La historia sigue a dos mujeres de mundos disímiles. Una de ellas nació en un barrio alto de Santiago y estudia en la universidad. La otra es una chica de provincia que se traslada a la capital para comenzar una vida como trabajadora de casa particular en el mismo hogar de la estudiante. De edades similares y atraídas una de la otra, ambas comienzan a entablar una cercana relación.
Este cruce de vidas es la base de una escena teatral originada en septiembre de 2019 para una clase de teatro en la Universidad de Chile, donde Federica Larraín Matte, en esos momentos alumna de la institución, improvisó en el escenario junto a una compañera de curso el vínculo afectivo entre estas dos mujeres. Unos años después, ya titulada como actriz, esta historia emergida de un pequeño ejercicio teatral se transformó en “El gato cae por las escaleras sin hacer ruido”, la primera novela de Federica.
Publicada por Editorial Cuarto Propio en 2022, El gato cae por las escaleras sin hacer ruido nos adentra en un vínculo amoroso donde las barreras tanto de clase como de género son igual de relevantes. Por un lado, está Amelia, una joven de clase alta que estudia periodismo, y Edith, una chica coquimbana que comienza a desempeñarse en la casa de Amelia como trabajadora doméstica. Pasando de una genuina amistad a una conexión amorosa, el único testigo del vínculo entre ambas es un escurridizo gato que nadie nota dentro de la casa, ni siquiera ellas.
“Yo esto lo empecé a desarrollar como un guion de película, pensando solamente en los diálogos, y de ahí vino la idea del libro. Ahí ya comenzó el trabajo de trasladarse de un mundo a otro, y de entender que al final todo es literatura”, señala Federica Larraín en conversación con Woman Times.
Además de su trayectoria en teatro y ahora en literatura, la joven debutó como dramaturga en Madrid el año pasado, cuando estrenó “Perdóname por solo acordarme de ti cuando me aburro”, obra protagonizada por su madre, María Olga Matte. En esta producción, cuatro personas comparten una cena en la que su anfitriona, llamada Masha, quiere saber qué es lo que sus invitados dirían en su funeral.
“Dirigir esta obra fue una experiencia maravillosa. El estar ahí, viendo a los actores pronunciando palabras que yo escribí, pero que en el fondo ahora son de ellos, que es cuando aparece la obra de teatro, fue sentirse muy viva, fue comprobar que todo está muy vivo”, sostiene Larraín.
¿Llevarías “El gato cae por las escaleras sin hacer ruido” al teatro?
La verdad no sé si esta novela se puede llevar al teatro. Y la razón es el personaje del gato, porque no sabría bien cómo adaptarlo. Se podría hacer, pero en realidad me gusta que el gato no tiene descripción, por ejemplo, el que no sepamos de qué color es. Eso ya es un detalle, que para cada lector el gato va a ser distinto, se lo pueden imaginar de maneras diferentes. Y en el teatro, el que ya lo pueda ver, creo que le quita magia.
Tanto la mirada de clase y género integran esta novela, ya que estamos hablando de un amor queer entre dos personas que nacieron en mundos muy diferentes. ¿Qué te motivó a llevar estos elementos a la historia?
Esto partió como una escena que hicimos en septiembre de 2019, ahí nació la idea, y después en octubre, con todo lo que pasó a nivel país, me pregunté cuál podía ser mi rol, cómo podía aportar al menos desde mi vereda. Me pareció muy importante y gozoso imaginar un universo donde dos personas de clases radicalmente diferentes, una de región, otra de capital – y además que están en una relación más bien asimétrica – tuvieran un espacio donde encontrarse y dialogar, para mí era muy importante eso entre Amelia y Edith, que no fueran los prejuicios los que las pusieran por delante, sino que poder decir: ‘quizás puedes ser mi amiga, ‘podemos tener cosas en común’, ‘podemos intercambiar ideas y entender el contexto de cada una’, ‘podemos ayudarnos’.
¿Cómo evalúas la representación de disidencias sexo genéricas en la literatura y en el teatro? ¿Hemos avanzado?
Creo que se están empezando a visibilizar y valorar muchos más mundos, mucho más que antes. En Chile veo que sí está más presente, pero no sé si todavía logra generar un impacto cultural como a nivel país, más bien son sectores cercanos a la literatura y al teatro los que están pudiendo empezar a encontrar estos otros espacios donde aparecen representadas estas disidencias, y mujeres tanto creadoras como en el escenario, pero no sé si ha llegado a ser algo realmente expandido.
Eso sí, creo se está empezando a discutir y a plantear mucho más que antes, que empiezan a surgir figuras distintas, y eso me gusta, encuentro que es bonito.
¿Cuál crees que es la invitación central de El gato cae por las escaleras sin hacer ruido?
Primero, disfrutar, dejarse llevar por el libro, por los personajes, por las situaciones. Algo que me gusta mucho del libro es que es tan cotidiano, son tan chiquitas las cosas que pasan, al final, que también es lindo dejarse sorprender. Y después, quizás pensar un poco. A mí me pasó que durante los tres años estuve pensando mucho en los personajes, los iba imaginando, me quedaba pensando en ellas, en Amelia y en Edith, en sus aprehensiones.
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