Por: Oriana Ríos
“Conviértete en un hombre de valor”. “Recupera tu energía masculina”. “No temas liderar a una mujer que sepa recibirte”. Frases que parecen sacadas de un manual de autoayuda están conquistando a adolescentes y jóvenes en redes sociales. Pero detrás del lenguaje motivacional se esconde un nuevo rostro del machismo: más sutil, pero igual de peligroso. ¿Por qué cada vez más hombres lo siguen?
Lo que a primera vista parece una invitación a mejorar la autoestima o explorar la identidad masculina, en realidad encierra una revalorización de roles de género tradicionales que perpetúan la desigualdad.
Detrás de estas frases están los llamados coach de masculinidades, figuras que apelan al vacío emocional de muchos hombres jóvenes para ofrecerles un modelo rígido de lo que significa “ser hombre”. Y lo hacen a través de narrativas que idealizan la autoridad masculina y promueven relaciones jerárquicas, donde las mujeres deben volver a ocupar un lugar subordinado.
Este fenómeno no es anecdótico. Según un informe de la Fundación FAD Juventud (2023), el 23,1 % de los adolescentes varones en España cree que la violencia de género es “un invento ideológico”. En 2019, esa cifra era del 12 %. La creciente deslegitimación de las luchas feministas ha abierto espacio a discursos de movimientos como el redpill, que denuncian supuestos privilegios femeninos en las relaciones, o el de las tradwives, mujeres que promueven con orgullo la sumisión al rol de “esposa tradicional”. Todo bajo la idea de que “algo se ha perdido” y que el orden tradicional debe ser restaurado.
Uno de los ejemplos más visibles recientemente es el del futbolista Javier “Chicharito” Hernández, quien ha causado controversia por compartir contenido cargado de violencia de género en sus redes sociales. En uno de ellos, asegura que las mujeres están “fracasando” y que deben “honrar la masculinidad” y dejarse liderar por hombres. En otro, critica a las mujeres que desean un hombre proveedor e independencia económica, pero se rehúsan a cumplir con tareas del hogar, reforzando con ironía el estereotipo de que la igualdad es un doble estándar.
Si bien su discurso se presenta como “espiritual” y “motivacional”, distintos sectores han alzado la voz alertando sobre el peligro de estas narrativas que idealizan una masculinidad dominante y acusan a la sensibilidad y el avance de los derechos de las mujeres como amenazas a la identidad masculina.
¿Por qué atraen a tantos jóvenes?
Especialistas como Jordi Cascales, especialista en masculinidades, género e igualdad, y miembro del Observatorio de Masculinidades la Universidad Miguel Hernández de Elche, apuntan a varios factores: el vacío emocional que muchos adolescentes sienten en una sociedad que no les ha enseñado a hablar de sus emociones, el rechazo a discursos que perciben como excluyentes, y la necesidad urgente de pertenecer a una comunidad.
Frente a esa fragilidad, los coach de masculinidades ofrecen un mensaje claro, con respuestas simples y una promesa de éxito y aceptación.
Pero esa promesa tiene un costo. Y no es menor. La reproducción de estos discursos implica un retroceso en derechos y la normalización de violencias simbólicas y estructurales. Porque detrás de cada frase motivacional hay una advertencia implícita: el valor del hombre está en liderar, dominar y proveer. Y el de la mujer, en obedecer, inspirar y cuidar.