POR: Romi Romero, mentora en bienestar emocional y espiritual.
Las relaciones son el espejo en el que nos vemos reflejadas. A través de ellas, aprendemos, crecemos y, también, sanamos. Pero, ¿cómo podemos asegurarnos de que esas relaciones sean saludables y seamos un aporte, en lugar de lastimarnos? Vivimos en un tiempo donde las conexiones a menudo se sienten superficiales, transitorias. Y, sin embargo, anhelamos profundidad, sentido y una autenticidad que vaya más allá de la pantalla del móvil.
Cultivar relaciones saludables empieza con una mirada honesta hacia nosotras mismas. Preguntarnos qué esperamos de los demás y, aún más importante, qué tenemos y estamos dispuestas a ofrecer. Amar con conciencia significa reconocer que las relaciones requieren energía, tiempo y cuidado. No se trata solo de dar, sino de saber recibir; no solo de exigir, sino de aprender a confiar para soltar.
Por ejemplo, piensa en esa amistad que siempre está cuando la necesitas, pero que a veces también se siente un poco perdida. Tal vez eres tú quien siempre está apoyando, quien siempre escucha. ¿Qué pasaría si empezaras a comunicar con claridad tus propias necesidades? ¿Cómo cambiaría la dinámica si te permitieras ser tan vulnerable como esperas que la otra persona sea contigo? Puede ser tan simple como decir: “Hoy necesito ser escuchada” o pedir ese abrazo que tanto deseas.
Otra manera de aplicar el amor consciente es en nuestras relaciones de pareja. Imagina que tu pareja tiene un día difícil y está con una actitud distante. En lugar de asumir que se trata de un rechazo personal, practica la empatía. Pregunta con amabilidad: “¿Quieres hablar de lo que te preocupa?” o, incluso, ofrécele un espacio de silencio sin presión, donde pueda sentir seguridad y comprensión. Esto no solo fortalece la conexión, sino que demuestra que estás presente, abierta y disponible, desde el amor y no desde la necesidad de validación.
En nuestras relaciones familiares también podemos aplicar esta conciencia. Por ejemplo, en lugar de sentirte frustrada porque tu madre sigue haciendo ese comentario crítico que te hiere, podrías elegir responder con compasión. Pregunta desde el amor: “¿Qué te preocupa cuando dices esto?” o expresa tu sentir de manera asertiva: “Cuando me dices eso, me siento juzgada. Me gustaría que podamos hablar desde el respeto mutuo”.
Cuando traemos la atención plena y la compasión a nuestras interacciones, cada conversación se convierte en una oportunidad para conectar de verdad. Esto requiere valentía, implica desarrollar la capacidad de decir ‘no’ a lo que no resuena con nuestro bienestar y de decir ‘sí’ a lo que nutre nuestro espíritu. Es, en última instancia, un acto de amor propio.
Las relaciones significativas son aquellas en las que nos sentimos escuchadas y amadas por quienes somos en esencia, sin necesidad de máscaras. Son relaciones donde la vulnerabilidad se convierte en fortaleza y el apoyo mutuo es una base sólida. A través de estas conexiones, descubrimos que amar es, en realidad, un viaje hacia nuestro verdadero ser.
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