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Jessie J y el aumento del cáncer de mama en mujeres jóvenes: una alerta que cruza fronteras

A sus 37 años, la cantante británica Jessie J reveló esta semana que enfrenta un cáncer de mama en estadio temprano. Su testimonio se suma a una creciente lista de celebridades menores de 50 años en Estados Unidos que han hecho públicos sus diagnósticos, encendiendo las alarmas sobre una tendencia preocupante: el aumento sostenido del cáncer de mama entre mujeres jóvenes.

En esta lista figuran también Katie Thurston, exestrella del reality The Bachelorette, diagnosticada con un cáncer en estadio 4 a los 34 años, y Danielle Fishel, actriz de la recordada serie noventera Boy Meets World, quien anunció su enfermedad a los 43. Aunque el cáncer de mama sigue siendo más común en mujeres mayores de 50, los datos más recientes del CDC indican que, entre 2012 y 2021, los nuevos diagnósticos en menores de 50 años crecieron un 1,4% anual, el doble que en mujeres mayores.

Este fenómeno no solo afecta a Estados Unidos. En América Latina, los registros también reflejan un incremento sostenido de casos. En Chile, por ejemplo, el cáncer de mama es la principal causa de muerte oncológica entre mujeres, con más de 5.600 diagnósticos nuevos al año y seis muertes diarias. Solo en 2023, las muertes por esta enfermedad aumentaron en un 12,87% respecto al año anterior.

Una de las mayores dificultades que enfrentan las mujeres jóvenes es que muchas no están incluidas en los programas rutinarios de detección precoz mediante mamografías. Esto implica que los diagnósticos suelen hacerse en etapas más avanzadas, cuando el tratamiento es más complejo y el pronóstico menos favorable.

El tipo de tumor más frecuente en estas pacientes es el cáncer de mama triple negativo, que no responde a tratamientos hormonales y tiene mayor probabilidad de diseminarse rápidamente. “Las pacientes menores de 35 años presentan un riesgo significativamente mayor de metástasis, aunque aún no entendemos completamente por qué”, explica la doctora Virginia Borges, especialista del Centro Oncológico de la Universidad de Colorado.

En países como Chile, el panorama no es muy distinto. Las estadísticas del Ministerio de Salud advierten que el 77% de las mujeres con cáncer de mama fallecen antes de los 80 años, y las regiones con mayores tasas de mortalidad prematura son Valparaíso, Magallanes y O’Higgins.

El aumento de casos en mujeres jóvenes ha llevado a la comunidad científica a indagar en nuevas hipótesis. Exposición a químicos industriales (como los disruptores endocrinos en plásticos y cosméticos), hábitos alimentarios, sedentarismo y el consumo de alcohol son algunos de los factores de riesgo que se analizan hoy con mayor atención.

La doctora Oluwadamilola Fayanju, jefa de cirugía de mama en Penn Medicine, ha advertido sobre el uso prolongado de alisadores químicos capilares, sobre todo en mujeres afrodescendientes, como un posible factor que altera el funcionamiento hormonal del tejido mamario.

También se destaca el adelanto en la edad de la primera menstruación y la postergación de la maternidad, fenómenos que prolongan la exposición al estrógeno, hormona que puede favorecer ciertos tipos de cáncer.

En Chile, la oncóloga Olga Barajas enfatiza en que, si bien solo entre un 5% y un 9% de los casos se deben a mutaciones genéticas heredadas como las de los genes BRCA1 y BRCA2, la mayoría de los factores de riesgo están asociados a estilos de vida: “El sobrepeso, el tabaquismo, el consumo de alcohol, la vida sedentaria, la falta de hijos o el embarazo tardío aumentan significativamente el riesgo”, señala.

En el resto de Sudamérica, la situación es similar. Uruguay lidera la tasa de mortalidad por cáncer de mama en la región con 21,6 muertes por cada 100.000 habitantes, seguido por Argentina con 17,6. Aunque las cifras de incidencia varían, el denominador común es la falta de políticas públicas suficientes para garantizar un diagnóstico temprano y acceso equitativo al tratamiento.

Que figuras públicas como Jessie J hablen abiertamente de su diagnóstico no solo rompe tabúes, también amplifica un mensaje urgente: el cáncer de mama no es exclusivo de mujeres mayores. En la era de la prevención, ignorar un bulto por pensar que se es “demasiado joven” puede costar vidas.