La capellana del Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín ha dedicado toda su vida para dignificar y entregar nuevas herramientas a las mujeres en prisión. En 2008, creó la Fundación Mujer Levántate que se ha convertido en un espacio de acogida y reinserción, donde ellas aprenden a construir un nuevo destino.
Nelly León nunca se planteó la posibilidad de ser monja. Tenía otros proyectos y sueños, incluso estuvo en pareja. Sin embargo, poco a poco, sus planes fueron cambiando y asumió un compromiso social distinto. Con la perspectiva del tiempo, cuenta que vivió dos episodios que la marcaron y la encaminaron a estar donde está hoy. El primero fue una visita a un penal, donde vio las condiciones en que hombres y mujeres pasaban sus días tras las rejas. Luego, años más tarde, mientras hacía una pasantía en un colegio en Pudahuel, vio cómo un auxiliar abusaba sexualmente de una menor de cuarto básico, situación que denunció a la directora pero que no pasó a mayores.Nelly habló con el cura de su parroquia, quien le dijo que estaba siendo llamada para ser religiosa, para ser monja.
Partió trabajando en hogares del Sename, luego trabajó seis años en la cárcel de Valparaíso y luego, en 2005 y hasta la fecha, lo hace en el Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, donde le ha tocado trabajar con muchas de las mujeres más vulnerables del país y ha sido responsable de la creación del Espacio Mandela, un patio administrado por la pastoral donde se encarga de entregar condiciones más dignas para las reclusas, como un baño limpio, nivelación escolar, apoyo psicosocial y trabajo inter penitenciario.
Así, en 2008 y junto al Padre Alfonso Baeza, dieron vida a la fundación Mujer Levántate, una casa de acogida para las ex presas, a pasos de la cárcel de mujeres de Santiago y donde imparte un programa integral que actualmente acoge a más de 100 mujeres al año, impactando así la vida de más de 300 niñas y niños. “Mujer Levántate nace porque al poco tiempo de llegar a la cárcel me di cuenta de que la mayoría de las mujeres que salían siempre volvían. Cuando les preguntaba por qué, siempre respondían lo mismo: es que afuera nadie me espera”, admitió, hace años, cuando su labor adquirió notoriedad pública y la prensa comenzó a destacar cómo las detenidas obtuvieron, gracias a ella, un espacio propio para trabajar en la difícil tarea de buscar un lugar de vuelta en la sociedad.
Además de realizar capacitaciones y talleres, “Mujer Levántate” ofrece una contención que ha logrado cambios impresionantes. “Soñamos con el día en que el Estado y la sociedad entiendan que, aunque nacimos en lugares distintos, podemos tener las mismas oportunidades, que se puede romper el círculo de la pobreza y la desigualdad”, explicó León en una de sus últimas entrevistas donde reconoció que “acompañar a las internas en ese proceso es muy duro y doloroso. A veces se trata solo de abrazarlas y saber escuchar”.
El 90% de las mujeres que cumplen condena en la cárcel de San Joaquín son mujeres, las que son separadas de sus hijos e hijas y que eso representa una triple condena: primero la del juzgado, segundo la condena social y la tercera es la ausencia de los hijos. Por eso, y en la búsqueda de proteger a los menores de edad, junto a la fundación crearon las visitas protegidas, donde traen a las hijas e hijos de las mujeres en una visita normal, sin tener que pasar por las invasivas revisiones al ingresar a la cárcel. Al momento de entrar, las y los menores son acompañados por una profesional de la fundación, donde sólo son revisados por la paleta detectora de metales.
Además, la fundación cuenta con un espacio íntimo para poder el encuentro madre y sus hijas e hijos.Nelly León dice que todo este tiempo se ha inspirado en la Santa María Eufrasia, una religiosa francesa que compraba esclavas, las formaba y luego las liberaba. Además, tenía una frase de ella que siempre la ha inspirado : “Cuando una niña se fugue de la casa y vuelva, no la reprendan. Báñenla con agua caliente, denle una taza de leche y recién al otro día conversen con ella”. “Es la opción para manejar el mundo del dolor, sufrimiento y del pecado”, afirma.
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