Pulsa «Intro» para saltar al contenido

Cómo el comercio justo está transformando la industria cosmética

La belleza también puede ser ética. Una nueva forma de producir y consumir cosmética se abre paso, con justicia social y ambiental como base. En esta nota, exploramos el caso de The Body Shop.

Desde 1987, The Body Shop ha desarrollado un modelo de comercio justo que busca establecer relaciones a largo plazo con comunidades productoras alrededor del mundo. Bajo el lema “Trade Not Aid” (Comercio, No Ayuda), la iniciativa —hoy conocida como Community Fair Trade— se ha consolidado como una red global de colaboración con proveedores locales. A través de este programa, la marca obtiene ingredientes clave para sus productos, al tiempo que promueve el desarrollo social, ambiental y económico en los territorios donde opera.

“El comercio justo para nosotros es más que una certificación: es una relación basada en respeto mutuo, compromiso a largo plazo y desarrollo comunitario real”, explica Elisa Grube, gerenta de Marketing y Sustentabilidad de The Body Shop en Chile, para Woman Times.  “No vamos, compramos y nos vamos. Nos quedamos, escuchamos, aprendemos e invertimos en conjunto”.

“El comercio justo para nosotros es más que una certificación: es una relación basada en respeto mutuo, compromiso a largo plazo y desarrollo comunitario real”.

Actualmente, el programa trabaja con 19 proveedores en 14 países, desde India hasta Nicaragua, pasando por México, Camerún y Brasil. Cada alianza es única y responde a las necesidades específicas de las comunidades, quienes no solo reciben un precio justo por sus productos, sino también apoyo técnico, capacitaciones y fondos adicionales que ellas mismas deciden cómo utilizar.

En Ghana, por ejemplo, más de 600 mujeres productoras de manteca de karité han podido construir escuelas, centros de salud y acceder a agua potable gracias a su colaboración con The Body Shop. En Nepal, artesanas de papel reciclado han impulsado programas contra la trata de personas y campañas de salud reproductiva. Y en Brasil, recolectoras de nuez Babassu —conocidas como “las guardianas del bosque”— protegen más de 8.000 hectáreas de selva amazónica.

Lejos de entender la trazabilidad como un simple control técnico, The Body Shop la concibe como una herramienta ética. “Queremos saber no solo de dónde viene un ingrediente, sino quién está detrás, en qué condiciones fue producido, cómo se manejan los recursos naturales y qué impacto deja en su entorno”, asegura Grube. Este modelo de producción permite tener un control real sobre la cadena de valor, y, más importante aún, visibiliza el trabajo de comunidades que muchas veces han sido históricamente excluidas de los circuitos comerciales globales.

“Queremos saber no solo de dónde viene un ingrediente, sino quién está detrás, en qué condiciones fue producido, cómo se manejan los recursos naturales y qué impacto deja en su entorno”.

Aunque los ingredientes provienen de distintas partes del mundo, el impacto del comercio justo también se siente en Chile. Desde campañas de reciclaje en tiendas —donde las personas pueden llevar sus envases vacíos y obtener descuentos— hasta colaboraciones con artistas y emprendedores locales, The Body Shop busca “que la presencia en el país no sea solo comercial, sino también cultural y social”, dice Grube.

Esta lógica se traduce en acciones concretas que promueven el consumo responsable, la economía circular y la educación ambiental. “Queremos que cada persona que entra a nuestras tiendas sienta que su decisión de compra puede ser parte de un cambio mayor”, concluye la gerente.