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El Matriarcado del pueblo Selk’nam

Hubo un tiempo en que la cultura Selk’nam fue gobernada bajo un sistema matriarcal, donde los hombres eran obligados a cazar guanacos y cuidar de los hijos, todo hasta que se descubrió una mentira y se instaló el patriarcado. Hoy, los descendientes del milenario pueblo Selk’nam luchan por no caer en el olvido.

Desde hace más de 10.500 años, en la Isla Grande de Tierra del Fuego habitaban ese inhóspito lugar los Selk’nam, una etnia nómade y cazadora que vivió un abrupto final con la llegada de los europeos a finales del siglo XX. Conocidos por su complejo lenguaje, sus ceremonias rituales y sus vestimentas, su cultura es aún sujeta de interesantes estudios.  Se pintaban los cuerpos para protegerse de las distintas condiciones climáticas, pero también para demostrar el estado de ánimo en el que se encontraban. Vestían largas pieles de guanaco, las mujeres adornaban sus cuellos con collares de concha y huesos de ave y cosían sus zapatos con piel de animal. Su vocabulario, según dicen expertos, era aún más complejo que el nuestro.

Pero hay una particularidad que todavía llama la atención de los estudiosos. Algunos dicen que forma parte de un mito, otros que fue así desde tiempos inmemoriales: los Selk’nam vivieron mucho tiempo bajo un sistema matriarcal, aunque sostenidas a través del engaño. Ellas, desde la comodidad de sus chozas, ordenaban a los hombres a salir a cazar para traer el alimento y el abrigo, a ocuparse de la crianza de los hijos y desempeñar todas las tareas domésticas. Y aunque las mujeres eran las dominantes y las que imponían las leyes, siempre vivieron con el miedo de que los hombres, más fuertes y provistos de arcos y flechas, se rebelaran contra ellas. Por eso, crearon una ceremonia, el Hain, donde ellas mismas se disfrazaban de distintos espíritus que infundían terror sobre los hombres: era el momento en el que la temible Xalpen salía de la choza ceremonial y pedía ofrendas de carne de guanaco.

Las mujeres se juntaban en un teatro de representación de divinidades, compartían historias, saberes y experiencias. Las ceremonias, que podían durar hasta un año, servían también para que las mujeres adolescentes entraran en su vida adulta. Hasta que un día, mientras regresaba de la caza, un hombre escuchó a dos mujeres riendo y practicando las poses que usarían en el Hain. Volvió a la aldea, reunió a todos los hombres y les dijo que todo era un engaño para preservar la supremacía de las mujeres sobre los hombres. Algunas escaparon, aunque la mayoría, madres,  hermanas y tías fueron asesinadas. Solo quedaron las más jóvenes. De esta forma se instaló un nuevo régimen en la sociedad Selk’nam, gobernado por los hombres. También realizaban el ritual Hain y las mujeres, que aceptaron el nuevo dominio, simulaban estar asustadas con estos rituales. Así, y hasta la fecha en que sufrieron su exterminio, los Selk’nam vivieron bajo un sistema patriarcal.

EN BUSCA DEL RECONOCIMIENTO

En 2020, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto que permite incluir en la ley vigente al pueblo Selk’nam como etnia reconocida y protegida por el Estado chileno. La ley establece normas de protección, fomento y desarrollo de los indígenas, y crea la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, con el fin de incorporar al pueblo Selk’nam a las etnias indígenas protegidas, lo que es considerado un gesto de reparación hacia esa etnia.

Sin embargo, recientemente se han impulsado proyectos para agilizar su tramitación en vistas de que no ha mostrado avances desde 2020. En ese contexto, la Corporación Selk’nam Chile, un grupo de 200 personas que buscan actualizar la historia y probar que su pueblo sí sobrevivió al genocidio, buscan todavía el reconocimiento del Estado. Son en su mayoría nietos y bisnietos de aquellos niños que fueron separados de sus familias y dados en adopción irregular. Fueron ellos los que tuvieron familia y siguieron transmitiendo su cultura hasta hoy.

“Lo que se busca es súper simple, es que se integren a la Ley Indígena, y hay que argumentar tanto que a veces agota. Lo mismo ocurrió cuando se negaba la existencia del pueblo chango y finalmente se les reconoce en una ley. También con el pueblo diaguita, que se les negó su existencia pero finalmente, pese a toda la negativa, se reconoce académicamente y también en la ley. Lo mismo queremos para el pueblo Selk’nam”, dice, Ariel León, asesor legal de la Corporación Selk’nam Chile

En 1974 murió la última representante pura de esta etnia, Ángela Loij, quien hasta su último día luchó para proteger a los pocos descendientes de su cultura. Hoy, sus herederas espirituales están decididas a no bajar los brazos hasta que la etnia sea reconocida al igual que los dieciocho pueblos originarios que participan hoy en la redacción de la Nueva Constitución.

Juan Pablo Arevalo

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