El trabajo remoto, inicialmente celebrado por su promesa de flexibilidad y un mejor equilibrio entre la vida personal y laboral, ha revelado desafíos significativos para las mujeres en toda América Latina. Un reciente estudio de McKinsey & Company, publicado en julio de 2024, examina cómo esta modalidad de trabajo, que se popularizó a raíz de la pandemia, ha intensificado las desigualdades de género en la región, con un enfoque particular en México.
A nivel regional, el estudio destaca que, si bien el trabajo remoto ha permitido a muchas mujeres en América Latina continuar con sus carreras desde casa, también ha incrementado de manera considerable su carga doméstica y de cuidados. Esta doble jornada, que sigue recayendo desproporcionadamente sobre las mujeres, ha limitado sus oportunidades de desarrollo profesional y ha profundizado las brechas de género preexistentes en el ámbito laboral.
En México, los hallazgos son especialmente reveladores. Más del 60% de las mujeres encuestadas en el país reportaron que, desde que comenzaron a trabajar desde casa, han asumido más responsabilidades domésticas, incluyendo el cuidado de los hijos, la preparación de comidas y la gestión del hogar. En contraste, solo el 25% de los hombres mexicanos informó un aumento similar en sus cargas domésticas. Este desequilibrio ha provocado que muchas mujeres experimenten un agotamiento significativo, lo que afecta tanto su rendimiento laboral como su bienestar emocional. A pesar de las crecientes demandas en el hogar, pocas mujeres han visto reconocidos sus esfuerzos adicionales en forma de ascensos o aumentos salariales.
El estudio también señala que las mujeres en posiciones de liderazgo en México se ven particularmente afectadas, ya que la falta de tiempo y el aumento de responsabilidades en el hogar dificultan su participación en oportunidades clave para el avance profesional, como proyectos especiales o redes de networking. Esta percepción de estancamiento profesional es una preocupación creciente, con posibles implicaciones a largo plazo en la representación de mujeres en puestos directivos y de alta dirección.
“Al principio, pensé que trabajar desde casa sería ideal para pasar más tiempo con mis hijos”, comenta Laura, una gerente de marketing en Ciudad de México. “Pero rápidamente me di cuenta de que, además de mis responsabilidades laborales, también tenía que ser maestra, cocinera y cuidadora, todo al mismo tiempo. La carga es abrumadora”. Este tipo de experiencias, compartidas por muchas mujeres en México, subraya la necesidad de apoyo estructural adecuado para equilibrar las responsabilidades laborales y domésticas.
El informe de McKinsey & Company subraya la necesidad de que las empresas y los responsables de políticas públicas en toda América Latina tomen medidas proactivas para mitigar estas desigualdades. Las recomendaciones incluyen la implementación de políticas más equitativas que promuevan la corresponsabilidad en las tareas domésticas, el desarrollo de programas de bienestar enfocados en la salud mental, y la creación de oportunidades de ascenso que reconozcan las realidades de las mujeres que trabajan desde casa. En México, estas medidas son particularmente urgentes, dada la magnitud de las desigualdades observadas.
El estudio concluye que, en un entorno laboral postpandemia, donde el trabajo remoto parece haberse consolidado como una modalidad permanente, es crucial que se aborden las desigualdades subyacentes para que esta dinámica laboral sea verdaderamente inclusiva, justa y equitativa, tanto en México como en el resto de América Latina.
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