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Las joyas con identidad bonaerense de Yanina Faour

A través de sus piezas de joyería fina, la argentina Yanina Faour ha buscado plasmar los paisajes y la esencia arquitectónica de Buenos Aires, cargada de edificios art decó y art Nouveau que acompañan el andar como si se tratara de un recorrido por una ciudad europea. “Cuando uno mira arriba, desde el centro de la ciudad, es como que estás en una pequeña París”, comenta la diseñadora, quien representa la cuarta generación de joyeros en su familia.

“Yo tengo que hablar de la arquitectura de esta ciudad”, señala Yanina Faour en entrevista con Woman Times, profundizando en lo que han sido sus 20 años llevando adelante Oleana Jewerly, una marca de joyas que fundó en Buenos Aires tras volver de Estados Unidos, donde estudió finanzas y trabajó algunos años en el rubro bancario, dándose cuenta luego de que no veía un futuro sin dedicarse a su verdadera pasión. Por eso, cuando ya estaba de vuelta, fundó su tienda de joyas en el barrio Recoleta de Buenos Aires.

El oficio de Yanina está dotado de una profunda tradición familiar. Sus abuelos fueron orfebres y sus padres, herederos del rubro, migraron al diseño de joyas, disciplina que luego tomó Yanina de forma autodidacta para levantar su marca personal. Bajo el nombre Oleana Jewerly, la creadora argentina cuenta hoy con una colección de metales finos, piedras preciosas y semi preciosas inspiradas en el paisaje arquitectónico de la ciudad porteña, donde también ha buscado incorporar símbolos representativos de su país, entre ellos la rodocrosita – conocida en el mundo como Inca rose – que es la piedra nacional argentina, caracterizada por su potente color rosado. Para la creadora, a través de cada joya que lanza, el objetivo es incorporar un lenguaje propio que transmita una esencia vinculada a la capital donde nació. “El argentino mira mucho al extranjero, acá hay mucha joya italiana. Yo quería salirme de eso”, comenta.

Además de pensar el sentido de pertenencia y territorio por medio de la creación, las joyas de Yanina incorporan un nexo importante con la espiritualidad. Así lo reflejan, por ejemplo, sus mandalas disponibles en colgantes, aros y anillos, donde la intención es mostrar el cruce, para la diseñadora ineludible, entre la joyería fina con el mundo espiritual. “Quise contar algo que no fuera tan comercial o mainstream, sino más bien de culto, porque hay algo de talismán, de símbolo, de ocultismo en la joyería fina. Fue así como me fui por cosas más budistas, relacionadas con la India, y encontré en la mandala esa energía que buscaba”.

Yanina Faour ha consagrado una destacada carrera a nivel internacional, transportando trozos de Buenos Aires con sus joyas a grandes espacios del diseño como el Fashion Week de París y la feria Tokyo Rooms en Japón. Además, ha comercializado sus joyas en Estados Unidos, México, Colombia y República Dominicana.

Joyas en diálogo con artistas

Habiéndose convertido en una coleccionista de arte contemporáneo, Yanina tiene un nuevo proyecto que espera llevar próximamente a un libro: la realización de joyas de artistas. Buscando crear un empalme con el arte visual, la diseñadora ha creado piezas de joyería basadas en las obras de diferentes artistas latinoamericanos. Hoy suma creaciones trabajadas en conjunto con cinco artistas y espera llegar a diez para poder cimentar un gran archivo y publicar su libro.

Entre las artistas con las que ha trabajado destaca Paula Toto Blake, cuyas instalaciones de plantas carnívoras hoy están representadas en joyas Oleana Jewerly. En específico, este proyecto ha sido presentado en Aninat Galería (Chile), la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Chile (Ch.ACO) y el Museo Fine Arts Houston (Estados Unidos).

“Trato siempre de crear con gente que puede hablar el mismo diálogo que yo, por eso los elijo determinadamente, todos manejamos nuestras carreras, todos estamos mostrando nuestras cosas al mundo, y en ese pequeño proyecto nos unimos. Es lindo, por eso es importante que esté documentado, sería lindo editar este libro para que quede el registro”, concluye Yanina.

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