“El miércoles 27 de Octubre se nos fue la mascota de Katy, Lolo o Lorenza, una adorable perrita que llegó a casa cuando Katy tenía apenas 5 años y vivíamos en un departamento muy pequeño. Hizo pipí en todos los lugares prohibidos, dormían juntas, parecía su peluche hermoso, le sacaba el pijama a Katy cada noche. Las dejábamos durmiendo, cerrábamos la puerta y Katy gritaba “¡Lolo para! Me está sacando el pijama”. Abríamos la puerta y Lorenza estaba tranquila acostada a los pies de la cama, como si nada pasaba. Cerrábamos la puerta y al abrirla de improviso veíamos que estaba con sus dientes tirando con fuerza el pijama de Katy.
Durmieron juntas hasta el último día, compartían la misma almohada y luego de la partida de Katy siguió durmiendo con nosotros a los pies de la cama, llena de vitalidad hasta que un 19 de octubre se sintió mal y no volvió a comer. En 8 días se apagó como una luz que dejaba de brillar. Se iba al cuarto de Katy, se apoyaba en su puerta, como pidiéndole que viniera por ella. Y así fue. El pasado 27 de octubre a las 7:40pm la Lolo partió. Hoy si tuviera a Katy al frente le diría gracias por prestarnos a Lolo por mas de 3 años, la amamos y la cuidamos con todo el corazón, pero ahora necesitaba estar contigo”.
Con este enternecedor relato Lely Zamorano, madre de Katy Winter -la joven escolar que se quitó la vida en 2018 luego de vivir una grave situación de violencia escolar- nos cuenta cómo fue la reciente partida de Lolo, la mascota favorita de la casa, y que con su adiós hizo recordar el momento más difícil que ha vivido la familia: la temprana partida de Katy. “Siempre me he considerado sencilla, de bajo perfil, relajada, sin mucha fuerza, pero perder a mi niña me transformó. Mi niña me hizo sacar fuerzas para hacer más de lo que pensé podría hacer en toda una vida. Cuando es para ella no me agoto, las fuerzas se renuevan; cuando veo personas llenas de quejas, críticas, promesas vacías, sin ningún aporte positivo, con comentarios que pretenden derribarme, nos miramos con Emanuel, pensamos en Katy y nos levantamos otra vez”, señala Lely respecto de este tiempo posterior a la partida de su querida hija en que incluso levantaron una fundación en su nombre: Fundación Summer (@fsummercl).
Precisamente para dar visibilidad a una problemática que año a año cuesta la vida a miles de niñas y niños en el mundo, el pasado jueves 4 de noviembre se conmemoró una vez más el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar. Una fecha proclamada por la UNESCO, y que busca apoyar a aquellos niñas y niños que al no contar con herramientas suficientes para enfrentar problemas de bullying escolar, “muchas veces caen en profundas depresiones o simplemente ya no quieren seguir viviendo con ese dolor… Eso fue precisamente lo que llevó a Katy a quitarse la vida.
La obsesión de Katy con su cantante favorita, Taylor Swift, la hizo acuñar para si una frase que usaba con frecuencia: “La gente arroja piedras a las cosas que brillan”. Quizá su instinto desde temprana edad la hizo ver que era una niña diferente, que con sus inigualables aptitudes artísticas y vocales siempre se sintió en un escenario en el que estaba constantemente siendo analizada, juzgada por el resto, y en que muchos comentaban sobre ella a sus espaldas. “Todas mis amigas me abandonaron“, fue una de las frases que Katy dejó en su carta de despedida, tratando de explicar lo inexplicable, no quería seguir luchando, se sentía sobrepasada.
En vida era sin duda una niña llena de luz. En la cocina de su casa Katy dejó impresa una frase muy especial para sus padres: “always be yourself, unless you can be a unicorn, ¡then always be a unicorn”! (“Siempre se tu misma, a no ser que puedas ser un unicornio, ¡entonces sé un unicornio!”). Palabras que reflejan una personalidad reflexiva, atrayente, magnética para muchos, pero que sin duda despertaba sentimientos y reacciones en otros. “Ella era una niña unicornio que nos ha empujado a emprender un viaje inesperado, pero con un objetivo claro, que nadie sufra lo que ella vivió”, señala su madre con absoluta convicción.
¿Luego de tres años de la partida de Katy, qué los mueve cada mañana por seguir visibilizando esta grave problemática del Bullying y el acoso escolar?
Nos levantamos cada día a romper paradigmas, que al final son sólo estructuras y esquemas mentales heredados que nos mueven a su ritmo. Hoy si hacemos algo lo hacemos desde el corazón: proponer una reforma legal, hacer estudios a nivel nacional que fundamentan nuestro mensaje, dar un discurso a autoridades, dar una charla a jóvenes, a padres, a expertos en salud mental. El público puede ser diverso, lo que no cambia es que en cada ocasión entregamos nuestro corazón y la audiencia lo siente. Esto me llena, esto nos llena, sentimos a Katy a nuestro lado, entre el público, en los abrazos de cada joven. Nos atrevemos a ser disruptivos, a dar charlas a los Hackers, a contar con psicólogos que atienden online en videojuegos. La inconsciencia trae aprendizajes con sufrimiento y lo que no puede ser tolerado debe ser solucionado.
¿Cómo se vive con un desafío tan altruista como aportar a salvar vidas?
Vivimos día a día este desafío desde la gratitud. Recibir afecto es un proceso de sanación, aceptar mi vulnerabilidad es aceptar mi debilidad. No tenemos ningún poder de absolución y no perdonamos para simpatizar, sino para sanar. Cuando lo anormal se hace normal, se transforma en cultura. Y eso buscamos, transformar la cultura de nuestro país buscando que sea fundamental cuidar al prójimo.
¿Cómo crees se sentiría Kathy al verte luchar con tanta fuerza por este problema?
Creo que sentiría que estamos proyectando su forma de ser para ayudar a otros. El cyberbullying es solo el nombre dado a agresiones generadas por falta de amor, falta de solidaridad, por falta de conexión. Katy siempre fue solidaria, integraba especialmente a quienes necesitan apoyo, unía personas, amaba a los animales lo que la llevó por ejemplo a ser vegetariana a muy temprana edad. Katy vivió el agotamiento de haber cuidado y querido, y sentir cómo todos o la agredían o la abandonaban. Eso es frustrante y los jóvenes que hoy viven lo mismo no ven salida, sienten soledad y que nada va a cambiar.
La Pandemia pudo haber incrementado el acoso a través de las rrss de muchos jóvenes. ¿Cómo vieron ese fenómeno?
Sabíamos que el efecto post pandemia sería fuerte, pero nos sorprendió conocer tantos casos de jóvenes con pensamientos de muerte, autolesiones e Ideación suicida, familias desesperadas y muchos jóvenes con respuestas como “estoy bien, no me pasa nada”. Hoy podemos asegurar que no están bien y que algo fuerte les está sucediendo y no tienen las palabras ni la confianza para expresarlo. Sabemos que un cambio cultural no es instantáneo, la naturaleza siempre se toma su tiempo. Por esto llamamos a la reflexión, a la reflexión de miles de jóvenes, de padres, de autoridades, de colegios. Nosotros no elegimos ser testigos cómplices ni testigos encubridores, sino testigos salvadores, por eso invitamos a todos a que elijan salvar. Siempre podemos ayudar, lo importante es escuchar y observar las señales.
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