Por segundo año consecutivo, la fiesta más importante de Isla de Pascua se realiza sin turistas y con menos días de competencias y presentaciones, pero con el mismo entusiasmo de siempre y el liderazgo de una reina que en esta versión número 54 que ha sorprendido con su simpatía, compromiso y rendimiento físico.
Para la Uka Po Mahina Hey Araki, todo lo que le ha sucedido desde que fue convocada como la Reina de la Tapati Rapa Nui 2022 ha sido como un sueño hecho realidad. Acostumbrada, desde pequeña, a asistir a las competencias del festival costumbrista que las revistas internacionales de viajes han catalogado como “uno de los más alucinantes del planeta”, hoy busca “promover el uso de la lengua Rapa Nui. Ahí, está la clave, sin lengua no hay cultura”.
A sus 24 años, exhibe ese orgullo propio de la etnia de los moai y afirma que es un privilegio haber nacido en la Isla. Tras terminar la carrera de técnico en turismo y desempeñarse en distintos trabajos, encontró su destino para ayudante de quienes enseñan la lengua Rapa Nui, donde entendió la importancia de proteger lo que allá llaman “herencia ancestral”. Por eso, contesta todas las preguntas en un perfecto Rapa Nui primero y luego las traduce al español.
Como todas las aspirantes a reina, Po Mahina debe participar en todas las competencias de la Tapati. Según sus amigas, se preparó a mucha conciencia y dedicación. Desde la ceremonia de inauguración, cuando llegó al escenario donde cada noche se presentan las distintas competencias artístico culturales, junto a una caravana que entonaba el repertorio tradicional de la Isla, la nueva soberana ha aprovechado todas las instancias para enviar un mensaje para que “todos se comprometan en inculcar a las nuevas generaciones los valores, los principios. En la tarea de preservar nuestro legado todos tenemos algo que aportar, por eso es tan importante mantener y promover el uso de nuestra lengua”.
“Antes quería aprender todo el máximo posible de todo para fortalecerme, pero con el tiempo me di cuenta que es la única de mantener viva nuestra cultura. Comencé a ver desde otro lugar el valor de ese conocimiento que viene de nuestros antepasados. Cuando trabajé con niños, me di cuenta que por ellos debemos tomar conciencia. Son ellos quienes se van a convertir en los embajadores de nuestra cultura”, reflexiona.
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