A través del teléfono, Ileana Hochmann comenta que algunas veces se siente más carioca que porteña. Esto, porque la artista visual de 78 años, pese a haber nacido en la Ciudad de Buenos Aires y residir allí hoy, gran parte de su carrera artística la realizó en Río de Janeiro, comenzando sus estudios en el Museo de Arte Moderno, para luego formar parte de un grupo de artistas en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Brasil, y posteriormente ingresar a la Escuela de Artes Parque Lage.
Un extendido corpus de obras, donde dialogan la serigrafía como técnica basal de Ileana Hochmann, además de piezas fotográficas, video performances, objetos y textiles, se reunirán para dar vida a la muestra retrospectiva que engloba los 60 años de carrera de la artista visual, próxima a inaugurarse en el Palacio Pereda de la Embajada de Brasil en Argentina. Entre risas, Hochmann expresa, “la embajada me considera brasileña”.
Titulada “Terceira Margem, Retrospectiva 60 años”, el objetivo de esta muestra programada para el 2024 es entablar un diálogo cultural entre Argentina y Brasil desde la mirada artística que Hochmann ha construido durante todos sus años de carrera. Al pensar en sus obras, la artista señala que, pese a que antes refulgía en ella la necesidad de definir a qué lugar pertenecía más, si a Río de Janeiro o Buenos Aires, hoy sabe que se trata más bien de un entrecruzamiento entre ambos territorios. “Lo que yo descubrí y pasó a ser parte de mi persona y mi trabajo es que no tenía que preocuparme si era de Río de Janeiro o Río de la Plata, si era carioca o porteña, porque eso está todo el tiempo dando vuelta en mi trabajo. Las dos cosas están presentes. En algunos momentos aparece más lo carioca, que tiene algo de sincretismo, de elementos del candomblé”, sostiene Hochmann.
Además de esta doble identidad geográfica, la muestra retrospectiva incorpora el amplio trabajo serigráfico de la artista, técnica que se convirtió en lenguaje central de su obra mientras estudiaba artes visuales en Río de Janeiro. Fue uno de sus profesores en la Escuela Nacional de Bellas Artes quien le mostró las posibilidades plásticas que tenía la serigrafía más allá de la mera copia de obras originales. “Recuerdo que su propuesta fue: no usen nada fotográfico, usen la imaginación, recorten, usen otros materiales, creando algo que sea absolutamente original, prácticamente como obra única. Eso me interesó un montón”.
Aquella forma alternativa de mirar y pensar la técnica es lo que vemos una y otra vez en las obras serigráficas de Ileana Hochmann. En ellas, por ejemplo, un retrato de la artista se traslada a una tela o a un manto, imprimiéndose encima en diferentes versiones, y luego, poniéndose ella misma el manto en su cuerpo, comienza a ejecutar una danza que posteriormente registra en video o fotografía. Así, lo que parte como una serigrafía bidimensional se transforma en un objeto, y ese objeto pasa a ser usado para ejecutar una performance. Lo anterior lo vemos en su obra “Fiz das tripas, corazón”, donde nos encontramos con una fotografía de Ileana al momento de parir a su hija, impresa en tela de terciopelo, que luego coloca en su cuerpo para comenzar a ejecutar, a partir del movimiento de la prenda, una danza ritual.
El ejercicio anterior, sostiene Hochmann, va hilado a esta noción de que la técnica, en sentido estricto, deja de ser importante: “Uno de los curadores de la muestra de Brasil dice algo que me parece muy lindo: Que la técnica existe para que uno la pueda olvidar. Eso es muy interesante porque olvidar, para mí, significa que si dominás la técnica, lo que pasa es que te olvidás exactamente del camino trazado y te liberás. Yo te hablo desde mi trabajo, donde no tengo un concepto cerrado”.
El encuentro con la vejez
Dentro de las obras más recientes que serán expuestas en la muestra retrospectiva de Ileana está el trabajo que ejecutó a partir de su cuerpo durante la pandemia. Estando sola en su departamento en Buenos Aires, en plena cuarentena, desprovista de su taller y materiales para dar paso a nuevas creaciones, un pequeño trípode que encontró en uno de sus armarios y la cámara de su celular se transformaron en los elementos centrales con los que gestaría sus reflexiones en torno a la corporalidad y la vejez.
En esos días de encierro, cuando sólo podía bajar al condominio de su edificio, se encaminó a los jardines y dentro de bolsas fue metiendo pedazos de palmeras secas, de troncos y barro para convertirlos en su escenografía. De nuevo en su departamento, instaló el trípode, ubicó su celular con el temporizador de 10 segundos y se fotografió desnuda situando entre medio los troncos y el barro extraído. Así nacieron sus obras fotográficas y en video “Entidades”, “Kuarup en el país de Buenos Aires” y “Abre as asas sobre mim”, con las que entabla un diálogo con su propio cuerpo, abriendo paso a una desnudez expuesta que la sociedad, con toda su alabanza a la juventud, se priva de mirar.
“Yo escuchaba todo el tiempo esta idea de ‘material descartable’. En un momento me pasó por la cabeza el estar pensando que, a los 75 años, edad que tenía cuando hice esto, muchos creerán que soy material descartable, que ‘ya está, ‘fuiste’, y que no tenés capacidad de venir con nada nuevo ni continuar haciendo nada. Por eso esto fue un desafío, mostrar que de descartable nada, que acá estoy, me arriesgo y arriesgo mi cuerpo, que estoy viva y produciendo”, sostiene Ileana.
Hoy, a sus 78 años, recordando lo que fue realizar esas acciones corporales, la artista expresa: “Creo que es algo de lo que me di cuenta después. Era la primera vez que hacía un trabajo inevitablemente político, conectado con la mujer ahí directamente. En mis primeros trabajos también estaba eso, pero no fue siempre. Es hoy que muestro esta historia de una mujer que a los 78 continúa produciendo y arriesgándose en relación con el arte. Como decimos acá: vivita y coleando”.
Pensando nuevamente en lo que será su muestra en la embajada de Brasil el próximo año, Ileana comenta que sus obras en diálogo con la vejez y el cuerpo femenino tienen más de la cultura brasileña que argentina, o al menos porteña. Porque a diferencia de su ciudad natal, según explica, envuelta en un paradigma de vida todavía muy conservador, plagado de cuerpos invisibilizados, la ciudad puerto de Brasil está en avanzada. “Yo me doy cuenta por la reacción de otras artistas, quedan muy tocadas por el coraje de que una mujer, de repente, de esa edad, se disponga a mostrarse desnuda”, reflexiona.
Crédito fotografía: Macarena Ruiz
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