A los 52 años, la monja Francisca Rafaella Petrini se ha convertido en la punta de lanza de la lucha del Papa Francisco por sumar mujeres en áreas claves de la jerarquía eclesiástica.
El 4 de noviembre de 2021 será recordado como un día histórico para el mundo del catolicismo. Por primera vez en la historia, un Sumo Pontífice designaba a una mujer en el segundo cargo más importante del Vaticano. El nombramiento, afirman los analistas de la Santa Sede, obedecen a una suerte de “lenta y silenciosa revolución feminista” que el mismo Jorge Mario Bergoglio anunció en el 2013, cuando planteó la necesidad de sumar más fuerza femenina a la curia.
La elegida es una figura prominente en los círculos religiosos. A sus 52 años, Rafaella Petrini ha hecho carrera desde que se sumó a la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Eucaristía. Licenciada en Ciencias Políticas, ejerció hasta hace muy poco el puesto de oficial de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, una responsabilidad de máxima relevancia geopolítica, en tiempos en que la Iglesia Católica enfrenta uno de los momentos más críticos de su historia y los fieles escasean.
La primera mujer en llegar al segundo puesto del estado que tiene cerca de 600 habitantes y más de 2.000 empleados; cumplirá con las mismas funciones de una vicealcaldesa, con énfasis en la gestión y supervisión de las operaciones administrativas. También, estará encargada de coordinar a la policía, los bomberos, la sanidad y el funcionamiento de los Museos Vaticanos.
Si bien los críticos podrán decir que ellas aún siguen apartadas de la cima del poder vaticano, es innegable que nunca antes su participación fue tan importante. Desde febrero, la subsecretaria del Sínodo de los Obispos, está a cargo de la religiosa francesa Nathalie Becquart, quien se convirtió en la primera mujer con derecho a voto, algo que remeció al sector femenino cercano al Vaticano que actualmente está exigiendo que se extienda ese derecho a cada una de esas asambleas específicas.
Para avanzar en esa dirección, resulta indispensable, afirman los especialistas en política vaticana, una reestructuración de la jerarquía eclesiástica. Una idea que comparten figuras claves, como la monja Alessandra Smerilli, quien fue designada como secretaria interina del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral; y la religiosa Charlotte Kreuter-Kirchhof que recientemente se sumó al poderoso Consejo de Economía del Vaticano.
Según informaron los medios italianos, el Papa quiere mucho más que cambios cosméticos y encargó a un grupo selecto de historiadores la tarea de investigar el rol desempeñado por la mujer en los primeros años del cristianismo. Su objetivo es seguir empoderando a la fuerza femenina en la curia, claro que con ciertos límites. Hace poco, rechazó la posibilidad de que pudieran ordenarse sacerdotisas…al menos en un futuro cercano.
“Una Iglesia viva puede reaccionar prestando atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres que piden más justicia e igualdad. Puede recordar la historia y reconocer una larga trama de autoritarismo por parte de los varones, de sometimiento, de diversas formas de esclavitud, de abuso y de violencia machista”. Con esas palabras, el Pontífice reflexionó sobre la mujer, en su exhortación apostólica Cristo Vive. A juicio de sus biógrafos, la cita sintetiza a la perfección el espíritu de su lucha contras las estructuras vaticanas que aún ven con recelo la presencia femenina.
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