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Alice Kellen: “Me interesa que las historias de amor no estén idealizadas”

Con más de 15 novelas publicadas y un lugar consolidado entre las autoras best seller de habla hispana,  la valenciana Alice Kellen ha sabido construir un universo narrativo íntimo y emocional que conecta con miles de lectoras y lectores en todo el mundo. Este año publicó Quedará el amor (Planeta), una historia que había escrito hace más de cinco años y que decidió reescribir desde una nueva perspectiva.

Para WT, hablamos con Alice Kellen sobre ese reencuentro con su propia obra, sobre lo que implica narrar el amor hoy —en un mundo que reconfigura vínculos, deseos y certezas— y sobre los nuevos proyectos que la esperan.

Quedará el amor es una novela que escribiste hace cinco años y decidiste reescribir ahora. ¿Cómo fue ese reencuentro con una obra que había quedado en pausa? ¿Qué cambió en ti como autora y como persona en ese proceso?

Fue un proceso… en realidad me hizo ser muy consciente de la evolución, de ver con claridad tus puntos débiles, tus puntos fuertes. En cierto modo, hay una especie de lucha contigo misma: con la escritora que fuiste, con la que eres hoy y con la que aspiras a ser. Pero me vino bien dejarla en un cajón durante un tiempo para poder analizarla desde una distancia más crítica. Cambié muchas cosas: metí más diálogo, modifiqué parte de la trama y reestructuré toda la historia. Para mí, esta novela fue muy distinta en ese sentido, más madura, más real.

“Me interesa mucho explorar cómo una misma emoción se experimenta distinto según la edad. No es lo mismo hablar del amor desde los veinte que desde los cincuenta o desde los ochenta años”.

En muchas de tus novelas el tiempo es un tema central: los años que pasan, lo que queda, lo que cambia. ¿Crees que el paso del tiempo también transforma nuestra forma de amar o de narrar el amor?

Sí, sin duda. El sentimiento tal vez sea el mismo, pero lo recoges y lo traduces desde la etapa vital en la que estás. Es como una mochila invisible que se va llenando con los años, con vivencias, con fragilidades, con miedos… y todo eso modifica tu forma de mirar. Me interesa mucho explorar cómo una misma emoción se experimenta distinto según la edad. No es lo mismo hablar del amor desde los veinte que desde los cincuenta o desde los ochenta. A veces releemos diarios de hace apenas tres años y ya no reconocemos del todo a esa versión de nosotras mismas. Y eso me parece fascinante.

Llevas más de una década de carrera con más de 15 novelas publicadas. ¿Cómo haces para seguir conectándote con nuevas generaciones sin perder tu estilo?

Creo que las historias han ido cambiando conmigo. Me siento un poco lejos de esas primeras novelas que escribí, porque ya no soy la misma persona. Pero la clave no está tanto en qué se cuenta, sino en cómo. Me parece importante que, aunque evoluciones, tu esencia esté ahí, que quien te lea pueda reconocerte en la forma en que ves el mundo y en cómo lo sientes. Eso es lo que hace que una voz narrativa sea única.

El éxito de El mapa de los anhelos ha dado un paso más con su adaptación a miniserie por Netflix. ¿Cómo vives esta experiencia de ver tu obra traducida a otro lenguaje narrativo?

Todavía no he visto nada porque el rodaje empieza en breve, pero sí he podido leer los guiones y ha sido muy emocionante. La guionista entendió muy bien la historia y ha sabido trasladarla al lenguaje audiovisual. Además, me dejaron participar en el proceso y con los últimos capítulos me emocioné muchísimo. Durante mucho tiempo me costó dar el paso al audiovisual, porque pensaba que si se hacía, debía hacerse bien, con respeto por la historia. No todas las novelas se pueden adaptar, pero esta sí, y lo que viene me ilusiona mucho.

“Quiero que las historias de amor no estén idealizadas, que los personajes tengan luces y sombras. Porque así son las relaciones humanas: imperfectas, con contradicciones, con dolor incluso.”

¿Cómo narrar historias de amor en tiempos en que se cuestiona el mito del amor romántico, se replantean las relaciones monógamas y se habla con mayor libertad sobre la sexualidad femenina? ¿Se puede contar el amor sin idealizarlo?

Yo creo que sí, y que de hecho es necesario. Las novelas, en cierta forma, deben ser un espejo del momento en que vivimos. Ya no se trata simplemente de “chica conoce a chico” y listo. Por suerte, los personajes femeninos han cambiado muchísimo, han ganado complejidad, autonomía, deseo. Y me interesa que las historias de amor no estén idealizadas, que los personajes tengan luces y sombras. Porque así son las relaciones humanas: imperfectas, con contradicciones, con dolor incluso. No hablo del dolor tóxico o dañino, sino del que a veces está en los vínculos más cotidianos: con una madre, con un hermano, con una amiga. El amor hay que trabajarlo, hay que aprender a gestionar ese dolor de manera sana, y eso también se puede contar en una novela.

No conozco a nadie que no haya hecho daño a alguien, aunque sea sin querer. Y eso me parece más realista: personajes que se equivocan, que fallan, que sienten culpa. Y que aún así se siguen encontrando. Me interesa ese amor que incluye errores y vulnerabilidades, porque ahí es donde nos sentimos dentro de la historia.

¿Algo que nos puedas adelantar de lo que se viene?

No habrá nueva novela hasta 2026, pero este año tengo pendiente una historia que podría ver la luz. Fue la segunda novela que escribí hace muchos años y también necesita una reescritura. Ya no me siento cómoda con algunas cosas de entonces, pero creo que este puede ser el momento justo para que salga.