Las Naciones Unidas la ha destacado en varias oportunidades como una de las líderes medioambientales más importantes del mundo. La ganadora del Goldman Environmental Prize, un reconocimiento a la altura del Nobel, lucha porque la población cambie sus hábitos y entienda que “aún estamos a tiempo de salvar nuestro ecosistema”
Nacida en la región de La Toma, Cauca, desde la década del 90’ Francia Márquez ha desarrollado un activismo en defensa de este territorio, de sus ríos y su naturaleza. A los 15 años fue parte de un movimiento para la protección del Río Ovejas y en 2009 se enfrentó junto a su comunidad para combatir la explotación minera ilegal. De ahí, nunca más se detuvo.
Luego, en 2014 lideró la Movilización de Mujeres Negras por el Cuidado de la Vida y los Territorios Ancestrales, una marcha para denunciar cómo la minería ilegal estaba envenenando los ríos y destruyendo el territorio. “Para mucha gente puede ser nada, pero para mí ese territorio, donde nos siembran el ombligo, es todo. Nuestros ancestros nos legaron estas tierras y no podemos ser mezquinos al no garantizar un espacio para nuestros hijos”, dijo en televisión. Esa lucha constante la llevó, primero, a estudiar derecho para adquirir las herramientas para enfrentarse a las grandes mineras y luego, en 2018, a ganar el Goldman Environmental Prize, un reconocimiento que se conoce como el Nobel medioambiental.
Eso sí, por su activismo Francia ha sido constantemente amenazada de muerte, a pesar de que ha continuado con su lucha. A fines de 2014, fue desplazada del pueblo donde nació debido a las amenazas que recibió por su lucha contra la minería ilegal. En tanto, ha participado en diferentes foros y conferencias en varias universidades, y participado en reuniones con parlamentarios de Congreso de los Estados Unidos, en instituciones gubernamentales y no gubernamentales, y eventos académicos exponiendo su visión sobre cómo funciona el racismo estructural en Colombia, y cómo las mujeres negras “son fuertemente violentadas y sus cuerpos usados como un instrumento de guerra”.
Sin embargo, Márquez era una desconocida hace sólo unos meses en el panorama político colombiano, decidió incursionar en la arena política, superando con creces a los partidos tradicionales. “Llegar a la presidencia no es el fin, el fin es lograr poner este país en dignidad”, aseguró. “Uno de los ejes fundamentales de cualquier nueva administración debe ser que la población entienda que el planeta no puede esperar más, aún estamos a tiempo de salvar nuestro ecosistema”
Con un lenguaje inclusivo, feminista, su prioridad ha dicho es defender a las madres cabeza de familia, las trabajadoras domésticas y a quienes han sufrido el racismo, como ella. De hecho, nunca un ciudadano afro ha ocupado un lugar en el Ejecutivo colombiano. “Creo que es momento de pasar la página de las injusticias raciales y de género. Se nos dijo que la política era para los hombres y las labores de la casa para las mujeres, pero tenemos que romper con eso. Yo represento a las mujeres negras de este país”.
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