Si alguna vez has notado la aparición repentina de granitos tras incorporar un nuevo producto a tu rutina de skincare, es posible que estés experimentando el llamado ‘efecto purga’. Aunque puede resultar frustrante, este fenómeno es temporal y responde a la aceleración de la renovación celular provocada por ciertos ingredientes activos.
¿Qué es la purga y por qué ocurre?
La purga ocurre cuando productos con ingredientes como hidroxiácidos (AHA y BHA), retinol o vitamina C aceleran el proceso de exfoliación de la piel. Esto provoca que los microcomedones (lesiones subclínicas que se formarían en el futuro) emerjan a la superficie antes de lo previsto. En lugar de ser un signo negativo, la purga indica que la piel está respondiendo al tratamiento y eliminando impurezas acumuladas.
Algunos ingredientes que pueden provocar purga incluyen el ácido salicílico, el ácido glicólico, el ácido mandélico, el retinol y sus derivados, así como la vitamina C. Estos activos estimulan la renovación celular, lo que puede generar la aparición de espinillas de manera temporal antes de que la piel se acostumbre al tratamiento.
¿Cómo diferenciar la purga de un brote de acné?
Distinguir entre ambos procesos es clave para saber si continuar o suspender el uso de un producto. La purga suele durar entre 4 y 6 semanas. Si los granos persisten más allá de este tiempo, podría tratarse de un brote de acné. Además, los granos por purga aparecen en áreas donde la piel tiende a generar imperfecciones, mientras que un brote de acné puede surgir en zonas no habituales. Otra diferencia importante es el tiempo de curación: las lesiones por purga tienden a resolverse rápidamente, mientras que el acné inflamatorio persiste por más tiempo y puede dejar marcas. Si sospechas que tu piel no está reaccionando bien al producto, lo mejor es suspender su uso y consultar con un dermatólogo.
Consejos para minimizar la purga
Si bien la purga es un proceso natural, hay formas de reducir su impacto. Introducir los productos gradualmente, comenzando con aplicaciones espaciadas (por ejemplo, día por medio o una vez por semana), puede ayudar a que la piel se adapte mejor. También es recomendable utilizar concentraciones bajas al inicio y aumentar progresivamente. Asegurar una hidratación adecuada es clave para mantener la barrera cutánea en buen estado y evitar irritaciones innecesarias. Finalmente, es fundamental usar protector solar diariamente, ya que la piel puede volverse más sensible durante este proceso.
El ‘efecto purga’ puede generar preocupaciones, pero entender su causa y evolución permite afrontarlo con tranquilidad. Si bien no todas las personas experimentan este proceso, los expertos señalan que quienes lo hacen deben verlo como una etapa transitoria hacia una piel más saludable. La clave está en la paciencia y en la correcta selección de productos adecuados para cada tipo de piel.