A sus 51 años, Ketanji Brown Jackson está a un paso de hacer historia y convertirse en la primera afroamericana en llegar al máximo tribunal norteamericano.
Su pasión por el derecho nació mientras veía a su padre, un destacado jurista, estudiar leyes en una sencilla vivienda de Miami. Esa fue la gran inspiración de Ketanji Brown Jackson, la jueza de Washington que fue elegida por el Presidente Joe Biden para la Corte Suprema, y que a está a paso de ser ratificada por el Congreso. La mujer que comenzó su carrera como abogada de oficio y luego se destacó como magistrada en casos claves, está cada vez más cerca de ser la primera afroamericana en ocupar un puesto en la institución judicial más importante de los Estados Unidos en sus 232 años.
“Durante demasiado tiempo, nuestro Gobierno y nuestros tribunales no se han parecido a Estados Unidos. Ya es hora de que tengamos un tribunal que refleje el talento y la grandeza de nuestra nación”, dijo Biden al justificar la nominación de Ketanji Brown Jackson, quien se ha sometido a una serie de entrevistas, en las que conservadores y demócratas le han preguntado, literalmente, de todo, especialmente sobre su visión del problema migratorio y los conflictos raciales.
Su nombre, “Ketanji Onyika”, significa “encantadora”, y según explicó, representa “el orgullo por su herencia ancestral y la esperanza para el futuro” que sintieron sus padres cuando nació. “He sido jueza durante casi una década y me tomo muy en serio esa responsabilidad y mi deber de independencia. Tomo decisiones sobre mis casos desde la neutralidad. Evalúo los hechos, e interpreto y aplico la ley en función de esos hechos, sin miedo ni predisposición, y siempre consecuentemente con mi juramento”, dijo, al definir su filosofía de trabajo, basada en la imparcialidad y la independencia.
Casada con dos hijos, Ketanji Brown Jackson vive en Washington y creció en una familia de clase media en Miami. En 1996, se graduó de la Escuela de Derecho de la Universidad Harvard, tal y como lo hicieron cuatro de quienes serán sus compañeros en la Corte Suprema, si se cumplen todos los cálculos del gobierno que han sido dados a conocer en los medios durante los últimos días.
En sus inicios, fue asistente de tres jueces, entre ellos Stephen Breyer, del Tribunal Supremo de Estados Unidos, a quien estaría muy cerca de reemplazar en los próximos días. A lo largo de su carrera, trabajó en grandes gabinetes privados de derecho. Fue vicepresidenta de la Comisión de Sentencias de los Estados Unidos entre 2010 y 2014, y desde 2016 es miembro de la Junta de Supervisores de Harvard.
Feminista, en una entrevista que concedió en 2017, se refirió a lo tremendamente difícil que era compatibilizar las tareas de madre con las funciones que exige ser parte de los grandes bufetes en Estados Unidos. “Uno vive constantemente en conflicto entre las exigencias laborales y las necesidades de los hijos y la familia. No hay facilidades”, aseguró.
En 2013, el entonces presidente Barack Obama la nominó para jueza del Tribunal de Distrito de Estados Unidos en Columbia, afirmando que “se ha consolidado como una abogada de alto nivel y una dedicada servidora pública. Sin duda, estoy muy agradecido por su voluntad de servir y confío en que será una voz inquebrantable para la Justicia y la equidad en la Comisión de Sentencias”.
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