¿Cuál es la importancia de escribir sobre el cuerpo? Ya sea desde la introspección autobiográfica, el periodismo íntimo o la ficción distópica, estas autoras revelan cómo lo corporal se transforma en territorio político y narrativo.
“El cuerpo nacido marginal, por escasez o abundancia, siempre incomoda y siempre se siente cuestionado. No le cree a nadie, mucho menos al amor. El troll se alimenta del miedo y yo soy mi propio troll”, escribe Gabriela Weiner en Huaco retrato, su novela autoficcional publicada en 2021. Sus palabras vienen de lo más íntimo. Son honestas y críticas a la vez. Son valientes.
Escribir sobre el cuerpo siempre será un acto radical. El mero acto de hacerlo requiere rechazar la vergüenza y la corrección política. Requiere la disposición a desafiar lo que normalmente se puede decir en público. Pero por sobre todo, requiere valor.
“El cuerpo nacido marginal, por escasez o abundancia, siempre incomoda y siempre se siente cuestionado. No le cree a nadie, mucho menos al amor. El troll se alimenta del miedo y yo soy mi propio troll”, escribe Gabriela Weiner en Huaco retrato.
Dentro del panorama de la literatura contemporánea, una creciente presencia de autoras alzan su voz para interrogar los discursos dominantes sobre el cuerpo en la sociedad. Gabriela Wiener es sin duda una de las protagonistas de esta tendencia. Su obra constituye un ejercicio constante de exploración y cuestionamiento de las normas sociales y corporales impuestas. En este contexto, Sexografías se erige como una de sus piezas más reveladoras.
Escrita en formato de crónica, esta obra relata las aventuras sexuales tanto de la propia autora como de otros personajes, haciendo un recorrido temerario por el lado más salvaje del periodismo narrativo. Así, el libro transita las formas diversas de vivir el deseo, sin dejar de introducir siempre la crítica anticapitalista en las historias. Como bien destacó el escritor Cristian Alarcón, se trata de un libro de culto para el cuerpo, el deseo, el goce y el fin de los traumas.
La escritura del cuerpo puede asumir la forma de una denuncia, de un gesto radical de protesta frente a las estructuras que lo violentan y oprimen. Esto último es lo que ha abarcado en más de una ocasión la autora argentina Agustina Bazterrica, explorando temas como la violencia, la opresión y la resistencia a través de sus novelas.
Las indignas es quizás el ejemplo más fiel de esto, una novela distópica que sitúa al lector en una sociedad post-apocalíptica donde los cuerpos femeninos son convertidos en territorios de control, dominación y, a la vez, de lucha. A través de esta narrativa, Bazterrica no solo cuestiona los regímenes de poder que operan sobre lo corporal, sino que propone una reflexión urgente sobre la capacidad subversiva de la literatura.
Escribir sobre el cuerpo puede ser un acto de rebeldía. Pero también de autosanación. Así lo interpreta la autora francesa Delphine de Vigan en una de sus primeras novelas Días sin hambre. En ella, la escritora emprende un íntimo y doloroso recorrido hacia su yo de 19 años, cuando tenía anorexia. A través de una narración profundamente introspectiva, el texto invita al lector a acompañar a la protagonista en su camino de recuperación, un proceso que no solo implica reaprender a alimentarse, sino también a habitar un cuerpo que, con el tiempo, recupera su capacidad de suscitar deseo y de ser reconocido como propio.
La novela, en este sentido, trasciende lo autobiográfico para plantear una reflexión más amplia sobre el cuerpo femenino, la vulnerabilidad y la reconstrucción de la identidad. Al igual que Weiner y Bazterrica, el cuerpo es algo que siempre está presente en la autora a la hora de escribir. Es “el teatro de la emoción”, donde pasan y se sienten las cosas.
En definitiva, se trata de obras que demuestran que escribir desde y sobre el cuerpo no es solo un gesto individual, sino una forma de interpelar lo colectivo. Cada una, desde su propio lenguaje y contexto, convierte el cuerpo en escenario de conflicto, memoria y deseo. Ya sea desde la introspección autobiográfica, el periodismo íntimo o la ficción distópica, en sus escrituras, el cuerpo deja de ser un objeto pasivo para volverse voz, resistencia y posibilidad de reconstrucción.