuerpo que los hombres (8,15) .“Posiblemente esto está asociado por una parte, al ideal de belleza que se impone desde pequeñas a las niñas, impactando en su autopercepción y autoestima. Por otra parte, está vinculado al tipo de vulneraciones y violencias a las que se sienten expuestas de manera regular y de las que han sido víctimas. De hecho, las niñas pierden el cuidado de sus padres mayormente por razones asociados al abuso sexual u otras formas de violencia de género, mientras que lo hombres lo hacen mayormente por situaciones de maltrato físico grave”, señala Fernández.
Cabe mencionar que el concepto de bienestar subjetivo ha tomado una relevancia importante durante los últimos años, en tanto que opera como una dimensión empíricamente validada para conocer las trayectorias de desarrollo emocional y de integración social de niños, niñas y adolescentes. Por ello, desde las organizaciones participantes de este último estudio enfatizan que es fundamental conocer y considerar el bienestar subjetivo, ya que este permite el diseño de estrategias de mejor calidad y pertinencia de los servicios a favor de la niñez y adolescencia. A su vez, su promoción y desarrollo previene la irrupción de problemas socioemocionales y de salud mental. Por otra parte, bajos niveles de bienestar subjetivo han sido asociados con conductas de riesgo, estrés emocional, y una mayor probabilidad de conductas autolesivas y de riesgos de suicidio, así como con menores logros académicos.
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