A través de una serie de artículos de prensa y programas de televisión, la figura de la religiosa más venerada del siglo XX vuelve al centro de la polémica en India. Su sistema de donaciones y el culto que habría construido al entorno al sufrimiento de los más pobres nuevamente es objeto de cuestionamientos.
A más de 25 años de su muerte, el legado de la mujer de la etnia albanesa que nació bajo el nombre de Anjezë Gonxhe Bojaxhiu y que se convirtió en un emblema de bondad, está en entredicho, lo que no ha detenido el trabajo de las 4.500 voluntarias de su congregación, Misioneras de la Caridad, en 130 países.
Santa Teresa de Calcuta levantó comedores, escuelas, albergues para leprosos y hogares para niños abandonados, lo que le valió el nombre de la Santa de las Alcantarillas, por su trabajo en los barrios más pobres de la ciudad de India. Fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad que actualmente tiene más de 3.000 monjas en todo el mundo y se le adjudican dos “milagros”, gracias a los cuales obtuvo la categoría de Santa, canonización llevada a cabo por el papa Francisco en 2016.
Pero desde hace un tiempo, cada vez son más las voces que contradicen la historia oficial de quien recibiera el Premio Nobel de la Paz. “Ni en occidente ni en India se quiere oír que su ícono de la compasión era una fanática religiosa amiga de dictadores, ricos y corruptos. Y a los pobres, los ayudó a morir pero sin darles cuidado profesional”, asegura, Aroup Chatterjee, un doctor de Calcuta que escribió el libro Madre Teresa, el veredicto final.
En su investigación, la acusa de recibir millonarias donaciones de gente que defraudaba al fisco y también de darles reconocimiento al dictador de Haití o al régimen totalitario de Albania. También, asegura que construyó una apología de la pobreza y un culto al sufrimiento, y que a pesar de todo el dinero que recibía en su fundación, no se entregaban los cuidados necesarios y a la gente se le dejaba morir. Algo que nuevas voces han confirmado en los últimos años.
Este es el caso de Debasis Bhattacharya, un reconocido intelectual indio que recuerda que en más de una ocasión, la hoy santa dijo: “hay algo bonito en ver a los pobres aceptar su suerte, sufrir como en la Pasión de Cristo. El mundo gana mucho con su sufrimiento”. Afirma que “la madre Teresa hacía sufrir a los pobres para poder recibir el amor de Dios, pero ella nunca esperó. Cuando estuvo enferma acudió a servicios de salud modernos y costosos”.
En “The Missionary Position: Mother Teresa in Theory and Practice’, el reportero inglés Christopher Eric Hitchens calificó a la santa como “una oportunista” , que destinó gran parte de lo recolectado a la construcción de conventos en su honor y no a mejorar las condiciones de su institución en Calcuta, donde prácticamente no existía atención médica, mientras ella “volaba en primera clase a la mejor clínica de California cada vez que lo necesitaba y los mejores médicos del mundo se peleaban por atenderla”.
Pero, sin duda, lo que hoy más irrita a las organizaciones feministas, son archivos desclasificados que confirman su tenaz oposición a “empoderar a las mujeres y asegurar su control sobre su propia fertilidad”. Casi medio siglo después, su discurso de aceptación del Nobel de 1979, saca ronchas. “El más grande destructor de la paz hoy es el llanto del inocente niño no nacido” y que ni en caso de violaciones era lícito abortar: “entre los pobres jamás existe una mujer que mate un niño. En todo caso lo tendrá abandonado en la calle, pero no lo matará”, dijo, entonces, y la respuesta fue una ovación mundial.
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