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El año del tigre, sí, ¿Pero qué pasa con las “tigresas” feministas que siguen siendo oprimidas en China?

En ese país las marchas del 8 de marzo están prohibidas y todas las denuncias #Metoo se han perdido. Incluso a algunas las han acusado de difamadoras. 

Hoy 1 de febrero comienza el año del Tigre de Agua según el horóscopo chino. Dicen que las mujeres que han nacido bajo los períodos que rige este felino, aman la libertad, son amigables, inteligentes, pacientes y grandes madres. Pero también mantienen sus garras afiladas por si hay que actuar. 

Suena lindo de los de las garras, pero la verdad es que, en la realidad, el gobierno chino mantiene las uñas bastante “limadas” a nuestras congéneres. En ese país no se permiten las manifestaciones el 8 de marzo; las activistas son detenidas y palabras como “feminismo” o “MeToo” se consideran tan peligrosas que son censuradas hasta en Internet. Además, los foros y blogs sobre igualdad de género son censurados.

La tenista Peng Shuai acusó de violación a un ex alto cargo del gobierno en una red social china y las instituciones oficiales se esforzaron vergonzosamente por invisibilizar a la tenista, pero el caso, afortunadamente, traspasó las fronteras. 

El feminismo en China surgió con el movimiento revolucionario que acabó con el Imperio Qing en 1911 y fue de la mano del Partido Comunista Chino (PCCh). Hasta entonces el país  vivía en una sociedad feudal donde las mujeres dependían totalmente del padre o marido: no podían ejercer una profesión y a muchas se les vendaba los pies. Era una práctica terriblemente dolorosa que desfiguró los pies de millones de niñas y mujeres chinas por siglos: las ataduras o vendas en sus plantas. Se pensaba que los pies de “loto dorado” que se conseguían quebrando los dedos y los arcos a través de ataduras con trozos de tela, eran la manera de lograr un mejor matrimonio y una vida mejor. 

La llegada al poder de Mao y la fundación de la República Popular en 1949 significó un gran avance en materia de derechos para las mujeres; en 1950 se aprobó una ley de matrimonio que abolía el concubinato; prohibía los matrimonios concertados y reconocía por primera vez el derecho de las mujeres a la propiedad y a divorciarse.

Es decir que, al contrario que en Occidente, los derechos de las mujeres han sido parte del Estado, que incorporó los derechos políticos de las mujeres en su ideología revolucionaria. Lograron acceso al trabajo, a la anticoncepción y al aborto. Además se democratizó la atención sanitaria materno-infantil.

Sin embargo la palabra “feminista” siempre ha sido rechazada por las autoridades chinas, porque se le considera un concepto capitalista, demasiado occidental. 

Pero todos esos avances, por supuesto, no eran suficientes. A comienzos de este siglo, una nueva generación de mujeres impulsó, a través las redes sociales, un nuevo activismo -independiente del partido comunista- que lucha contra el acoso sexual, la violencia contra las mujeres y la igualdad de género. 

En su libro “Traicionando al Gran Hermano: El despertar feminista en China”, la académica Leta Hong Fincher analiza el papel de estas activistas y el uso de las redes sociales en la consolidación de un nuevo activismo.

Ante esta supuesta “deslealtad” hacia el partido, en 2015 el gobierno inició una persecución: las nuevas activistas fueron acosadas y las redes sociales censuradas. Porque la lucha de las mujeres fuera de la estructura del Partido simplemente no es tolerada. 

A pesar de la presión, el movimiento “MeToo” llegó a China. Hubo denuncias mediáticas como la de Zhou Xiaoxuan, quien acusó a un famoso presentador de televisión de acosarla. Pero en todos los casos de “MeToo”, las mujeres han perdido las demandas e incluso algunas enfrentaron acusaciones de difamación. Y, al contrario que en Occidente, el movimiento no tiene el respaldo de actrices, cantantes o personajes públicos.

La ofensiva contra el activismo feminista ha ido acompañada de una regresión de los derechos de las mujeres y una reivindicación de los valores tradicionales de la cultura china.

En 2013, a poco de acceder a la presidencia de la República Popular China, Xi Jinping dijo que el gobierno promovería la igualdad y defendería los derechos de las mujeres, pero al mismo tiempo sostuvo que la mujer “es la responsable de defender los valores familiares” y reivindicó que “debía asumir su papel de cuidadora de ancianos y educadora de niños”. Oficialmente se conminó a la mujer a regresar al hogar, un gran retroceso. 

Además en 2021 se cancelaron centenares de cuentas de temática feminista o LGTB+ en las redes sociales como Weibo y Douban, según las autoridades, por su “ideología extrema y radical”. 

Las garras de las tigresas aún no tienen el filo que necesitan.

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