Quien fuera la primera chilena en dirigir el Consejo de Defensa del Estado durante casi 10 años, hoy se encuentra trabajando de lleno en un centro de investigación que aborda el impacto social, cultural y político de las nuevas transformaciones tecnológicas.
Durante la década de los 90’ y la primera mitad de los 2000’, la imagen de Clara Szczaranski (abogada, 75) era de una mujer fuerte y batalladora que desde el Consejo de Defensa del Estado (CDE) logró desmantelar a organizaciones de narcotráfico y lavado de dinero regadas por todo el continente. Colaboró con la DEA y el FBI de Estados Unidos y fue la mujer detrás del desmantelamiento de la organización liderada por el Cabro Carrera en 1997, la Operación Océano o la Operación Ícaro. En 2021, luego de 27 años defendiendo los intereses del país, renunció al CDE.
Clara Szczaranski estudió en el colegio Manuel de Salas y luego se tituló de abogada de la Universidad de Chile con una licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales. Es hija de un padre polaco y comunista que llegó al país atraído por el Frente Popular de los años 30’ y de una madre abogada, quien fue siempre el soporte económico del hogar. Luego del golpe militar, vivió como exiliada política en Italia desde febrero de 1974, donde se especializó en Ciencias Penales y Criminología en la Universidad de Roma, hasta su retorno a Chile en 1986.
Clara se casó por primera vez durante su exilio en Italia, con el músico Jorge Coulon. Duraron 15 años y de ese matrimonio tuvo a Catalina, quien murió al nacer. Años después tuvo a Bruno, quien a día de hoy es su cómplice y mejor amigo. En 2000, Clara tuvo un segundo matrimonio, esta vez con el sacerdote jesuita Renato Hevia, con quien mantiene una relación actualmente.
Eso sí, la pandemia llegó y le brindó a Clara otra perspectiva de las cosas, sobre todo de la irrupción tecnológica en todas las áreas, y desde allí vislumbró un nuevo eje profesional para su vida. “Se me cayeron las paredes, se me bajaron todas las barreras (…) la tecnología, la genética, las ciencias, los descubrimientos y entender cómo funciona el cerebro humano, nos está impactando como especie humana. Estamos cambiando y tenemos que montarnos en el cambio”, dijo a una revista nacional.
Así, a pocos meses de haber renunciado al CDE, armó un proyecto de un nuevo centro de reflexión tecnológica, de publicaciones y pensamiento y lo presentó a la Universidad Mayor, facultad donde también se desempeña como decana de Humanidades. Así nació la Sociedad Tecnológica y Futuro Humano (STFH), dirigido por el filósofo mexicano Héctor Velásquez y donde se publica, se investiga, se hacen webinars y se hacen publicaciones a las revistas especializadas.
“La pandemia nos sirvió de líquido revelador de la realidad. La gente no estaba mirando cómo la tecnología comenzaba a imperar a todo nivel. Llamé a gente de confianza y les dije ‘miren, se nos viene encima la automatización, la inteligencia artificial. Si el ser humano sigue haciendo lo mismo, sufrirá una avalancha, tienen que montarse en el tigre y cabalgar esta bestia nueva”, añadió.
Así, a una edad en que la mayoría de las personas prepara su jubilación, la antigua mujer fuerte de las leyes y el derecho ha encontrado en este centro humanista su nueva pasión y donde pretende igualar los ejemplos académicos de Oxford o de Cambridge o de la Singularity University de Estados Unidos.
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