La deportista chilena en canotaje polinésico, Celeste Luna, la corredora de rally uruguaya, Patricia Pita, y la luchadora de estilo libre argentina, Patricia Bermúdez – todas integrantes de la plataforma que visibiliza el deporte femenino, Women4sports – comparten sus relatos de vida y sus caminos haciendo carrera en disciplinas deportivas que han sido practicadas históricamente por varones.
17 años y rumbo a los Panamericanos: La historia de Celeste Luna
Tras haber llegado a Maitencillo hace algunos años, la deportista Celeste Luna cuenta que comenzó a practicar canotaje polinésico de forma más bien inesperada. Con 17 años cumplidos ya participó en su primer Mundial y hoy se está preparando para llegar a los Panamericanos de Brasil 2023.
“Lo que más me llamó la atención del hoe vaka (canotaje polinésico) fue el poder estar en la inmensidad del mar kilómetros adentro de la costa. Además, para mí, el ambiente entre los compañeros de equipo dentro del mar es mucho más potente que cualquier otra convivencia de equipo en otro deporte”, cuenta Celeste. Su llegada al hoe vaka se remonta a inicios del 2021 cuando comenzó a practicar en la caleta de Maitencillo y, sólo un año después, debutó como competidora en el Mundial de Canotaje Polinésico de Londres en la Categoría Elite Junior femenina V6 en 1000 y 500 metros, sacando junto a su equipo el tercer lugar.
“La experiencia del mundial fue impresionante, es algo que no pensé que podría llegar a lograr en tan poco tiempo”, sostiene la deportista. “Más allá de los podios, lo que más rescato de Londres fue poder compartir con diferentes culturas y países, generar lazos sociales muy lindos, aprender diferentes técnicas de los otros clubes y países, aprender sus disciplinas”, añade.
Hace unas semanas, la joven clasificó en el primer lugar del junior V1 para el Mundial de larga distancia que se llevará a cabo en Samoa, sin embargo, este año se está centrando en entrenar para poder participar en los Panamericanos de Canotaje Polinésico que se realizarán en Brasil durante el mes de noviembre.
Una práctica ancestral
El hoe vaka – canotaje polinésico es un deporte ancestral de las islas polinesias, con un amplio desarrollo en Rapa Nui, zona en la que se conformaron los primeros equipos hoy en día reconocidos a nivel mundial. Con los años se ha ido extendiendo a la zona central de Chile, en comunas como Zapallar y Maitencillo, donde Celeste conoció la disciplina hace un par de años. Pese al incremento de personas que lo practican, señala la joven, la práctica aún no es tan conocida a nivel nacional:
“Creo que la relevancia cultural de la canoa polinésica en Chile hoy en día es cada vez más, por lo menos acá en la zona (Maitencillo) ya es un deporte reconocido principalmente porque varios locales tienen un muy buen ranking del país, pero en el resto de Chile el deporte no se conoce mucho”, explica.
Mujeres en el canotaje polinésico
Pese a que se suele vincular esta práctica con deportistas y seguidores masculinos, lo cierto es que, actualmente, en las competencias desarrolladas a nivel internacional cada vez es más común encontrarse con equipos femeninos. Algunas brechas, sin embargo, siguen siendo evidentes, pues tal como explica Celeste, “todavía está la diferencia de kilometrajes en competencias de hombres y mujeres, ya que la masculina es mayor y la de mujeres es menor (en la categoría v1 y canoa individual)”, explica la deportista, sumando que, en los espacios de competición “hay reiterados roces entre miembros de los clubes y de vez en cuando se escucha uno que otro comentario fuera de lugar con respecto al rendimiento del género femenino”, dice.
A pesar de estas barreras, la presencia femenina en el canotaje polinésico, sostiene la joven, llegó para quedarse. “Creo que cada vez somos más, cada vez hay más mujeres en el continente sumándose a remar y cada vez hay más equipos femeninos de hoe vaka”.
Nuevos desafíos
Además de su actual entrenamiento para conseguir un cupo en los Panamericanos de Brasil, Celeste Luna se estará preparando para participar en el Selectivo Mundial Sprint en Hawaii durante el 2024. Además, planea viajar a Rapa Nui para entrenar y conocer cómo se vive la disciplina allá. “Y, creo que, como sueño de muchos, ojalá algún día poder ir a Tahití a aprender de los mejores del mundo”, afirma.
Patricia Bermúdez y su camino en la lucha libre: “Quiero trabajar para que los demás tengan la oportunidad que yo tuve”
“Sufrí mucho maltrato de pequeña, mucho abuso, y el deporte me salvó la vida”, comenta la luchadora de estilo libre y gendarme argentina Patricia Bermúdez. Con 35 años, la deportista santiagueña ha batido una serie de récords que hoy la posicionan como una de las mejores de su país. Fue la primera mujer argentina en ganar una medalla en un Juego Panamericano en su disciplina, tiene dos medallas de los Juegos ODESUR (2010 y 2014) y ha participado en dos Juegos Olímpicos, primero Londres en 2012 y luego en Río de Janeiro en 2016, quedando en cuarto lugar.
Hoy, luego de ganar la medalla de Bronce en los Juegos Panamericanos de México, en la categoría de 50 kilos, Patricia Bermúdez clasificó para participar en los próximos Panamericanos que se celebran en Santiago de Chile este 2023.
“La verdad es que fue todo muy rápido, llevaba muy poco tiempo practicando este deporte y en menos de un año fui a mi primer Juego olímpico, Londres. Así empezó mi carrera en lucha libre”, cuenta Patricia. Antes de llegar a la disciplina, en paralelo a su carrera de gendarme, la deportista empezó a practicar judo. “Siempre pensé que iba a ir a mi primer Juego Olímpico por judo, nunca me esperé esto”, detalla.
Convertirse en luchadora
Encontrándose en la última etapa de su carrera deportiva, Patricia hace un recuento de lo que ha sido su paso por esta disciplina tanto de origen como catalogación masculina. Tal como sucedió con judo, la campeona argentina llegó a la lucha libre impulsada por una búsqueda de autoprotección vinculada a su historia familiar. “Sufrí violencia desde chica y busqué esto como una forma de aprender a defenderme. Por eso siempre digo que el deporte me salvó la vida”, narra.
El año 2010, Patricia comenzó a practicar lucha libre y sólo un tiempo después ya se encontraba en Londres participando en sus primeros juegos olímpicos. Desde ese momento, explica, se encontró con una pasión a la que espera seguir vinculada durante mucho tiempo. “Lo que más me gusta de este deporte es que puedo ser yo, me siento libre practicándolo. Me siento muy cómoda con lo que hago, me gusta, y sobre todo, disfruto el saber que en un deporte de combate hay reglas, y que en el momento, pese a que estás peleando, después termina la pelea, te das la mano, y todo termina con respeto”, sostiene.
Como en cualquier deporte, y en especial en aquellos todavía muy masculinizados, ser mujer implica asumir una serie de dificultades, desde comentarios negativos y cargados de prejuicios, hasta la falta de visibilidad y de apoyo financiero. Sumado a eso, explica Patricia, a nivel mundial todavía siguen primando tanto referentes como entrenadores masculinos en los deportes de combate. “En Argentina no tenemos entrenadoras mujeres en lucha libre, siempre son hombres, y si bien a nivel internacional han empezado a aparecer árbitros, entrenadoras mujeres, acá eso todavía no pasa”, señala.
Mientras sigue entrenando en esta última etapa de su carrera, y enfocada también en estudiar para sacar la licencia en alto rendimiento deportivo, Patricia Bermúdez se imagina el escenario donde esas brechas de género existentes dejen de ser la norma: “A mí me gustaría que hubiera una escuela de entrenadoras para mujeres, ese es el nuevo proyecto que tengo muy puesto en la cabeza, eso ayudaría un montón a que cambien las cosas”, afirma.
De momento, la luchadora se está preparando para los Panamericanos de Santiago y espera poder llegar a los Juegos Olímpicos que se celebrarán próximamente en Serbia. Sobre el futuro, se convierta en entrenadora o dirigente, espera poder ser un apoyo para las futuras generaciones de luchadores, especialmente las mujeres. “Seguramente estaré toda mi vida en este deporte, y mi idea es seguir trabajando para que los demás tengan esa oportunidad que yo tuve y que me abrió un mundo distinto a lo que yo conocía, en un barrio muy humilde”.
Patricia Pita y la fuerza de una mujer que abre caminos detrás del volante
Es la primera piloto mujer de rally de Uruguay y este 2023 se convirtió en la primera en llegar al rally Dakar. Con 34 años y 11 de carrera, Patricia no para, va por más.
“Yo no tuve una referente mujer en el deporte. Mis ídolos eran Gustavo Trelles y los ídolos de mi papá. En mi cuarto, cuando era chica, tenía posters de Britney Spears y de pilotos de rally. Hoy yo puedo ser esta referencia para una niña”, cuenta Patricia Pita, la primera mujer piloto de rally en Uruguay.
Con 34 años, después de muchas barreras enfrentadas por ser pionera en un deporte históricamente masculino, reconoce que el escenario para las mujeres en el rally empieza muy de a poco a cambiar. Y aunque los desafíos sigan existiendo, su ejemplo es parte de este cambio. En su vida, el gusto por el automovilismo empezó temprano. Es hija de Jorge Pita, piloto uruguayo campeón sudamericano en 1999 y desde chica sentía que ese también sería su camino. Empezó a correr en 2003, pero compitió por primera vez casi diez años más tarde, en 2012.
“Uno de los principales problemas que tenemos las mujeres en este deporte es que no accedemos a la misma preparación, porque un niño cuando es chiquito y dice que quiere correr, es muy probable que lo suban a un karting. A las mujeres nos cuesta más llegar a altas categorías, porque ya arrancamos con una desventaja tremenda cuánto a preparación”, señala.
Sin embargo, cuando finalmente se dieron las condiciones para que empezara a competir, sintió que se había encontrado. “Fue el primer día que sentí que estaba en mi lugar, que por primera vez estaba haciendo algo con el que me identificaba y me hacía sentir que estaba en el lugar correcto”, recuerda.
El encontrarse en este deporte hizo que sus ganas de seguir creciendo y profesionalizando la llevasen al rally cordobés, donde también fue la primera mujer compitiendo. En el 2016 ascendió al rally argentino y recibió el premio al piloto revelación del automovilismo uruguayo en el exterior. Y aunque en su casa su madre siempre le incentivó a soñar y recalcó que ser mujer no era impedimento para nada de lo que se propusiera hacer, el prejuicio y las dificultades que fueron surgiendo en el trayecto la llevaron a pausar su carrera como deportista algunas veces.
“Han sido años de altibajos y de enfrentar muchos prejuicios. El rally es de los pocos deportes en el mundo donde los hombres y las mujeres competimos a la par y eso hace que te quedes expuesta a un montón de situaciones y de barreras que al principio me costaron mucho”, revela.
En el 2018 conformó con una piloto argentina el primer equipo femenino de la historia del rally en Sudamérica. “Fue un momento muy lindo para mí el día que conocí a otras chicas que eran pilotos en Argentina. En Córdoba me encontré por primera vez con Nadia Cutro y nos hicimos muy amigas. Fue la primera vez que me encontré con alguien con quien podía hablar de las cosas que me sucedían, de los problemas que tenía con los jefes de los equipos y con los mecánicos, y que entendía exactamente lo que me pasaba”, comenta.
Y añade: “Como mujer hay muchos puntos en los cuales tenés que aprender a lidiar y en los cuales constantemente te están tratando de desvalorizar. Me pasó de sentirme juzgada y ser vista como “la hija de”. Tenía todo el tiempo que demostrar que podía ser tan buena como mi papá. Mucha gente no me tomaba en serio”.
La carrera necesaria antes de la competencia
El automovilismo puede ser, en las palabras de Patricia, “ingrato”. El mantenimiento de un auto y el alto costo de las inscripciones en las competencias son solo algunos de los factores que hacen del rally un deporte costoso. Por eso, para poder lograr la hazaña de correr en el Rally Dakar, una de las competencias más exigentes del mundo, como lo hizo este año, tuvo que correr un verdadero maratón para lograr financiar su proyecto.
“Hace 11 años que arranqué mi carrera y ha sido un trabajo de hormiga. Siempre corrí a pulmón, mostrando mi trabajo para conseguir sponsors, pero la gran mayoría de empresas que patrocinan el automovilismo están lideradas por hombres que tienen amistad con los pilotos masculinos y esto perjudica el financiamiento y apoyo a mujeres”, señala. “Por otro lado, cuando voy a buscar marcas más vinculadas al mundo femenino, algunas ven este deporte como ‘demasiado masculino’. Lo importante sería que entiendan el valor que tiene apoyar a una mujer que se está abriendo camino en un deporte que es históricamente masculino”.
Patricia fue atrás, golpeó puertas, quedó afónica de tanto contar su proyecto en un sin fin de reuniones y entrevistas, pero lo logró. Llegó a la carrera más importante del mundo. Fueron 15 días de competencia dónde se enfrentó con jornadas de 12 horas detrás del volante, frío y calor extremos, en pruebas que desafían mucho más que las destrezas de conducir. Sumando otro hecho pionero a su trayectoria, se convirtió en la primera mujer uruguaya en el Dakar.
La experiencia la describe así: “Pasas todo pasas por felicidad pasas por tristeza tenés miedo pánico, te estresas después volvés a sentir euforia, adrenalina alegría es como es una montaña rusa constante y siento que es eso no es como es la vida es la vida resumida en 15 días”.
Además, Patricia llegó a la competencia en un momento histórico: este año, de los 632 corredores, por primera vez, 54 eran mujeres; el récord de participación femenina. Para ella, ocupar este espacio es mucho más que un logro personal, es un mensaje a otras niñas y mujeres de que sí, se puede.
Detrás del volante siente “paz”: “Es un poco contradictorio, pero la realidad es que me siento en paz. Cuando me siento en la butaca y arranco el auto, el tiempo se detiene. Soy yo, con el copiloto y el auto, nada más. Más allá de que hay tensión, porque se te van presentando un montón de situaciones difíciles al correr del día, al mismo tiempo siento paz porque estoy haciendo lo que amo y prefiero estar ahí antes que en cualquier otro lugar. Es una pasión muy linda que me ha ido dando sueños y yo creo que los sueños son muy importantes”, afirma.
Actualmente la deportista se encuentra trabajando en su proyecto para ir al Dakar 2024. Tiene dos sponsors, pero necesita más y ya empezó a moverse para seguir cumpliendo su sueño y continuar abriendo paso a las que vendrán después. Al que todo indica, seguirá haciéndolo, porque para Patricia, rendirse no es una opción.
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