POR: Paula Valverde, Directora Endeavor Chile y gerente general de Grupo Limonada.
Con el aumento de mujeres en posiciones de liderazgo, han quedado en evidencia los avances que hemos experimentado en materia de equidad de género en comparación con décadas anteriores cuando, por factores culturales que incidían en la asociación del poder con la masculinidad, era menos probable verlas ocupando cargos de mayor jerarquía.
En el mundo del emprendimiento ya son muchos los que han incorporado este punto como parte de sus desafíos para dar cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas, impulsando políticas internas para incentivar la participación femenina en puestos de liderazgo y así acortar las brechas de género dentro de su estructura.
Si bien esto contribuye en los cambios que queremos conseguir, lo anterior mantiene al margen a un número significativo de mujeres que no son parte de la fuerza laboral debido al desbalance que persiste en términos de corresponsabilidad. Un concepto que, si bien está siendo integrado dentro de las discusiones, debe ser entendido como un punto fundamental para corregir dicha realidad en base a las implicancias que tiene en el ámbito privado y laboral.
De hecho, el Termómetro Laboral Nacional publicado este año por el Sence indicó que el 63,5% de las personas inactivas en Chile son mujeres, siendo las responsabilidades familiares la principal explicación. De acuerdo con el estudio, mientras los hombres alcanzan apenas un 2,8% de los casos, estas representan un 33% del total. Es decir, 1.348.000 chilenas están apartadas del mercado laboral por asumir mayores labores domésticas que los varones.
Esto impacta y merma sus posibilidades de crecimiento a causa de los desbalances en la corresponsabilidad. De ahí que sea necesario promover iniciativas o políticas públicas para resignificar el proceso del cuidado del hogar, de manera que podamos entenderlo como un aspecto que debe ser asumido equitativamente y sin sesgos de género, pues solo así lograremos construir una sociedad más justa.
Es clave evitar que la deuda con las mujeres siga aumentando, y para ello, es importante saber qué estamos haciendo para cambiar esta realidad. En el ámbito del emprendimiento, se puede contribuir en la aceleración de estos procesos formando una red de emprendedores que aporte al desarrollo del país desde una mirada integral y que responda a las inquietudes ciudadanas que demandan más equidad; y convirtiéndose en un ejemplo para otras organizaciones frente a las dimensiones desde las que se puede apoyar a las mujeres, ya sea con mayor flexibilidad o fondos enfocados en potenciar talentos femeninos.
Ya estamos avanzando, pero necesitamos seguir estimulando la generación de políticas favorables para ser una sociedad más consciente y promover que emprendedoras puedan inspirar e impulsar a otras, transformándose en puentes para llegar al mundo que anhelamos al aportar conocimientos y experiencia para las siguientes generaciones.
Sé el primero en comentar