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Mujeres del Café: El legado de María Isabel Álvarez

POR: Lisa Fournier

En una finca del estado de Veracruz, María Isabel Álvarez Ramírez continúa un legado cafetalero que ha pasado de generación en generación. A sus 46 años, María Isabel gestiona la producción de café que sostiene a su familia, enfrentando los desafíos del campo, un sector históricamente dominado por hombres. Ella lidera con determinación, sabiendo que cada planta requiere la misma atención que su familia.

Con su esposo trabajando en Canadá gran parte del año, María Isabel, madre de cinco hijos, se encarga de las tres hectáreas de la finca. Desde la poda hasta la cosecha, realiza cada tarea con la dedicación que el trabajo agrícola exige. “El café que logro tener en mis manos es muy satisfactorio”, explica, al ver el fruto tangible de su esfuerzo diario.

A pesar de haber crecido en una familia cafetalera, María Isabel admite que al principio no sentía afinidad por el café. “No me gustaba, pero el contacto con la naturaleza, ver las plantas crecer y dar frutos, me cambió”, relata. Hoy en día, no puede imaginarse haciendo otra cosa.

Durante años, ha observado cómo el papel de la mujer en la caficultura ha cambiado. Antes, su madre no participaba en los procesos productivos de la finca, pero María Isabel decidió romper con esa tradición, involucrándose completamente. “El rol de la mujer en el campo ha sido crucial, aunque no siempre reconocido”, afirma. Hoy, se asegura de que todas las etapas de la producción se realicen con el mayor cuidado posible. “Si vas a hacer algo, hazlo bien”, es su mantra.

Para ella, el café no es solo un medio de sustento, sino un legado que espera dejar a sus hijos, aunque ellos aún no se sientan atraídos por continuar la tradición familiar. “Cuidar el café es como criar a una familia; necesita dedicación, cariño y mucho trabajo”, reflexiona. A pesar del poco interés de sus hijos, no pierde la esperanza de que en algún momento valoren el esfuerzo que requiere la caficultura.

El campo no está exento de dificultades: los cambios climáticos y las enfermedades de los cultivos son problemas constantes. Sin embargo, programas como ‘Todos sembramos café’ le han permitido renovar parte de sus plantas y mejorar sus métodos de cultivo. María Isabel sigue firme, consciente de que el mayor desafío es mantener sus plantas sanas y su finca productiva.

La finca, que comenzó con solo dos mil plantas de café, ha crecido gracias al esfuerzo conjunto de ella y su esposo. Hoy producen entre cuatro y cinco toneladas anuales, aunque las variaciones climáticas afectan las cosechas. Aun así, María Isabel ha aprendido a adaptarse y encontrar oportunidades en cada desafío.

Para quienes disfrutan de una taza de café cada mañana, María Isabel tiene un mensaje claro: “Cada taza tiene detrás el esfuerzo de muchas manos. Un buen café es el reflejo del trabajo de quienes lo cultivamos”. Desde su finca en Veracruz, sabe que el futuro del café está en el trabajo conjunto de todos los que, como ella, cuidan cada planta con dedicación y compromiso, honrando una tradición que sigue creciendo con cada cosecha.

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